Impoluto, con sombrero negro, a juego con su traje y corbata del mismo color, en contraste con su blanca camisa, el médico José Gregorio Hernández, que será beatificado por decreto papal 101 años después de su muerte, revive en las calles de Caracas para acabar con la Covid-19 en Venezuela.

Como si se tratase de una reencarnación, Jesús García, un artista de 33 años, se ha puesto en la piel del galeno y ha incorporado a su indumentaria un elemento imprescindible en estos tiempos: una mascarilla. En medio de la pandemia, esta personificación recorre las calles de la capital para luchar contra el coronavirus con dos armas: ciencia y fe.

Así, la réplica viviente de José Gregorio, como le llaman cariñosamente sus creyentes paisanos, llama a los venezolanos a la consciencia para usar tapabocas y aplicar el distanciamiento social, justo cuando la Covid-19 empieza a desatarse en el país suramericano. Esta iniciativa quiere aprovechar la imagen del venerado médico, conocida por todos los venezolanos y presente en cada rincón del país, que ha sido potenciada desde que El Vaticano anunciase en junio su beatificación para el primer trimestre de 2021.

Hace más de un siglo, Hernández introdujo el microscopio en los laboratorios venezolanos, fue catedrático de Medicina y atendió a enfermos de la llamada gripe española. Hoy, en un plano metafísico, vuelve a Caracas para sumarse como una autoridad divina a las labores científicas que buscan contener el nuevo coronavirus.

Religión y ciencia

El artista insiste en la capacidad que tuvo su "alter ego" para creer en los milagros, al haber sido un estudioso de la religión, sin dejar de tomar las medidas terrenales para sanar a los enfermos y cuidar la salud. "Así como el doctor José Gregorio logró mezclar la religión con la ciencia, vamos a tener fe pero también vamos a apoyar a los doctores, a la ciencia, para que logren erradicar este virus de una vez por todas", sostiene.

El joven, bailarín de una compañía estatal, asegura que su objetivo es instar a los venezolanos a "tomar conciencia de la prevención" y "no solamente esperar un milagro". Para lograr este cometido, resiste el sol caribeño mientras pregona el correcto uso de la mascarilla o la importancia de quedarse en casa por estos días. El hombre de traje negro sigue su marcha. Los caraqueños, unos pocos escépticos y la mayoría entusiastas, lo siguen con la mirada o lo escuchan con atención. "Gracias a él yo estoy aquí", relata convencida Yusma Hernández, minutos después de encontrarse con su salvador. La comerciante de 50 años cuenta que cuando era una niña sufrió una meningitis y quemaduras de primer grado por lo que los médicos la habían "desahuciado". "Y me salvó el doctor José Gregorio Hernández (...) mi papá le pidió con mucha fe al doctor", agrega.

Testimonios similares se pueden encontrar en cada poblado de Venezuela y se pueden apreciar condensados en las miles de placas de agradecimiento "por los favores concedidos".