Murciélagos, pangolines... Los científicos sostienen que el Covid-19 saltó a los humanos desde alguno de esos animales. ¿La deforestación y la explotación de espacios salvajes acelera la zoonosis?

Sin duda. Las infecciones virales siempre han sido parte de la naturaleza. El virus de Covid-19 es de origen natural y hay millones de virus distintos que infectan los animales silvestres, pero la pandemia es creada por nosotros o, mejor dicho, por nuestro modelo actual de apropiación de la naturaleza. Estamos entrando a ecosistemas en donde nunca antes hubo un contacto estrecho y frecuente entre personas y animales silvestres. Lo hacemos, por ejemplo, al deforestar, abrir caminos a través de bosques, selvas, humedales que antes no estaban fragmentados; establecer poblaciones humanas, generalmente en condiciones precarias, en las fronteras forestales y mineras. Esas poblaciones necesariamente entran en contacto con la fauna, generalmente porque cazan los animales y los llevan muertos, pero también muy frecuentemente vivos, a mercados donde los animales están hacinados y bajo estrés, en condiciones de higiene muy deficientes, lo que los hace inmunodeprimidos. Ahí los animales silvestres entran en contacto con animales domésticos y con la gente, todos en condiciones de alta vulnerabilidad. Y allí es muy fácil que el virus mute e invada nuevas especies, salte a otros animales silvestres cautivos, y a los animales domésticos y a las personas.

Se dice que la humana es la especie más invasiva del planeta, ¿La naturaleza restituye el equilibrio con las epidemias?

No. No es un castigo de la naturaleza. Las pandemias como ésta son causadas por nuestro modelo de operar en el mundo, no por la naturaleza en sí.

¿El coronavirus

Sí. Básicamente nos recuerda que esto de que los organismos vivos estamos todos entretejidos no es una metáfora bucólica; es una realidad concreta, para lo bueno y para lo malo. Con toda nuestra tecnología no podemos aislarnos del hecho de que somos seres biológicos y como tales hay conexiones que no podemos evitar. Además, toda la crisis social, económica y humanitaria que está provocando la pandemia nos muestra que nuestra capacidad de arreglar las cosas es menor que nuestra capacidad de desarreglarlas? todas cuestiones bastante obvias, pero de las que colectivamente parecemos no enterarnos hasta que tocan a nuestra puerta.

¿Preservar el equilibrio natural podría prevenir nuevas epidemias y enfermedades?

Sí, claro. Hay que atacar los factores que mencioné en la primera pregunta, que constituyen las condiciones ideales para la mutación y propagación de enfermedades zoonóticas. Esta pandemia en algún momento va a pasar, pero en la medida que persistan estas condiciones -que favorecen la expansión de los virus y otros patógenos-, probablemente surjan más pandemias. Hay millones de virus en aves y mamíferos que se podrían transformar en la próxima pandemia. Ese sueño dorado viral se teje con el avance de las fronteras de deforestación, el tráfico de animales silvestres, la cría industrial de animales domésticos bajo condiciones de hacinamiento y el masivo transporte de animales, sus derivados y seres humanos a escala mundial.

¿Qué se puede hacer?

Hay muchas cosas que se pueden hacer para evitarlo, o al menos disminuir las posibilidades: evitar la fragmentación de ecosistemas bien conservados, mejorar las condiciones de cría de animales de granja. La cría intensiva actual no sólo ofrece condiciones de gran crueldad a los animales, también es un factor que favorece mucho el salto de patógenos desde animales a personas, como ocurrió con las llamadas gripes aviar y porcina.

Es complejo controlar el consumo de animales silvestres.

El consumo de animales silvestres y su tráfico internacional es todo un tema, muy difícil, con muchas aristas ecológicas y sociales. Aquí es difícil dar un mensaje único y simple, pero ofrecer condiciones más justas y saludables a las comunidades humanas más vulnerables y presionar sobre la demanda externa no imprescindible son aspectos importantes. Los medios de comunicación tienden a culpar los mercados de carne salvaje en los márgenes de ecosistemas naturales, donde la gente consume la carne para sobrevivir. Pero estas fotos, generalmente cruentas, en realidad sólo nos muestran víctimas, animales y humanas. Hay mercados internacionales muy grandes relacionados con el mascotismo exótico y las mercancías no imprescindibles basadas en animales silvestres. No todos los consumidores son conscientes del daño ambiental y el sufrimiento animal y humano que hay detrás de ellos.

¿Es posible salvar a la humanidad sin respetar el planeta?

La crisis sanitaria sin duda ha creado un espacio para pensar. El planeta necesita mucho más que un respiro. Alguna gente que ha visto estas imágenes idílicas de animales que normalmente están escondidos empiezan a salir, y el agua es más transparente y el cielo es más azul nos pregunta si este período no es un paso positivo para la naturaleza, y la respuesta es lamentablemente no. La naturaleza necesita mucho más que una tregua de un par de meses. Si cuando esto termine volvemos a todo lo de antes, o aún peor, no va a hacer absolutamente ninguna diferencia. Sé que mucha gente no ve la hora de volver a lo de antes, pero lo de antes es un desastre insostenible e injusto. Es más, si no se tiene cuidado con el tipo de medidas que se están proponiendo para reactivar la actividad económica, podríamos quedar en una posición aún peor que la anterior en cuanto a cambio climático, contaminación y pérdida de la biodiversidad. Y por supuesto una acentuación de la desigualdad social.

En su país, Argentina, el impacto de este coronavirus, en cifras de contagio y fallecimientos, ha sido más moderado que en otros países. ¿Cómo valora usted la respuesta del mundo ante la crisis sanitaria del covid-19? ¿Cómo se ve España y Europa desde América Latina? ¿Y cuál es la situación en el continente americano?

Yo no soy experta en epidemiología ni sanitarismo, pero me parece que en Argentina fue clave la decisión gubernamental de actuar tempranamente, priorizando la salud de la gente y la protección de los más vulnerables. Y la verdad es que la población en general respondió muy bien, con mucha solidaridad y abnegación. Me da orgullo decirlo. Creo que en estas crisis es cuando se ve la importancia del Estado, la importancia de los sistemas públicos de salud y de conocimiento, las organizaciones e instituciones que priorizan el cuidado y el bien común por encima de la ganancia desmedida. Todas cosas que hubieran sonado terriblemente anticuadas, si no fuera porque crisis como la que hoy nos toca nos recuerdan su vigencia de un cachetazo, nos recuerdan que este tipo de instituciones y políticas son imprescindibles y que hay que recuperar los valores que las sustentan.