Tras poco más de un año como rectora le ha tocado afrontar una de las crisis más importantes de la historia. ¿Qué valoración hace de estos meses?

El coronavirus nos ha puesto ante un gran reto. Las universidades públicas en general, y la Universidad de La Laguna en particular, lo han hecho bastante bien. Este virus obligó a que un viernes fuéramos una universidad 95% presencial y pasáramos a ser totalmente virtual en pocas horas. Tuvimos que automatizar procedimientos administrativos en un solo fin de semana cuando antes usábamos mucho papel. Esa transformación virtual se hizo en un solo fin de semana, con el despliegue tecnológico que eso supone y que obligó a dar forma a diferentes tutoriales para que el personal pudiera seguir trabajando. Y todo eso se hizo con la parte administrativa pero también con la docencia. Por otro lado, la investigación siempre ha sido bastante tecnológica, excepto aquellas personas que debían acceder a los laboratorios y que pudieron continuar accediendo a los experimentos vivos. Todo lo hemos hecho bien, lo que significa que teníamos una base importante y las estructuras eran las correctas. Hay que destacar también la coordinación que hubo con todas las universidades a través de la Conferencia de Rectores. Eso fue muy importante porque nos enfrentábamos a los mismos problemas y creamos un marco común para trabajar. Con todo ello la ULL supo responder al reto y ahora somos más fuerte.

Usted siempre ha sido una gran defensora de las clases presenciales. ¿Cómo cree que afectará la docencia virtual de estos últimos meses a los alumnos?

Somos una universidad presencial; eso es lo que sabemos hacer y estamos convencidos de que lo hacemos bien y que es la forma de crear a los mejores profesionales. Un buen profesional no solo tiene buenos conocimientos sino que además es buena persona. Es por eso que en la ULL, además de ofrecer carreras universitarias, formamos en valores. En el valor de la sostenibilidad, tan importante a la vista de esta crisis; el valor de la igualdad y de la creatividad, porque solo seremos capaces de resolver la realidad tan compleja en la que nos movemos si trabajamos en entornos heterogéneos. Si todos somos iguales vamos a pensar igual y no vamos a ser creativos. Por eso tenemos que ser diferentes y es importante que hombres y mujeres trabajen en equipo para lograr esa creatividad que necesitamos a día de hoy para afrontar los retos que tenemos por delante. La justicia social también es un valor importante ante la crisis social que estamos sufriendo y solo si cooperamos entre todos vamos a poder salir adelante. Otro valor muy importante es la cultura de la paz porque hay que saber hablar incluso con las personas que piensan diferente. Todos estos valores se encuentran en la ULL, no solo en las aulas sino también en todos los actos que hacemos, y solamente cuando nos relacionamos somos capaces de entrenar estos valores que son fundamentales si queremos seguir viviendo en un planeta sostenible.

Pero el Ministerio de Universidades recomienda establecer un plan que combine las clases presenciales con la docencia virtual los próximos meses. ¿Qué hará la ULL el próximo curso?

Nuestro objetivo es que todas las actividades que podamos hacer presenciales se hagan así. Estamos trabajando para establecer los aforos y las instalaciones que podremos emplear. Creo que algo fundamental es socializar la formación. Los alumnos que cursan el primer nivel siempre se encuentran ante varios problemas que explican el fracaso en los estudios. Se enfrentan a la falta de información, al desconocimiento de la dinámica universitaria y a la falta de socialización. Muchos alumnos no cuentan con un grupo de trabajo con el que compartir conocimiento y aprender en equipo. Por eso es tan importante mantener esa socialización de la formación para no perder capacidad académica. Cuanto más presencial sea la docencia, mejor. Además, hay prácticas en las que, si no tocamos los instrumentos, va a ser muy difícil adquirir las competencias necesarias.

Esta crisis ha generado problemas psicológicos en docentes y alumnos. ¿Qué consecuencias pueden ocasionar estos episodios de ansiedad y depresión?

