Doce comunidades autónomas han dado este lunes el pistoletazo de salida de sus pruebas de acceso a la Universidad, desarrolladas este año en un ambiente enrarecido y francamente insólito debido al impacto de la pandemia del coronavirus, que ha forzado la adopción de medidas extraordinarias tanto en la seguridad como en los formatos de los exámenes.

Andalucía, Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla-La Mancha, Cataluña, Galicia, Madrid, Murcia, Comunidad Valenciana, País Vasco y La Rioja son las regiones en las que la EBAU/EVAU se desarrollará durante esta semana, mientras que los estudiantes de Asturias, Canarias, Castilla y León, Extremadura y Navarra ya las han realizado.

La omnipresencia de mascarillas y geles hidroalcohólicos, el aumento del número de sedes y espacios abiertos de las universidades para hacer las pruebas, la distancia interpersonal de 1,5 metros o la prohibición de intercambiar materiales como bolígrafos son algunas de las principales medidas implantadas, con alguna variación entre regiones.

Y otra novedad común al conjunto del territorio es que, si bien la prueba incluirá todo el temario, pero cada estudiante podrá seleccionar un número de preguntas por bloque para garantizar al cien por cien que versará sobre contenidos que hayan trabajado.

En Madrid, de entre los alrededor de 41.000 estudiantes que se presentan a la EvAU han sido los de Ciencias los elegidos para abrir la veda, enfrentándose durante este lunes a los exámenes de Lengua Castellana y Literatura, Historia de España y Primera Lengua Extranjera, calendario que repetirán mañana los estudiantes de Sociales, Humanidades y Artes; el miércoles y el jueves tocarán las materias opcionales.

La capital ha contado, asimismo, con un plan especial de movilidad para evitar las aglomeraciones en el transporte público y con un amplio dispositivo de Protección Civil, Samur y Policías Locales.

Normalidad vieja y nueva

En la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la que más alumnos examina en la región (13.883), la estampa a primera hora de la mañana compartía muchos elementos con las EvAU de otros años: grupos de adolescentes nerviosos, apuntes aquí y allá siendo objeto de repasos de última hora y quinielas sobre lo que caerá o no caerá, de esas que más que apuestas son deseos.

Pero también estaban los ineludibles rasgos de la 'nueva normalidad', como las omnipresentes mascarillas o unas aglomeraciones claramente inferiores al de otros años; aunque concurren a la EvAU un 22 % más de aspirantes que en 2019, se ha incrementado el número de facultades y aularios disponibles para distribuir a los examinados, manteniendo el aforo de los recintos al 33 %.

A las puertas de la Facultad de Ciencias Físicas de la UCM, en los prolegómenos del arranque de la prueba buena parte de los asistentes intentaba mantener cierta distancia entre sí, aunque en el momento de entrar al inmueble ha sido inevitable el embotellamiento humano en la puerta.

Ya dentro del edificio, cada alumno debe tener puesta la mascarilla en todo momento y lleva una pulsera de un color que identifica los espacios comunes a los que puede acceder. No están abiertas las cafeterías ni disponibles las máquinas expendedoras, aunque a los estudiantes se les da una botella de agua durante la jornada, y deben abandonar el campus en cuanto acaben los exámenes.

Los alumnos que se examinaban esta mañana se mostraban conscientes de la necesidad de aplicar estas medidas, aunque la obligatoriedad de usar la mascarilla constantemente les resultaba particularmente molesta. "No me parece bien que en otras comunidades autónomas hayan dejado bajar la mascarilla para no estar agobiado, y aquí nos la tenemos que dejar puesta, pero bueno, si es por seguridad, pues lo veo bien", reconocía Marcos.

Preparación y futuro

Lo que transcurre esta semana, como insisten en recordar los alumnos que acuden a la EvAU, no es sino la culminación de un curso trastocado enormemente por la crisis sanitaria, ya que los cambios no sólo han afectado a la organización de la prueba: toda la preparación se ha visto alterada por el confinamiento de los alumnos.

"La preparación ha acabado siendo más larga de lo normal, porque claro, estás todo el día en casa y qué vas a hacer, pues estudiar", decía Álvaro, quien admitía que le ha llevado más tiempo del que preveía estudiar sus materias de examen al haber tenido que hacer "de profesor y de alumno".

No faltan los fans de la metodología 'online', como Almudena, quien comentaba: "Desde mi punto de vista hemos aprovechado más el tiempo, al final si vamos a clase tenemos que perder el tiempo yendo, viniendo, comiendo... y al final en casa te levantabas, te ponías con el iPad y para adelante".

De hecho, según narraba, en su instituto decidieron conjuntamente renunciar a las clases voluntarias y presenciales de refuerzo que se permitieron a partir del 16 de junio. La otra cara de la moneda la representan, por ejemplo, Marcos y Lucía, que sí aprovecharon esa oportunidad para repasar las asignaturas que más les costaban.

"Ha sido más difícil, porque lo hemos tenido que preparar tres meses nosotros solos, y 80 personas en una clase 'online' no es lo mismo", protestaba Lucía, mientras que Marcos señalaba que, aunque pensaba que iban a ser "más perjudicados" por las circunstancias, se han compensado con "las facilidades que han dado para el examen".

La vicerrectora de Estudiantes de la UCM, Rosa de la Fuente, ha apuntado que, si bien es previsible que haya "muchas notas muy altas", esto no tiene por qué perjudicar a los alumnos cara a las notas de corte, puesto que lo esperable es que la subida de las calificaciones sea generalizada.