"Desde que nos pasó, me da miedo salir o ir a una discoteca. Tengo miedo social y sentimiento de culpa por ser gay. Pienso que si hubiera sido hetero y tuviera mujer, habría evitado episodios de este tipo. Me machaco mucho por ser gay. Ya no le cojo la mano a mi pareja de la mano cuando vamos por la calle ni le doy besos. Tengo mi libertad cohibida desde aquel 26 de agosto".

Así explicó ante la sección cuarta de la Audiencia de València uno de los dos hombres que en agosto de 2017 denunció un ataque homófobo que supuestamente sufrieron a manos de un desconocido con el que habían coincidido la noche anterior en la celebración de la boda de una amiga común, en Ribaroja de Túria.

Según el escrito de acusación tanto de la Fiscalía, ejercida por la fiscal especial contra los delitos de odio, Susana Gisbert, como de la acusación particular, en manos del letrado Abraham Durán, tras la boda de esa amiga, la pareja fue recogida por otros dos invitados a la boda para ser llevados a València, ya que carecían de vehículo.

En el trayecto, a las siete de la mañana del 26 de agosto y en un ambiente distendido, el copiloto sugirió, recordaron las víctimas, "irse de putas". Los dos hombres respondieron, según rememoraron ayer ante el tribunal por separado en sendos relatos plagados de detalles y en los mismos términos que han mantenido desde la primera denuncia y durante toda la instrucción de la causa, que no, porque "somos pareja, así que, como mucho, de putos". A partir de ese momento, el copiloto y hoy acusado de un delito de odio, de otro de amenazas y de dos de lesiones, se habría girado en el asiento y la habría emprendido a puñetazos con el joven sentado en el asiento trasero más próximo a él, "mientras gritaba 'maricones de mierda, comepollas, os voy a matar", coincidieron ayer ambas víctimas, que también aseveraron cómo le indicó al conductor que parase el coche. Y lo hizo.

Fue en una rotonda de la pista de Ademuz, a la altura de Paterna. Allí, explicaron, el ahora acusado, Rafael A. R., que se enfrenta a un año y tres meses de cárcel, "nos sacó a golpes del coche, mientras seguía gritando 'maricones, os voy a matar'". Primero a uno, y luego al otro, ya que ninguno pudo salir por sus medios porque estaba puesto el cierre de seguridad en las puertas traseras.

"Salí corriendo y llorando. Aún no me creo que algo así pueda suceder hoy", declaró ayer una de las víctimas.