Cada vez que los canarios se despiertan con un episodio de calima encima de sus cabezas, el polvo en suspensión se cuela sin permiso en sus vías respiratorias y desata una batalla inflamatoria. Esas pequeñas partículas de calima, que tiñen los cielos de rojo, irritan los ojos y arrastran pequeñas trazas de sustancias contaminantes desde África, cuando son inhaladas provocan una reacción inflamatoria en la parte alta del tracto respiratorio que los científicos consideran que puede ser el primer paso al desarrollo posterior de enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

Hasta ahora, la ciencia había asociado los episodios de calima con un aumento de la mortalidad prematura de entre el 0,55 y el 0,65% por patologías como cardiopatías o afección pulmonar. Sin embargo, hasta el momento ha sido imposible conocer cómo reaccionaba el cuerpo cuando se veía sometido a la inhalación de polvo desértico en suspensión. Por primera vez, un grupo de investigadores canarios, coliderados por el cardiólogo del Hospital Universitario de Canarias, Alberto Domínguez, y el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Sergio Rodríguez, han realizado un análisis bioquímico del esputo de pacientes que acudieron al citado centro hospitalario tras los eventos de calima que tuvieron lugar entre el 29 junio y el 22 de noviembre de 2017, y han comprobado que el tramo del tracto respiratorio que va desde la faringe a los bronquios -es decir, antes de los pulmones- se inflama al entrar en contacto con estas partículas.

En el artículo científico Impact of Saharan dust exposure on airway inflammation in patients with ischemic heart diesase, los científicos hallaron que justamente dos biomarcadores de procesos inflamatorias que se encuentran en nuestro organismo -la hidroxiprolina y el factor de crecimiento transformante beta 1 ( TGFB1)- aumentan sus concentraciones en el tracto respiratorio en estos pacientes tras haber inhalado el polvo sahariano que llega con las calimas.

Pacientes tinerfeños

Este nuevo estudio ha sido realizado en Tenerife, y en él participaron pacientes que acudieron a la consulta ambulatoria de cardiología del HUC. Entre las 270 personas que participaron voluntariamente en este estudio, 232 fueron descartadas de la muestra por ser pacientes afectados por tabaquismo, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, anomalías pulmonares, enfermedad bronquial o pulmonar aguda. Con este cribado, se consiguió que la muestra tan solo estuviera constituida por pacientes que habían acudido al servicio de cardiología del centro hospitalario por estar afectados de cardiopatía isquémica coronaria crónica estable. De esta manera, se evitó que la muestra "diera una señal falsa".

La inflamación de las vías inflamatorias descubierta también tiene que ver con la infiltración y acumulación de granulocitos y macrófagos -células inmunológicas- en el tejido de las vías respiratorias por estar expuestos a agentes patógenos inhalados a través de la calima. El proceso inflamatorio contribuye, a su vez, al engrosamiento de las paredes de las vías respiratorias que, a largo plazo, "puede conducir a cambios irreversibles y una pérdida de la función pulmonar", como indican los firmantes del estudio.

"Hasta ahora los posibles impactos se habían deducido de los análisis estadísticos", explica Rodríguez que también es investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA). Con este artículo, como insiste Rodríguez, se corrobora "un proceso inflamatorio" que puede ser la antesala para el desencadenamiento de las "afecciones cardiovasculares y respiratorias" descritas en otros artículos. Por tanto, la inhalación de polvo del desierto aumenta el riesgo de sufrir a largo plazo un evento cardiovascular, como una angina de pecho, o respiratorio, como una fibrosis pulmonar.

Cabe recordar que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las concentraciones de partículas en suspensión superiores a los 50 microgramos por metro cúbico se consideran nocivas. Y los episodios de calima ya no quedan exentos de esta consideración, puesto que los estudios científicos realizados en los últimos años -fundamentalmente estadísticos y epidemiológicos - han descubierto que hacen más daño a la salud de la población de lo que se esperaba en un primer momento.

El Sahara también contamina

"Hasta ahora nos habíamos focalizados en los efectos en la salud causados por los contaminantes que emite el tráfico, la industria y la combustión", explica Sergio Rodríguez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "A inicios de los 2000, la Unión Europea empezó a legislar y limitar la concentración máxima de contaminantes que podían estar presentes en el aire ambiente", remarca Rodríguez. Pero en aquel momento no se prestó atención al polvo desértico en suspensión, al considerarlo un fenómeno natural. En los últimos años se ha comprobado que no es así.

La inhalación de estas partículas de polvo, sin embargo, puede ir más allá de la inflamación del tracto respiratorio, también puede provocar que la mucosa que protege estas vías se dañe, haciendo a los individuos más susceptibles a las endotoxinas. Una consecuencia que, a largo plazo y bajo una exposición continuada a este contaminante, puede derivar en el desarrollo de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Cuestiones aún sin respuesta

Lo que aún se desconoce es con qué intensidad puede afectar al organismo un episodio de polvo en suspensión como el que sufrió Canarias a finales de febrero -con concentraciones 16 veces superiores a lo recomendado por la OMS (se superaron 800 microgramos por metro cúbico de media diaria)-. "Podría ser que la inflamación continuara y aumentara exponencialmente o en una escala logarítmica", explica Rodríguez, que concreta que es muy posible que simplemente "acabe saturando" y no sea capaz de inflamar más.

En todo caso este trabajo tiene visos de continuar pues "aún no sabemos lo que ocurre en los bronquiolos y en los alveolos", como señala Rodríguez, para entender el mecanismo biológico que asocia las calimas de polvo sahariano con las afecciones respiratorias y cardiovasculares. Canarias se ha convertido en el laboratorio "ideal" para el estudio de los impactos en la salud del polvo desértico y los investigadores concluyen que sus resultados podrán extrapolarse a grandes regiones del planeta como el norte de África, el Atlántico Norte subtropical y tropical, Oriente Medio y hasta el interior de Asia.