Estamos en época de coronavirus, ¿es un buen momento para dejar de fumar?

Es el momento ideal para planteárselo. Esta situación de pandemia ha implantado miedo y preocupación por la salud respiratoria, debería darse un contexto muy bueno para que las personas den ese paso. Durante el confinamiento más duro, con el acceso a médicos y enfermeras restringido, muchos fumadores estaban en casa sin mucho quehacer y con mucha preocupación. Personas que estaban planteándose dejar de fumar han decidido posponerlo. Además, incluso en los momentos de mayor reclusión, los estancos han seguido abiertos. Venimos de un momento en el que la gente no lo ha tenido fácil y ahora que entramos en la normalidad, aunque ya vemos que hay que tener precaución, es necesario retomar este impulso de dejar de fumar. Es un momento buenísimo para tener una motivación extra.

¿Ser fumador es un factor de riesgo para que el pronóstico de Covid sea peor?

El concepto de persona de riesgo estos meses se ha manejado y usado mucho: alguien con mayor posibilidad ya no de contraer la enfermedad sino de, ya contagiado, estar grave. Las personas con enfermedades cardíacas o respiratorias crónicas las hemos considerado de riesgo en ese sentido. El tabaco debe ser de las pocas circunstancias en las que coinciden ambas condiciones de riesgo: los fumadores son personas de riesgo porque tienen enfermedades crónicas respiratorias y cardíacas pero, además, el acto de fumar aumenta el riesgo de contagio. No se puede fumar con mascarilla, llevarse la mano a la cara constantemente está implícito en el acto de fumar y al fumar hacemos inspiraciones y exhalaciones profundas, lo que hace mayor el riesgo para los demás y para uno mismo.

Conozco gente que durante la pandemia ha vuelto a fumar. ¿Es lógico?

Es lógico dadas las circunstancias. Es una situación de reclusión en la que el resto de actividades para afrontar el estrés, como el ejercicio o la socialización, han sido suprimidas y tampoco han tenido acceso a su médico habitual o su enfermera, su personal de apoyo, por lo que es lógico que suceda. Es fácil de entender. Que los estancos estuvieran abiertos lo ha favorecido. Con esa facilidad de acceder al tabaco no volver es también más difícil. Hemos tenido pacientes en estas circunstancias pero no tenemos datos de cómo de importante ha sido este problema de pacientes que han vuelto a fumar o que han empezado a fumar más. Algún día, hay que analizar el impacto que ha tenido estareclusión en los hábitos de consumo del tabaco. Habrá que ver la magnitud.

Haber intentado varias veces dejar de fumar, ¿complica abandonar el tabaco o volver a intentarlo?

Es una idea que tienen no pocas personas. Haberlo intentado una vez o dos y no haber podido parece que deja una sensación de fracaso que supone una barrera para una tercera o una cuarta vez. No es así. Hay estudios científicos que demuestran que eso es una ventaja porque hay un aprendizaje. Dejar de fumar es un proceso, no un acto, y muchas veces implica no tener éxito, que no es lo mismo que fracasar, en los primeros intentos. La mayoría de personas que dejan de fumar lo consiguen la segunda o la tercera vez, lo que quiere decir que hay quienes lo logran a la cuarta o la quinta y otras, a la primera. Hay que aprender a caerse de la bicicleta. A base de caerse y volverse a subir acabas aprendiendo. Esto es igual. Las experiencias previas permiten al paciente saber en qué se relajó o qué no tuvo en cuenta y se prepara mejor para frontar el abandono del tabaco que la primera o la segunda vez.

Se habla de la voluntad, pero ¿es más importante escoger bien el momento?

La voluntad es un arma de doble filo. Cuando quieren dejar de fumar y no pueden, cala esa idea de que no lo logran porque no tienen voluntad y eso es un error. La voluntad está desde el momento en que la persona quiere dejar de fumar. Luego hay dificultades reales físicas, sociales y psicológicas. No todos los momentos son iguales para dejar de fumar. Si una persona está atravesando un momento personal, profesional o emocional difícil. con una carga de estrés importante y sin posibilidad de apoyo es más difícil dejar de fumar. Esto implica cambiar hábitos y hacer frente a síntomas físicos de la dependencia a la nicotina. La medicación ayuda mucho. No es fácil, si no, no fumaría nadie. Es muy importante elegir bien el momento, no tener prisa, analizar la situación de la persona planificar qué momento será más idóneo. Igual hoy no es el mejor momento. Siempre es buena idea dejar de fumar, pero escoger bien ese momento es muy importante.

Reducir la dosis, como hacen algunos, ¿sirve?

Sirve. Es una herramienta, pero no un fin. Es importante tenerlo claro. Reducir la cantidad de cigarrillos que uno consume al día lo usamos para ayudar a dejar de fumar. El que fuma dos cajetillas al día necesita una gran cantidad de nicotina, pasar de consumir 40 cigarrillos a cero va a generar muchos síntomas físicos. Reducirlos progresivamente va a permitir que la persona se habitúe a dosis de nicotina más bajos y estará más cerca de la dosis cero y físicamente le será más fácil. También otorga confianza a la persona de que puede reducir, que tiene el control sobre esa situación, que si quiere, puede conseguirlo. Fumar, sea un cigarrillo o seis, es perjudicial para la salud. El objetivo debe ser siempre no fumar ninguno. Conformarse de pasar de 40 a 6 no es un objetivo, es un mérito grande, pero no nos podemos quedar ahí porque entonces sería muy fácil, en determinadas circunstancias, volver para atrás.

