Algo más de 300 personas se concentraron en la tarde de ayer en la plaza de España de la capital tinerfeña para mostrar su rechazo a las medidas que obligan al uso de la mascarilla, una norma que consideran una falacia, en una protesta de carácter heterogéneo, con nutrida presencia de extranjeros -sobre todo alemanes-, en la que sus protagonistas también cuestionaron a viva voz la veracidad de la llamada pandemia del Covid-19, además de objetar la utilidad de la vacuna como un remedio válido frente al coronavirus.

Poco antes de las seis de la tarde, la hora establecida para el comienzo de un encuentro que se repitió en otras ciudades de España y el extranjero, una pancarta destacaba sobre las demás. En ella podía leerse: "Más ciencia y menos políticos", reclamando que se consulte a los profesionales y a los expertos sobre ye la verdadera naturaleza del contagio. Fue en ese momento cuando dos agentes de la Policía Nacional se acercaron al grupo, reclamando hablar con los organizadores. Su intervención desencadenó de inmediato gritos que clamaron "libertad", acompañados de silbidos y reproches. Uno de los policías conminó entonces a su compañero a retirarse y, a partir de entonces, las fuerzas de seguridad se limitaron a establecer un discreto cordón de seguridad en el perímetro de la plaza, sin interrumpir en ningún momento el normal desarrollo de la concentración.

Con todo, buena parte de los asistentes no portaban mascarillas, aunque su uso resulta obligatorio en espacios públicos; otros las lucían de cualquier manera y tampoco se cumplía con el precepto de mantener la distancia mínima de seguridad. Hasta hubo quien se animó a fumar algún que otro cigarrillo, vulnerando así la prohibición dictada recientemente por el Gobierno de Canarias.

Así, y entre proclamas de "Todo es mentira" o "Queremos la verdad", se generó un clima de auténtico éxtasis y, de manera improvisada, se habilitó un espacio similar a un speakers corner al que fueron accediendo, de forma sucesiva, diferentes voces que argumentaban, acompañadas de aplausos y vítores, los postulados de lo que se ha venido en llamar movimiento negacionista. A grosso modo consideran que el actual estado de cosas responde a intereses creados por parte de poderes fácticos apoyados por la complicidad de la clase política.

Sebastián, que optó por no desvelar su apellido, manifestó ser "una persona que busca vivir en paz y ser feliz. Es algo sencillo: un mundo donde todos podamos abrazarnos y manifestarnos como seres humanos". Y entiende que la confinación supone "arruinar la economía y muchas cosas más. La historia es muy larga", al tiempo que afirma que su presencia ayer en la concentración no responde a la idea de "representar de nadie. Soy parte del pueblo llano. Esto es un problema a escala mundial". A manera de conclusión subraya: "Soy uno con el todo. La vacunación es un tema que genera controversia y lo que pido es que la gente reflexione y se cuestione lo que se dice por parte de los medios de comunicación. No quiero convencer a nadie. Hay que aplicar el sentido común".

Protesta en Santa Cruz de Tenerife en contra de las medidas para frenar el coronavirus

Protesta en Santa Cruz de Tenerife en contra de las medidas para frenar el coronavirus

Otro de los testimonios es el de Eli, que se siente partícipe de "un encuentro en el que está representado el pueblo, que no está impulsado ni patrocinado por ningún partido político, ni ideología ni bandera". Dice pensar en el futuro. "Tengo 30 años y soy padre de una niña y lo que se está haciendo con esta falsa pandemia no es otra cosa que recortar nuestros derechos y libertades. Y por eso me siento llamado a luchar". Es más, se niega a asumir que no tienen sentido alguno, "y así lo ha dicho la Organización Mundial de las Salud (OMS) y también los médicos". Por lo que no se explica "la obligatoriedad de usar la mascarilla cuando transitas por la calle. La gente está cansada".

También Ignacio destaca su oposición al uso obligatorio de la mascarilla, "una medida que arbitran los políticos". Y reivindica que "todo esto termine ya". Sostiene que, si bien el virus existe, "no es ni mucho menos tan peligroso como nos están dando a entender". En consecuencia, rechaza la declaración de pandemia. "No hay derecho a que establezcan este nivel cuando los casos de mortalidad no son tan altos". Y se muestra convencido de que "todo una farsa y nos están tomando el pelo, además señalando a los jóvenes como responsables". Se siente agredido por las manifestaciones del presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, "quien nos ha demonizado, tachándonos de inconscientes, Y por eso quería decirle, de manera directa y de corazón, de hijo a padre, que nosotros, los jóvenes, de ningún modo somos unos irresponsables". Desde la información que les llega a través el teléfono móvil asegura que son muy capaces de asimilar la realidad y por eso sentencia: "Quien está actuando de manera inconsciente es Torres, quizá porque es un títere o una marioneta en manos de oscuros intereses. Está violando nuestros derechos fundamentales como ciudadanos y, además, actuando como cómplice de un genocidio silencioso", concluía.

Por su parte, Kiko, acompañado de su pequeña hija, se mostraba "indignado por la actuación de un Gobierno al completo", y se mostraba crítico. "Se han quitado del medio a nuestros mayores y ahora se quieren cargar a nuestros hijos". Y se pregunta: "¿Qué va a pasar con la vuelta a clase? ¿Y si mi hija se pone mala? ¿Volverá metida en una urna?". Se opone frontalmente a una "vacuna de nueva generación, modificada, con ARN y a partir de fetos no nacidos", así como trazas de "aluminio, plomo, ., metales pesados que se alojan en nuestro organismo".