Las empresas de servicios funerarios han tenido que afrontar meses intensos con la pandemia del coronavirus En su opinión, "lo más duro ha sido explicar a los familiares de los fallecidos que no podían desarrollar el velatorio o celebrar la ceremonia", como ocurría antes de la aparición de la citada enfermedad, así como que en la despedida sólo podía haber tres personas.

Para Bazaga, el objetivo fundamental ha sido garantizar la seguridad de los trabajadores, así como de los ciudadanos que han querido o han podido utilizar las instalaciones. Y, precisamente, ahora existe la posibilidad de que algunas familias puedan recuperar la celebración de ceremonias a sus seres queridos. "Dejamos de prestar servicios de velatorio y ceremonia a difuntos con coronavirus a partir del 6 de marzo del 2020, anticipándonos a las medidas oficiales, con el objetivo de proteger a los familiares y profesionales que participan en los servicios que ofrecemos", recuerda. A partir del 16 de marzo, se redujo el aforo de las salas de ceremonias de nuestras dependencias a un tercio, con el fin de reducir aglomeraciones y colaborar en la prevención de potenciales contagios.

Ni velatorios ni funerales

Cinco días después, el día 21, "limitamos el acceso al público a nuestros tanatorios y quedaron suspendidos todos los velatorios y funerales, permitiendo solo la entrada a los familiares más cercanos, anticipándonos una vez más a las medidas de protección oficiales, que llegaron el pasado 30 de marzo", indica el gerente de Mémora en Santa Cruz de Tenerife. Alexis Bazaga insiste en "la cultura que existe en Canarias" para velar a los familiares durante 24 horas y cómo los sepelios se convierten en un acto social más. Cita la anécdota de una familia que tenía a un ser querido fallecido en las dependencias de Mémora en Santa Lastenia y decidió hacer el velatorio en el interior de varios coches, tres o cuatro miembros por cada vehículo, durante toda una noche en el aparcamiento de tierra próximo al citado tanatorio. Con este ejemplo, el directivo de Mémora advierte de cómo la normativa de seguridad ha alterado las costumbres de algunos ciudadanos y cómo otros se aferran a ellas en los momentos de la despedida. Desde antes del 6 de marzo, ya se aplicaban protocolos de protección para los empleados para llevar a cabo la recogida de fallecidos por Covid-19 y de otros sobre los que no se sabía con exactitud la causa de su muerte, o bien porque habían perecido por una infección respiratoria o una neumonía. Esta forma de actuar se reforzó, en la medida en que muchos cuerpos se recogen en hospitales.

Los trabajadores han utilizado buzos de protección, gafas, guantes y patucos. Además, se ha implantado un protocolo para la desinfección de vehículos cada vez que se utilizan. Y una empresa realiza la limpieza de las salas cada vez que finaliza su utilización por una familia, una labor que se certifica. Los aseos públicos permanecen cerrados y, para utilizarlos, hay que pedir las llaves. Y se limpian una media de seis o siete veces al día. Ante la actual realidad, también se ha implantado la seguridad privada, con un vigilante que se encarga del control del aforo en las instalaciones, de tomar la temperatura a cada persona que accede a las dependencias y de que los ciudadanos adopten las medidas de prevención adecuadas (llevar mascarilla, lavarse las manos con gel y respetar la distancia de seguridad, entre otras cosas).

En opinión de Bazaga, ha sido fundamental el compromiso del personal "para hacer bien el trabajo y atender a los familiares lo mejor posible dadas las circunstancias". Para este directivo, en el Archipiélago no ha existido una excesiva presión por el número de víctimas mortales por el coronavirus. Estima que la presión ha llegado por parte de las familias que no han podido desarrollar "sus velatorios de acuerdo a nuestra cultura". Y lo mismo ha ocurrido en los recintos municipales o las criptas parroquiales. En estos momentos, con la situación de nueva normalidad, la limitación de los aforos se sitúa en 20 personas para los velatorios en espacios cerrados, "que es mejor que tres", aclara Alexis Bazaga. Los empleados han tenido que afrontar algún problema con familiares que no han entendido o aceptado las normas, pero ninguno de esos episodios ha sido de carácter grave.

Nueva oportunidad

Desde Mémora han puesto en marcha una iniciativa para llamar a todas aquellas familias que no tuvieron la despedida de su familiar como hubiesen querido, por si necesitan algún tipo de acto concreto. Por ejemplo, se han incrementado las misas de recuerdo. Y los actos pueden desarrollarse en las dependencias de un tanatorio o en las parroquias más próximas al lugar de residencia de los familiares o de la persona fallecida. También se dan casos de familias que solicitan, de forma expresa, dichas prestaciones.

Con las medidas preventivas y el cierre de los cementerios, también se han retrasado algunos procesos administrativos, desde la colocación de las lápidas, "un trabajo que se está haciendo ahora, en las últimas semanas"; las acciones con las gestorías o las gestiones necesarias para disponer de las herencias.