"Desde hace unos días, estamos viviendo una situación límite en Urgencias". Guillermo Burillo, el para entonces coordinador de las Urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), empezaba así el pasado 13 de diciembre un correo electrónico que era reenviado a la recién electa gerente y a la directora médica. En dicha comunicación, les enumeraba -y no por primera vez- los problemas a los que se enfrentaba el servicio, entre los que se hallaban la cantidad de pacientes que requerían ingreso y la falta de camas en el servicio para atenderlos, especialmente debido a la baja concertación y a los pacientes sociosanitarios que estaban ocupando camas que no les correspondían.

"Ello está llevando a retrasos enormes en la asistencia a nuevos pacientes y a trabajar en pésimas condiciones, al manejarnos prácticamente solo en el pasillo para atender pacientes", remarcaba Burillo en el correo electrónico. No obtuvo respuesta. Seis meses después y tras haber estado en primera línea de fuego para combatir el coronavirus, fue cesado en su cargo por la actual gerente del centro hospitalario, Mercedes Cueto. En esta breve comunicación -de apenas una veintena de líneas- el excoordinador de las Urgencias del HUC resume justamente los indicadores de calidad que, para el consejero de Sanidad, Blas Trujillo, son "manifiestamente mejorables" en las Urgencias del HUC, lo que indica que el profesional no solo era conocedor de los malos resultados a los que se veía abocado el servicio, sino que los había intentado revertir advirtiendo de las deficiencias del servicio continuamente a la dirección del centro hospitalario, así como buscando soluciones junto a los responsables del centro en diversas reuniones a lo largo de su labor como coordinador.

De hecho, Mercedes Cueto, que comenzó a dirigir el HUC en octubre de 2019, se llegó a reunir con Guillermo Burillo cuando accedió al puesto, aunque solo para discutir la posibilidad de ajustar los turnos de guardias para tratar de mejorar el servicio. Después de poco más de dos reuniones, se estableció una comisión de seguimiento -como otras tantas que se han creado en el hospital por esta problemática- conformada por trabajadores y un representante sindical que nunca se volvió a convocar, ni para este, ni para ninguno de los otros problemas que el coordinador del servicio había denunciado. Y no lo hizo ni el periodo previo a la primera ola de Covid-19 ni después.

Finalmente, el pasado 7 de junio se anunciaba el cese de Guillermo Burillo, que, según la dirección del centro, fue fruto de "la dificultad para alinear los objetivos estratégicos de la dirección con los propios del coordinador". La dirección del centro argumenta que "se tomó la decisión de optar por un cambio organizativo con el único objetivo de mejorar el servicio que se presta a los pacientes, ya que el espíritu de mejora del servicio debe prevalecer sobre intereses personales". Con esta última frase, Cueto se desmarca de las voces que afirman que la decisión se ha tomado porque entre ella y Burillo existen rencillas personales que emanan de la época de elaboración del Plan de Urgencias Canario (Pluscan).

Advertencias históricas

Pero Burillo no solo advirtió a Cueto. Las deficiencias del servicio también había llegado un año antes a los oídos de su predecesora en el cargo, Soledad Pastor. En un documento firmado por Pastor, se exime de responsabilidad a Burillo por las deficiencias que existen en el servicio, y es ella misma, como directora del centro, la que se compromete a dar solución a cada una de las situaciones deficientes que existen en el servicio, pues asume que es un problema directo que compete a su gestión.

En dicho escrito se exponen un total de 28 líneas de mejora que van desde la implementación de nuevos medios (como el sistema de triaje informatizado o la renovación del material del que se disponía), de modificaciones en el funcionamiento interno (orientados a los cambios en los criterios y los métodos de ingreso o la evacuación de los pacientes sociosanitarios) y de mejoras para el personal médico (contratos más largos y suficientes para cubrir la plantilla o el disfrute de las 10.000 horas que la Administración les adeuda).

De ahí que las declaraciones que el consejero de Sanidad realizó el pasado martes en sede parlamentaria, en las afirmaba que el cese de Guillermo Burillo tras la crisis de Covid-19 venía motivada por los malos resultados obtenidos en el servicio, hayan causado estupor y enfado entre los trabajadores. Trujillo se manifestó en el pleno parlamentario asegurando que las Urgencias del HUC han experimentado el mayor descenso en el volumen de usuarios desde 2014, pero, pese a ello, el tiempo de permanencia en el servicio es, "con mucha diferencia", el mayor de todos los hospitales, de la misma manera que los ingresos superan también a los del resto de centros. Además, criticó la planificación de turnos, guardias y vacaciones ya que se ha traducido en "un aumento del gasto más allá de lo razonable". Por último, el consejero lamentó el retraso que se ha acumulado en la implantación del sistema de triaje y de la historia clínica electrónica.

En esta línea, el sindicato con mayor representatividad dentro del HUC, Intersindical Canaria, hizo público ayer un comunicado en el que dejaba entrever la posible manipulación a la que podrían haber estado sujetas las declaraciones del consejero. "Estamos en condiciones de afirmar que el Consejero, o falta a la verdad, o ha recibido una información altamente sesgada de las razones por las cuales el HUC está en una situación de caída libre al desastre desde que se integró en el Servicio Canario de Salud (SCS)", afirmó el sindicato.

Y es que la situación de las Urgencias en el HUC no responde a una dificultad actual. Ni siquiera de 2014 cuando empezó a coordinar el servicio Guillermo Burillo. La merma de la calidad asistencial del hospital se ha fraguado durante casi una década. La integración en el Servicio Canario de la Salud (SCS) del centro hospitalario "con un déficit de 600 trabajadores" respecto al resto de hospitales de las Islas es, a ojos de Intersindical Canaria, donde se iniciaron los problemas. En 2013, la situación -que no es corregida- se agrava cuando, la ya de por sí mermada plantilla, se ve obligada a asumir los pacientes de todo el área norte de salud de Tenerife y La Palma "sin instalaciones preparadas para ello" y aún con recursos humanos mermados.

Fuga de profesionales

"A esto hay que añadir la fuga permanente de profesionales que se produce, de manera resumida, por las duras condiciones laborales y por la competencia de otro centro público, del SCS, que a 900 metros ofrece mejores y más estables condiciones laborales a sus trabajadores en la misma empresa", insistió Intersindical Canaria. Justamente esta situación se hizo palpable cuando el anterior equipo de gobierno del HUC trató de paliar la carencia de facultativos convocando procesos selectivos que, sin embargo, quedaron desiertos. Por esta razón, como afirmó la portavoz del sindicato, Catalina Darias, "no es justo que, antes esta discriminación sistemática de la administración y los esfuerzos redoblados de los trabajadores, se venda el cese como un fracaso de gestión".