Confirmado: los aplausos solidarios que marcaron los peores días de la pandemia se han diluido como un terrón de azúcar en un vaso de agua. Ya solo queda un mínimo rastro del pegamento que unió a la sociedad y a la comunidad sanitaria que ha luchado a brazo partido contra la Covid-19.

Ni siquiera ayer, que se había agitado en las redes sociales un último homenaje público, las muestras de afecto fueron superiores a las recogidas en las jornadas anteriores. ¿Hartazgo o desescalada? Apuesten por lo segundo. Hasta hace muy poco las palmas eran un sentimiento de unidad entre los vecinos que no podían poner un pie en la vía pública, ahora, la gente se ha echado a la calle. Antes de que Pedro Sánchez "abriera la mano", la complicidad fluia entre los balcones.

Adiós a los balcones

Vecinos como José Redondo, en la calle de San Clemente, echará de menos estos más de dos meses que le han permitido intimar con el colindante. Así, el cantaba mientras en la azotea de al lado le tocaban la guitarra, mientras otros apostaban por la tecnología y la potencia del sonido, como el ejemplo de Suso Zárate, conocido empresario del ocio santacrucero que quitó polvo a sus años mozos y animó con su megafonía la calle de San Clemente. De las azoteas, a los balcones, como los vecinos de la calle Valencia, en la zona de La Salle, que llegaron a montar un bingo de balcón a balcón como un desafío al desconfinamiento y al aburrimiento si se atrevía con amenazarlo.

Han sido más de sesenta días de reencuentros. Tiempo para conocer al vecino, con el que en muchos casos solo se tenía contacto para colocar en su buzón el aviso de Correos que le había dejado por equivocación el cartero.

Desde el 14 de marzo, con el decreto de alarma que obligaba al confinamiento, comenzó la parte más lúdica. Resistiré se convirtió en la sintonía más repetida en las redes sociales, interpretadas en diferentes versiones. De las azoteas y los balcones, el ocio dio el salto a los ordenadores, el escenario donde quienes no estaban en ERTE continuaban prestando su labor diaria, desde la distancia de su puesto de trabajo, y que a la vez permitía un escenario desde el que alongar antes de que llegara la nueva normalidad. Para algunos vecinos, como el futbolista Aarón Gómez, era tan importante tener un equipo de música como un móvil para anunciar más allá de su residencia en María Jiménez que el pasacalle de la murga Diablos Locos era una terapia alternativa Resistiré del Dúo Dinámico que sonaba en Dos Barrancos.

O en Tomé Cano, donde se llegó a hacer una convocatoria por las redes sociales para el concierto virtual, que luego llegaron a profesionalizar los verdaderos cantantes de verbenas, que alternaban entre canción y canción con entrevistas emitidas por las redes sociales, caso de Moi González o de Iván Cacú, entre otros.

Durante más de sesenta días las siete de la tarde era la referencia. El momento en el que todo se paraba, desde el que veía la televisión al que apuraba las últimas horas del día. Tocaba rendir tributo. Dicen que aquello que se reitera durante 21 días consecutivos acaba por convertirse en hábito. Y eso ha ocurrido en muchos hogares, como en el entorno de Barranco Hondo, donde cada tarde los vecinos del diseñador Santi Castro y Luci González activaran su megafonía. Eran como las campanadas O en La Camella, en Arona, donde David Afonso dinamizó a todos los vecinos de su calle: primero les invitó a hacer unos carteles con el mensaje gracias y luego, cada tarde, doble sesión musical a las siete de la tarde. Entre el domingo y lunes estuvieron trabajando Mercedes Noda, de 80 años; o Juan Darias, de 91, en la elaboración sobre cartulina de mensajes optimistas de ánimo, gracias, ilusión, con la misma entrega que los primos Yraya, Jaden, Itziar y Yumar. Con decoración incluida en los balcones, cada tarde se daba a las siete la ovación por los sanitarios; luego, dos himnos de rigor de esta lucha y algunos viernes y sábado la actuación de Esther Lilia, que reversionaba a Isabel Pantoja o Rocío Jurado. Ayer, con el inicio de la desescalada, fue el último tributo sanitario; especialmente emotiva anoche fue la caravana que organizaron de los cuerpos de Bomberos y Protección Civil profesionales a las puertas del Hospital de La Candelaria en un grito unánime: un gracias que marcará el sentir de esta generación.