Pilar quería vender su casa de Vic, en Barcelona. Había conseguido plaza fija en un ambulatorio de Reus y dejó que una agencia la enseñara a unos posibles compradores pero ocurrió esto: "llegó el okupa, empujó a todo el mundo, se sentó en el sofá y dijo que no se iba, que le gustaba". Su hermoso chalé, con televisión, muebles y todo tipo de detalles y enseres está en manos de un caradura profesional. "A la semana dio de alta la fibra óptica y cogió una abogada de oficio". Con ese recibo puede empadronarse y la ley le protege. Durante el confinamiento la ocupación de casas vacías ha aumentado y con la justicia saturada por acumulación de procesos el desahucio puede prolongarse durante meses.