El SARS-CoV-2 es una máquina de contagio prácticamente perfecta. El virus se abre paso por gotas, superficies e incluso por el aire. Sin embargo, las autoridades sanitarias han tardado bastante en admitir este último supuesto. Las autoridades sanitarias de muchos países alrededor del mundo han remarcado insistentemente que el coronavirus puede transmitirse fundamentalmente a través de las pequeñas gotas que soltamos al toser o estornudar permaneciendo suspendidos a dos metros de distancia.

Además, al tener la capacidad de sobrevivir en entornos acelulares, cuando estas gotas se depositan en una superficie (fomite) son capaces de sobrevivir lo suficiente como para que una persona lo toque y se lo lleve pegado en la mano, pudiendo, en cualquier momento, errar en un movimiento y contagiarse. De ahí que se recomiende insistentemente mantener la distancia de seguridad y lavarse las manos. Sin embargo, menos se ha hablado de la posibilidad de que el SARS-CoV-2 pueda llegar a estar suspendido en el aire, en forma de aerosol (microgotas) y volar una distancia de hasta 10 metros y mantener su capacidad infectiva cuando es inhalado por un huésped.

La posibilidad de que el coronavirus que provoca la Covid-19 pueda viajar al desintegrarse y convertirse en un aerosol, aunque difícil de demostrar empíricamente (son muy difíciles de detectar en el acto, las microgotas que se forman y desprenden al hablar o respirar), explica cómo se han dado algunos eventos de contagios en interiores y la distribución espacial del virus en el tracto respiratorio de los pacientes. Ya ha ocurrido en espacios donde no se había dado ni un contacto estrecho entre los pacientes, como restaurantes con mala ventilación, gimnasios donde se daban clases conjuntas, en el transporte público en el que los pacientes estaban sentados, en las aulas de las escuelas y universidades o en un auditorio de una coral. En todos esos casos hubo un denominador común: ocurrió en espacios cerrados y con una deficitaria ventilación.

Este comportamiento, además, concuerda con el que presenta su primo-hermano, el SARS-CoV-1, que en estudios retrospectivos realizados en 2005 evidenció su capacidad de moverse libremente por el aire cuando se desintegraba y se convertía en un aerosol, describiéndose su trasmisión por el aire e infección en centros de asistencia primaria, hospitales y aviones. Y lo mismo ocurre con el nuevo coronavirus que está asolando al planeta. "Una de las vías de transmisión que ha sido mencionada de pasada -o no mencionada en ningún sentido- ha sido la del transporte de contenido viral en el aire", explican científicos ambientales en un artículo publicado en abril en la revista científica Environment International. En él, la experta en calidad del aire australiana Lidia Morawska y el físico chino Junji Cao, afirmaron que, en algunos casos "el líquido de la gota empieza a evaporarse y se hacen tan pequeñas que pueden ser transportada por el aire". De hecho, son tan minúsculas que escapan a los efectos de la gravedad, pudiendo viajar junto a su equipaje infeccioso "hasta 10 metros del lugar en el que se originaron".

"No nos tenemos que olvidar que SARS-CoV-2 es el virus respiratorio para el cual se ha descrito la mayor carga viral en tracto respiratorio superior", explica el virólogo de la Universidad de La Laguna, Agustín Valenzuela. Por esta razon, -remarca el científico- "no nos debe extrañar" que se propague además por vía aérea, como los científicos japoneses sospecharon desde un primer instante".

10.000 partículas al respirar

Cabe resaltar que la simple respiración emite entre 1.000 y 10.000 partículas por litro de aire, o entre 1 y 5.000 partículas por minuto. Cuando lo que hacemos es estornudar, las partículas por litro de aire ascienden a un millón. Pero este volumen es muy variable y depende de nuestro comportamiento. Por ejemplo, se intensifica al hablar y es aún mayor en las personas que vocalizan más. "La tasa de emisión de partículas durante el habla normal se correlaciona positivamente con el volumen de la vocalización, que varía de alrededor de 1 a 50 partículas por segundo para amplitudes bajas a altas", señala otro grupo de investigadores franceses que también proporcionó argumentos sobre la posible transmisión en forma de aerosol del SARS-CoV-2 en abril. Y aunque no existan diferencias entre el idioma, sí que lo hay entre individuos, pues algunos son más propensos a contagiar y son los conocidos como supercontagiadores.

A pesar de las evidencias promulgadas por decenas de investigadores de todo el mundo -aunque primero por científicos japoneses- , hasta el pasado 9 de julio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo contemplaba como un rara avis que solo ocurría en espacios quirúrgicos, donde los facultativos suelen utilizar aerosoles para nebulizar. Sin embargo, la OMS ha tenido que ceder ante la presión que han realizado más de 237 virólogos, físicos, epidemiólogos, ingenieros y expertos en aerosoles de todo el mundo que, en un comentario publicado en la revista Clinical Infectious Diseases, advirtieron a las autoridades sanitarias sobre la necesidad de tener en cuenta la transmisión del virus como aerosol.

Así, el pasado 9 de julio, la OMS publicaba que "algunos reportes de brotes en espacios interiores donde hay multitudes sugieren la posibilidad de transmisión por aerosoles o por gotículas expedidas al hablar". Según la OMS, en estos eventos, la transmisión podría explicarse porque la multitud que se encontraba dentro de un espacio "mal ventilado durante un periodo de tiempo prolongado". No obstante, la OMS vuelve a insistir en que algunas investigaciones más detalladas "sugieren que la transmisión por gotículas o fomites" pudieron también haber sido la causa de este contagio. Ante estos hallazgos, los investigadores han determinado que es necesario restringir aún más las medidas de seguridad.

Mascarilla necesaria

"La distancia interpersonal de dos metros puede ser considerada como una protección eficaz sólo si todo el mundo utiliza mascarilla", reclamó también en abril un grupo de investigadores italianos, que recordó que cubriendo las vías respiratorias altas se impide que el virus se acople a la proteína humana ACE2 -la que emplea el virus como llave para infectar al sistema respiratorio- que se encuentra en la vía de entrada del virus: las mucosas que recubren la nariz y la boca. Por su parte, Morawska -que ha sido la precursora de la petición urgente a la OMS- insiste en que se deben tomar medidas de precaución en espacios cerrados tales como "incrementar la ventilación, usar ventilación natural, evitar la recirculación del aire, evitar permanecer quieto en el mismo lugar en el que fluye el aire de otra persona y minimizar el número de personas que comparten un mismo ambiente".