"El 99% de los casos de coronavirus [en Estados Unidos] son totalmente inofensivos" , dijo hace unas semana el presidente de norteamericano, Donald Trump, en otra de sus afirmaciones estupefacientes sobre el coronavirus. Es posible que Trump oyese el dato de que la tasa de letalidad estimada de esta enfermedad en su país ronda el 1 por ciento. Es decir, que estadísticamente solo muere uno de cada cien pacientes que la padecen, pero es falso que sea "totalmente inofensiva" para el otro 99%. Cada vez afloran más evidencias de los serios estragos que causa el SARS-CoV-2 en el organismo, también en pacientes jóvenes y en aquellos que no han ingresado en la UCI: desde la ya conocida fibrosis pulmonar a discapacidad, tetraplejia, confusión, ictus, alucinaciones...

"Estamos empezando a ver discapacidad a largo plazo por esta enfermedad; daño pulmonar, cardiovascular y de corazón a largo plazo... y daño neurológico también", dijo el pasado lunes a la CNN el profesor Peter J. Hotez, pediatra estadounidense y científico experto en vacunas. "Estamos produciendo una generación de individuos discapacitados (...) Fijarse solamente en la tasa de letalidad es extremadamente superficial, no podemos hacer eso", advierte el médico desde Texas, uno de los estados norteamericanos donde más se han disparado los casos de coronavirus en las últimas semanas.

No hay que irse a EE UU: aquí también ha ocurrido. Varios enfermos gallegos graves han sufrido tetraplejia y han tenido que someterse a tratamientos muy agresivos para recuperar su movilidad. El neurólogo Antonio Pato, señalaba que "el Covid-19 puede llegar a producir, en su fase aguda, daños en los nervios de las piernas y los brazos". Según este especialista, en algunos casos el virus llega al cerebro, provocando su inflamación (encefalitis), pero en la mayoría de las ocasiones el daño se produce por la respuesta inmunitaria, la llamada "tormenta de citoquinas", una reacción descontrolada que hace que las células de nuestras defensas dañen los tejidos. La consecuencia más conocida es la fibrosis pulmonar, pero no es la única.

Delirio hospitalario

Otra de las consecuencias del Covid-19 más allá del daño en el sistema respiratorio es el delirio hospitalario. Un metaanálisis publicado en The Lancet concluyó que es el problema neurológico más común entre los pacientes de coronavirus. El psiquiatra gallego José Manuel Olivares lo define como "un síndrome difuso en el que hay alteración del estado de conciencia, y en el que pueden aparecer alucinaciones visuales. El enfermo puede ponerse también ocupacional (por ejemplo, si es un zapatero, se pone como a arreglar zapatos)".

Este delirio hospitalario, que no se debe confundir con las ideas delirantes que producen enfermedades mentales como la esquizofrenia, es el resultado de las largas estancias hospitalarias sin visitas ni apenas conversaciones, en pacientes inmovilizados que duermen mal porque el cerebro ya no distingue los periodos de sueño y vigilia. Además, se suelen administrar sedantes que pueden facilitar las alucinaciones, como el fentanilo, un opioide, y el midazolam, una benzodiazepina.

El delirio es común entre los pacientes de mayor edad, sobre todo en aquellos que presentan algún grado de deterioro cognitivo o demencia. Pero lo que ha ocurrido con el Covid-19 es que este delirio se da también en pacientes más jóvenes. Una reciente información en The New York Times señala que hasta el 75% de los pacientes de coronavirus en las UCI han sufrido este delirio en alguna de sus formas. La periodista estadounidense Pam Belluck habló con pacientes que relataron alucinaciones terroríficas, creyendo que las quemaban vivas, que las secuestraban o que veían al diablo. Estas alucinaciones las sufrieron pacientes relativamente jóvenes, que no recibieron sedantes psicotrópicos y que pasaron poco tiempo en la UCI.

Consecuencias neurológicas

Hacen falta más estudios, pero varios inciden ya en las consecuencias neurológicas de la enfermedad. Entre los pacientes hospitalizados por Covid-19 en Wuhan, más de un tercio experimentaron síntomas en el sistema nervioso, e investigadores franceses reportaron que el 84% de los pacientes de Covid-19 que habían ingresado en la UCI sufrieron problemas neurológicos. De ellos un tercio presentó confusión y desorientación una vez fueron dados de alta.

No sería el primer microbio que ataca al cerebro. La sífilis, causada por una bacteria, y el VIH, el virus del sida, pueden inducir demencia, y el zika invade los cerebros en desarrollo y limita su crecimiento.

Los neurólogos no creen que todos los pacientes de Covid-19 sufran daño cerebral, ni mucho menos, pero no descartan que, si los pacientes recuperados desarrollan problemas cognitivos en el futuro, estos puedan ser peores debido a la inflamación cerebral causada por el Covid-19.

Como dice el investigador del CSIC Antonio Figueras, que ha revisado numerosos estudios sobre este tipo de daños, "el Covid-19 es una gran bola de nieve que ataca múltiples órganos al mismo tiempo". Y aún desconocemos muchos de sus efectos.