Alberto Medina, de Ecologistas en Acción, al igual que el biólogo Carlos Arribas, ratifica que uno de los grandes problemas de la acuicultura es la alimentación de los peces, "y de esta se extraen terribles paradojas", según revela en su blog. Según la Organización de Ingredientes Marinos, que mide los parámetros de eficiencia en la nutrición acuícola, tradicionalmente para obtener un kilo de salmón se necesitan tres kilos de pescado salvaje. El salmón es el pez de cultivo más vendido en el mundo y, por cierto, "suele ser sordo por culpa de su crecimiento acelerado", explica.

Por otra parte, en una granja de engorde, un kilo de atún necesita nada menos que 20 kilos de pescado. Pero según la IFFO ya es posible en la actualidad obtener 4,5 kilos de productos de acuicultura con solo 1 kilo de pescado silvestre de forraje. Y de aquí surgen una afirmación y dos interrogantes. "La primera conclusión es que la acuicultura puede ser productora neta de proteína de pescado, aunque con terribles sombras. Y los interrogantes: ¿se seguirán esquilmando los mares para asegurar la viabilidad económica de numerosos proyectos de acuicultura? ¿Se están alimentando peces que son normalmente herbívoros con aceites y harinas de pescado provenientes de descartes de otras especies acuícolas?". Medina recuerda que hace unos años los investigadores aceptaron que el mal de las vacas locas se vio favorecido por alimentar el ganado bovino con restos de ganado ovino y caprino.

Existen herramientas para minimizar el impacto de la acuicultura en el medio ambiente y en el propio bienestar de los peces. Es necesario, según Medina, exigir una alimentación segura y ambientalmente sostenible para los peces de acuicultura, una alimentación que huya de la proteína de peces y rumiantes y use sólo piensos vegetales o, como mucho, a base de invertebrados. "Otro de los principales inconvenientes de la acuicultura es la gran cantidad de desechos que quedan en el agua, tanto de restos orgánicos en el bentos marino, como de residuos de antibióticos. Los antibióticos siguen siendo utilizados en la acuicultura tradicional de forma masiva, sobre todo para prevenir o tratar enfermedades que podrían ser fácilmente evitables actuando en el origen. El problema de estos antibióticos es que pueden quedar residuos en la carne del pescado, con el riesgo de llegar al ser humano", advierte Medina.

Los antibióticos no lo resuelven todo. No han logrado evitar, por ejemplo, el problema de la mionecrosis infecciosa en el langostino indio. La alternativa a la química es bien fácil. Por una parte, una profilaxis que evite la propagación de enfermedades (mayor control de la temperatura, de la biomasa por tanque o de la manipulación, entre otros), y por otra parte, el uso de extractos naturales y de bacterias probióticas.