Evidentemente hemos cambiado el entorno donde hacíamos nuestra vida y nos han encerrado en nuestras casas, que no son lo suficientemente ergonómicas. Nos han prohibido tocarnos, abrazarnos y besarnos, y eso nos afecta. He hablado con muchos alumnos y profesores y lo que prima es una sensación de disgusto porque no nos encontramos ante una situación que nos gusta. Ahora lo que tenemos que hacer es mirar hacia adelante, pero llamo a la responsabilidad personal para evitar cualquier rebrote porque nadie desea que nos vuelvan a confinar.

¿Y cree que, a nivel psicológico, lo que ha pasado tendrá repercusiones el próximo curso?

Creo que no. Cuando nos encontremos estaremos tan contentos de volver a la presencialidad que nos vamos a olvidar rápido de lo vivido. Y precisamente porque nos olvidaremos muy rápido, tendremos que señalizar la universidad para recordar que tenemos que mantener esa distancia física, que no emocional, que es necesaria para crecer en conocimiento y valores.

La adaptación física de la universidad para el próximo curso va a suponer una gran inversión económica. ¿Cómo van a hacer frente la ULL a esos gastos?

Ahora mismo estamos trabajando en lo urgente y hemos dejado de lado lo importante. Lo urgente es preparar todos los edificios con mamparas, mascarillas, máscaras faciales y señalización. Además, trabajamos en la parte de tecnología. Los proyectos que teníamos en mente se han parado y hemos pasado a esa otra parte. Esto ha supuesto un parón pero espero que nos llegue cuanto antes la financiación por parte del Estado y nos sirva para volver a recuperar nuestro camino y poder afrontar los tres grandes problemas que tiene nuestra casa. Primero tenemos que enfrentarnos al problema de la plantilla porque hay que renovarla; se están jubilando muchos profesores y estamos perdiendo un conocimiento que es el gran valor de la ULL. A nivel de investigación estamos muy bien posicionados en cualquier ranking y, si no heredamos el conocimiento de nuestros mayores, perderemos esa gran riqueza. El segundo problema que tenemos es el de las infraestructuras. Siempre se ha priorizado la contratación de docentes frente a las obras pero tenemos ciertas infraestructuras que están muy deterioradas. Es algo que íbamos a abordar pero lo hemos tenido que paralizar. Ya hemos intervenido en algunas aulas para hacerlas más inclusivas y espero que antes de final de año hayamos renovado mesas y sillas en otras aulas. El tercer gran problema es la gestión y la burocracia. En ese caso hemos avanzado bastante porque la crisis sanitaria nos ha obligado a agilizar muchos procesos, pero tenemos que terminar de asentar esa transformación digital porque se hizo muy deprisa y evidentemente no con la rigurosidad que queremos.

¿Todos esos trabajos se podrán afrontar con la financiación prometida por el Ministerio de Universidades?

Si no mejora la financiación de la universidad, colapsamos. Ya lo dijo el presidente de la Confederación de Rectores: las universidades necesitan una financiación suficiente y estable. Con ese dinero no solo podríamos afrontar los tres problemas inmediatos con los que contamos en la ULL, sino que además podríamos impulsar la investigación, un sector que no está contando con el dinero suficiente pero que es tan importante. Esto último es algo que hemos visto claramente en esta crisis: cualquier sociedad tiene la necesidad de avanzar y fomentar la investigación. Habríamos respondido de otra forma a este problema si hubiésemos tenido más investigadores y laboratorios adaptados. Las universidades necesitan una financiación estable y suficiente porque hemos tenido que parar proyectos importantes para ahora comprar hidrogeles.

¿Se verá muy afectada la investigación tras esta crisis? ¿Cree que se paralizará o se incrementará?

Yo espero que esto nos anime a seguir investigando porque hacemos ciencia buena y que responde a los temas básicos de la sociedad. La investigación es fundamental para atender los retos de la sociedad canaria y para cambiar el modelo económico hacia un modelo basado en conocimiento que nos permita seguir generando economía cuando haya una situación de cierre de las Islas. No podemos depender solo del turismo.

Han trascendido informaciones que afirman que las matriculaciones en las universidades públicas caerán tras esta crisis. ¿Pasará eso también en la ULL?

