Aumentan los casos de depresión y ansiedad entre el alumnado universitario español. Ya lo avanzó el ministro de Universidades, Manuel Castells, hace unas semanas quien después de reunirse con representantes del colectivo estudiantil avanzaba que los universitarios tienen estos días más problemas psicológicos y pedagógicos que tecnológicos. Y es que Crue Universidades Españolas calculó en abril que tan solo un 3% de sus alumnos -unos 36.000- tenían problemas para acceder a la docencia virtual pero son muchos más los alumnos que sufren actualmente todo tipo de trastornos psicológicos. Se trata de una situación que puede afectar a 1.300.000 estudiantes en todo el país, 120.000 profesores y 60.000 personas que trabajan en los departamentos de administración y servicios y que componen la compleja comunidad universitaria española.

El alumnado universitario se enfrenta en la actualidad a situaciones de angustia nuevas para ellos. El profesor del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de La Laguna, José Saturnino Martínez García, explica que el temor no está generado tanto por el miedo a contraer ellos mismos el coronavirus sino a que enfermen sus familiares. "A la crisis sanitaria también se une la crisis económica, y eso aumenta la ansiedad", sentencia el profesor universitario, quien recuerda que esta recesión está golpeando especialmente a Canarias y ya muchos estudiantes están viendo sus consecuencias en sus propias familias.

Martínez García reconoce que él mismo se ha puesto en contacto con sus alumnos para enviarles mensajes de tranquilidad "pero muchos piensan que no van a poder sacar adelante este curso". Y es que recuerda que el alumnado no se encuentra ante condiciones materiales que permiten estudiar con facilidad. "A la situación de ansiedad generalizada en toda la sociedad hay que sumar que muchos estudiantes tienen problemas tecnológicos y sienten que lo que les ocurre es injusto porque no es lo que ellos habían elegido", afirma.

El profesor reconoce que se trata de "una cuestión complicada" puesto que esta situación es única y es la primera vez que se vive en la sociedad. Así, insiste en que, en el caso de la educación en España, no hay que considerar que se ha realizado una migración de la docencia presencial a la virtual; "lo que ha pasado es que estamos dando clase en una situación de catástrofe", sentencia.

El docente recuerda que, en el caso de las universidades del país, los alumnos deciden matriculares, entre otros aspectos, porque se trata de una docencia presencial. "Ellos no han elegido este tipo de docencia virtual y es normal que se encuentren ante una situación sobrevenida que ellos no han elegido", explica el experto. Por todo ello, concluye, "el mensaje que se está dando de que se ha pasado de una docencia presencial a la virtual es errónea; estamos ante una situación de catástrofe y eso afecta a la hora de adaptar las materias al nuevo método".

En este sentido, afirma que alumnado y profesorado han experimentado situaciones de estrés y se sienten impotentes puesto que "no es lo mismo diseñar un curso desde el comienzo para ofrecer una docencia virtual, que reconvertir una materia a mitad de curso". Así, recuerda que los problemas generados con esta nueva situación y en relación a la brecha digital, no solo afecta a los estudiantes sino también al profesorado. No todos los profesores cuentan con las herramientas y las infraestructuras necesarias para abordar este trabajo porque hay que recordar además que hay una parte de los docentes cuyos ingresos son insuficientes. Existe una parte del profesorado universitario que se puede encontrar en situaciones precarias y no cuentan con el sistema necesario para reconvertir una asignatura que estaba pensada para ser presencial en algo virtual. A eso hay que añadir, además, una dificultad añadida y es que la docencia universitaria es muy heterogénea.

Horizonte cercano

La ansiedad generada por esta situación también viene dada en algunos casos por el aumento de horas que tienen que dedicar los alumnos a su estudio. "Parece que hay profesores que quieren compensar la falta de presencialidad con una carga extra de trabajo para los estudiantes. Puede ser un mecanismo psicológico por parte del profesor ante esta situación sobrevenida", apunta el experto.

Tras la realización de los exámenes y la finalización de este año tan atípico, el próximo curso se presenta con "un alto grado de incertidumbre", sentencia Martínez García, quien añade que "no se puede acusar a nadie de improvisar y lo único que nos queda es tratar de negociar cada paso que se da para no generar demasiadas tensiones". "Dada la incertidumbre y la improvisación, lo mejor es que cada paso que demos lo hagamos unidos y para eso es necesario tener abiertos los canales de comunicación con los alumnos para rebajar así sus niveles de ansiedad y que ellos se sientan acompañados", relata el experto sociólogo, quien destaca la necesidad de trabajar en equipo y de "confiar en las medidas presentadas por la gente que tomas las decisiones".