El proyecto Oblatas atendió a un total de 359 mujeres que ejercen la prostitución y/o son víctimas de trata con fines de explotación sexual en Canarias durante el estado de alarma contra la Covid-19 a través de su programa Daniela-Oblatas, en Las Palmas de Gran Canaria, que atendió a 83 mujeres, y de su programa La Casita-Oblatas, en Santa Cruz de Tenerife, a 276.

Así lo reflejan los datos recogidos en el informe de los proyectos sociales Oblatas del Santísimo Redentor en Europa sobre el impacto del confinamiento y la crisis sanitaria del coronavirus en este sector -todavía más- vulnerable de la población, donde los distintos recursos de la congregación religiosa presentes en España, Portugal e Italia atendieron a un total de 2.759 mujeres y 7.828 demandas de atención social, sanitaria, psicológica o jurídica, que culminó con la realización de un total de 12.749 intervenciones durante este período comprendido entre el 13 de marzo y el 21 de junio.

En el caso concreto de Canarias, el programa Daniela-Oblatas atendió 362 demandas de atención y acompañamiento a mujeres que ejercen la prostitución o son víctimas de trata o explotación sexual durante el confinamiento, mientras que La Casita-Oblatas atendió un total de 1.400 solicitudes, si bien cabe señalar que el recurso grancanario solo contabiliza en este cómputo los procesos totales que culminaron con un resultado concreto, toda vez que el tinerfeño incluye todas las consultas y demandas realizadas.

Una gran parte de las demandas se corresponde con mujeres que ya estaban vinculadas previamente a este programa, pero también con mujeres de etapas anteriores que recurrieron a este referente ante la situación de emergencia, así como con mujeres que acudían por primera vez. Por otra parte, el total de intervenciones realizadas a través de este recurso en Canarias asciende a 2.601 atenciones -617 en Las Palmas de Gran Canaria y 1.984 en Santa Cruz de Tenerife- según los baremos ya señalados.

El citado informe alerta del "agravamiento de la situación de precariedad, pobreza y exclusión" que viven las mujeres que ejercen la prostitución" y fueron atendidas por los proyectos de Oblatas de la Provincia Europa durante el período del confinamiento, en que la situación de aislamiento en los clubs o pisos donde ejercían la prostitución "ha provocado, en algunas ocasiones, aumento de violencia, coacción y explotación hacia las mujeres". Además, este mismo contexto ha potenciado "el uso de la tecnología en las nuevas formas de prostitución" puesto que, "aunque el consumo de prostitución en la calle y en algunos ámbitos cerrados ha disminuido, se ha readaptado a un nuevo escenario de confinamiento y de vulnerabilidad".

Por otra parte, el cese de su actividad en el caso de las mujeres que ejercen la prostitución en la calle "les impidió cubrir sus necesidades básicas y la de sus familiares", mientras que "las que están en pisos y clubs tuvieron que seguir pagando las habitaciones, lo que aumenta las deudas con proxenetas o prestamistas", detalla el informe de la organización, que visitó pisos y locales para hablar directamente con las mujeres y recabar datos y vivencias. Además, en muchos casos se produjeron desalojos de dichos lugares durante el confinamiento.

En cuanto a las mujeres víctimas de trata para la explotación sexual, el informe señala que "están siendo coaccionadas para mantenerse en la actividad", toda vez que "las que habían decidido reorientar su vida y que habían conseguido un trabajo en limpieza o cuidado de mayores, lo han perdido".

Necesidades

Las principales demandas planteadas por las mujeres durante este período fueron de atención y acompañamiento psicológico, cobertura de necesidades básicas de alimentación y de habitabilidad, así como de asesoramiento sociosanitario para protegerse y proteger. También se realizaron asesoramientos de tipo jurídico, formativo y de acompañamiento para gestiones relacionadas con ayudas sociales, trámites administrativos con extranjería, ERTEs, desahucios o procesos judiciales.

El grueso de las intervenciones se llevó a cabo mediante un seguimiento telefónico basado en "un contacto diario y continuo" desde el inicio del confinamiento hasta mediados de mayo, cuando se retomó la atención presencial en los dos recursos presentes en Canarias con todos sus servicios habituales de apoyo, acompañamiento y sensibilización, a excepción de las actividades grupales.