Es joven, sano y deportista, pero Mario sabe lo que es pelear duro. Estuvo 70 días luchando contra la Covid-19, una parte de ellos hospitalizado junto a su madre. Lamenta haber sido el foco de contagio en su familia. Ahora que ha recibido el alta, su mayor deseo era volver a patrullar las calles. En la comisaría sus compañeros le han recibido con los brazos abiertos, y él les ha recompensado con unas palabras y muchas, muchas lágrimas de emoción.