Las preinscripciones en másteres han subido un 102% con respecto al año anterior. Es lógico que tras pasar una situación de crisis se compruebe que solo con conocimiento se pueden resolver los problemas y la gente quiera estudiar y prepararse más porque la formación superior nos da esas capacidades para responder y vivir en un entorno cambiante. En máster, lejos de perder alumnos, creceremos según las previsiones. En grado, en la convocatoria ordinaria en la EBAU, tenemos más alumnos que el año pasado por lo que no creemos que vaya a disminuir el número de alumnos el próximo curso. Solo nos queda comprobar si la crisis económica y social en la que entramos ahora impide a nuestros alumnos acceder a la universidad por sus escasos ingresos económicos. Por eso pido, tanto al Ministerio como al Gobierno de Canarias, un sistema de becas importante porque no podemos excluir a aquellos que no tienen recursos para estudiar en la universidad. Necesitamos a nuestros jóvenes formados si queremos reactivar la economía de Canarias.

De cara al próximo curso, la ULL ha decidido disminuir el número de alumnos que accederán a los colegios mayores y residencias para evitar contagios. ¿Qué alternativas darán a los estudiantes que no obtengan plaza?

De los cuatro espacios de residencia de los que disponemos, la Rupi y el Colegio Mayor Santa María son los que se verán más afectados con las restricciones porque son los únicos que tienen baños y habitaciones compartidas. En ellos el número de alumnos descenderá hasta la mitad aproximadamente, pero esta no es una medida que queramos tomar, así que en cuanto podemos relajar estas medidas, lo haremos. Es verdad que tenemos la preocupación de saber qué haremos con esos alumnos que no obtengan plaza en un primer momento y por eso es un tema que ya estamos tratando en el Consejo Social de la ULL, donde hemos creado una comisión especial para tratar el asunto. Queremos ofrecer alternativas de alojamiento a nuestros alumnos o ayudas económicas, pero la verdad es que aún no tenemos una solución para este problema, que afecta sobre todo a alumnos de las islas no capitalinas.

La pasada semana, firmó una carta junto al rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en la que se mostraba muy crítica con el proyecto de ley de educación que quiere sacar adelante el Gobierno de España. ¿No nace del consenso de la comunidad educativa esta propuesta?

En una ley como esta tiene que haber un amplio consenso. En concreto, el caso de las matemáticas es un tema sangrante porque la nueva ley no las contempla como una de las asignaturas comunes para las diferentes modalidades de Bachillerato ni una de las obligatorias del Bachillerato de Ciencias. Lo que queríamos con esa carta era mostrar que es un tema que hay que poner sobre la mesa porque las matemáticas son fundamentales. Son útiles para todas las disciplinas porque son una herramienta que permite modelar la realidad y, por tanto, encontrar soluciones, a los problemas que tenemos y la crisis del Covid-19 ha sido el mejor ejemplo de todo esto. Las matemáticas nos sirven además para generar una capacidad de abstracción que nos hace encontrar nuevas soluciones a los problemas de siempre y por tanto somos más felices. Además, podríamos estar perdiendo vocaciones científicas si las Matemáticas no son una asignatura obligatoria en Bachillerato. Este proyecto de ley hay que revisarlo porque existen puntos importantes que hay que repensar.

Se han tenido que enfrentar a esta crisis con una Consejería de Educación del Gobierno de Canarias por la que han pasado hasta tres consejeros en apenas un mes. ¿Cómo les ha afectado eso?

Con María José Guerra teníamos una relación muy fluida y con ella gestionamos la parte más dura de esta crisis. Cuando dimitió nos creó mucha incertidumbre porque teníamos pocas certezas pero las universidades somos autónomas y rápidamente nos adaptamos a las circunstancias. Tras José Antonio Valbuena, estoy encantada ahora con Manuela Armas y deseando trabajar ya para planificar el próximo curso. Mi preocupación es que ningún alumno se quede fuera de la universidad por falta de recursos y ahí creo que el Gobierno de Canarias tiene mucho que hacer.