¿Han mejorado las ayudas de medicación para dejar de fumar?

Llevamos igual 14 años sin una gran aparición de algún nuevo fármaco que aporte más de lo que yateníamos. Hace 14 años apareció el último fármaco que usamos en el abandono del tabaquismo, que es muy útil y este año ha entrado por fin en la lista de los financiados por el sistema nacional de salud. Sí han surgido nuevas formas de terapias de sustitución de nicotina, chicles y parches. Han ido apareciendo comprimidos de liberación lenta, esprays, dispositivos pequeños, perlas orales... Modificaciones de terapias que ya teníamos pero que ahora son más cómodas y prácticas.

¿Los cigarrillos electrónicos ayudan o son una trampa?

Lo que sucede con los cigarrillos electrónicos es que sabemos mucho más que hace cinco años, pero nos falta experiencia a largo plazo. Tardamos 50 años en aprender que los cigarrillos mataban a la mitad de los que los consumen o que provocaban cáncer de pulmón. Nos va a llevar tiempo, pero sabemos a día de hoy de los efectos nocivos sobre la salud. Es importante desterrar la idea de que el cigarrillo electrónico es inocuo. No es igual que el cigarrillo convencional, pero la gran mayoría de marcas de cigarrillos electrónicos tienen nicotina, aunque no lo digan. Para generar el vapor tienen sustancias volátiles perjudiciales para la salud y alguna de ellas, incluso, son conocidas por ser cancerígenas. En algunos casos puede ser una herramienta útil para pacientes que fuman mucho, como paso intermedio, pero nunca es una alternativa. No son inofensivos y, además, se han convertido en algo atractivo para los adolescentes. Ha calado mucho en los jóvenes la idea de que no son fumadores sino vapeadores mientras están consumiendo nicotina y otras sustancias perjudiciales para la salud.

La principal consecuencia del coronavirus ha sido la neumonía. ¿Qué es?

Una neumonía, en realidad, no implica infección, sino que el pulmón sufre una inflamación. Nos damos un golpe en el brazo y se hincha, pues sucede lo mismo en el pulmón. Lo que hemos visto en los pacientes con coronavirus es que ha habido una infección que ha afectado al pulmón y que muchos de ellos han desarrollado una neumonía que en muchos casos ha seguido incluso cuando la infección ya no estaba. Es un concepto difícil de entender, pero el pulmón ha continuado inflamado y sin funcionar bien. Es un tejido muy denso y cuando no entra bien el aire, el oxígeno no se puede extraer bien y el pulmón no funciona como debe.

Es difícil de entender que un virus que en un primer momento era casi inocuo genere unas neumonías muy complicadas que, en algunos casos, llevaban a los pacientes a la muerte.

Depende de la extensión. Tenemos dos pulmones que, en condiciones normales, nos dotan de oxígeno más que suficiente para mantenernos vivos y hacer muchas actividades.Si tenemos una inflamación de un trocito de los pulmones, sólo una parte, esa parte no funciona bien, deja de funcionar. Si seguimos teniendo una parte que funciona bien no tiene porqué pasar nada. Es así en la mayoría de neumonías. El problema es cuando esa neumonía se extiende y afecta a los dos pulmones. Si los dos se inflaman entramos en una situación de insuficiencia respiratoria, no llega suficiente oxígeno del aire que respiramos y todo el organismo falla. Es el combustible necesario para que funcionemos, para que sigamos con vida. Puede llegar a pasar que una neumonía de los dos pulmones permanezca incluso cuando la infección por coronavirus ya ha desaparecido. Aún no sabemos bien porqué cuando la infección se está yendo, la inflamación persiste y pone en riesgo la vida del paciente.

¿Una neumonía no es fácil de curar?

Depende del origen. Cuando es por una bacteria como entendíamos hasta antes del coronavirus, los antibióticos eliminan la bacteria y la neumonía desaparece con la infección. Lo difícil de tratar con estos pacientes es que con la infección en retirada el organismo sigue inflamado. Hasta la fecha se trataban con antibiótico y un poquito de antiinflamatorio. Era suficiente. En estos pacientes estamos viendo que tratamos la infección, pero la inflamción sigue y no tenemos un tratamiento. No se ha podido demostrar que ninguno sea efectivo para los enfermos de coronavirus, por eso hay tanto interés en la vacuna. Cuando se habla de medicamentos aprobados se hace referencia a tratamientos antiinflamatorios porque dado que no tenemos vacuna o una manera rápida de acabar con el virus se están centrando en reducir la inflamación de estos pacientes. Son neumonías diferentes a las que estábamos viendo. La palabra es la misma, pero lo que está sucediendo en pacientes con coronavirus no es una neumonía con una bacteria con las que la gente está familiarizada.

¿Una persona que ha sufrido una neumonía tiene más predisposición a tener otras?

No necesariamente. Las neumonías, si sales del criterio coronavirus, son muy habituales. Es muy frecuente que una persona a lo largo de su vida tenga al menos una neumonía. Entra dentro de lo normal. Tener una no predispone a tener más. Los que hayan tenido no una sino tres o cuatro neumonías a lo largo de su vida es posible que tengan más riesgos de tener más neumonías, pero porque existe algo que predispone a que las tengan, que haya un problema de salud que desconocen y que favorece que tengan neumonías. Una persona totalmente sana puede tener una neumonía, curarse y que eso no suponga nada más.