El coronavirus

Nunca viví una experiencia similar. Y tengo 61 años. Nunca vivimos una pandemia que afecte de una manera tan global. No es tanto el número de fallecidos, que es muy alto, sino las consecuencias en todos los sistemas sanitarios y las económicas. Es una situación muy excepcional y por lo tanto todos los científicos nos damos por aludidos y sentimos la necesidad de hacer algo. Los gobiernos, unos antes que otros, se dan cuenta de que necesitaban ciencia y nos llaman para que aportemos lo mejor que podamos. Confío en que se encontrará la vacuna, pero ¿quién ha vivido una pandemia así de gente de setenta años para abajo?

Es pionera en el desarrollo y diseño de nanoestructuras. ¿Qué aplicación tienen en el caso de este nuevo coronavirus?

Puede tener múltiples aplicaciones. Nosotros estamos centrados en el desarrollo de la vacuna básicamente. Trabajamos en un consorcio con múltiples socios. De hecho somos seis grupos: tres de Barcelona, uno de Madrid, uno de Santiago y otro de Bruselas, cada cual con su especialidad. Uno se dedica a diseñar la vacuna, qué tipo de configuración tiene que tener la vacuna tipo ARNm (mensajero). Por lo tanto, el primer paso es identificar cual es el ARNm que va a dar lugar a la vacuna que buscamos. Para que se traduzca en una vacuna ha de llegar a las células del organismo. Pero si lo inyectas tal cual no va a producir antígenos; tiene que ir en un vehículo transportador que lo lleve al interior de las células y allí ya el ARNm se traduce en una proteína que va a dar resultado inmune, y esa es mi especialidad.

Buscan material genético para conseguir la inmunidad total.

Sí. Tenemos el genoma del coronavirus. Las vacunas tradicionales consisten en inocular un microorganismo atenuado o parte de esos microorganismos del virus, pero en las últimas generaciones de vacunas la mayor parte de ellas son ya proteínas procedentes del propio microorganismo que causa la enfermedad. Pues ahora estamos ante una nueva generación de vacunas que hacen uso de material genético, es decir del ARN mensajero. Básicamente administramos el ARNm, éste invade nuestras células y allí se traduce en una proteína que va a alertar a nuestro sistema inmune produciendo la respuesta frente al virus.

La inteligencia artificial, las computadoras, ¿qué papel juegan en esta investigación?

La importancia de la inteligencia artificial es fundamental, porque conocemos el genoma del virus, pero ¿qué parte del virus vamos a escoger? Tenemos que elegir una que no nos infecte pero sí que nos protege. Es la identificación de los epítopes. Las posibilidades son muchísimas porque se puede coger cada cachito del virus. ¿Cuál es el mejor fragmento? Esto se hace por inteligencia artificial y simulaciones en el ordenador hasta que identificamos qué fragmento elegir. De una parte identificada se produce el ARNm, que nos va a dar lugar a esas proteínas o fragmentos de proteínas que va a producir la vacuna en nuestro organismo.

¿Y para cuándo la vacuna?

He registrado en bibliografía once estudios que están ya en fase de ensayos clínicos y más de un centenar en fase química. Si tuviéramos suerte en que las que están ahora ensayos clínicos, en fase 2, funcionaran, pues para el invierno probablemente llegaríamos a la fase 3 y podría vacunarse a mucha gente voluntaria, todavía en fase experimenta. Creo que un año o año y medio es un horizonte razonable para tener al vacuna, si funcionan las que están en fase clínica ahora.

¿Qué piensa de los movimientos antivacunas?

Surgen por ignorancia. No comparto que la gente pueda elegir vacunarse o no, porque si tú no te vacunas, estás siendo un peligro para mí. Tenemos agencias que vigilan de forma muy rigurosa la seguridad de medicamentos y vacunas.