"Nuestras creencias y nuestra fe se mantienen inalterables, pero este Ramadán es diferente al de los demás años". Así lo explica Hamed Al-Lal, presidente de la Federación Islámica de Canarias (FIDC), quien recuerda que en esta ocasión la celebración se desarrolla en casa y junto a la familia. Reconoce que, después de dos meses de confinamiento para evitar la expansión del coronavirus Covid-19, "lo llevamos bien".

Al-Lal indica que "este es un mes muy especial para nosotros, casi festivo". Y reconoce que "echamos mucho de menos los encuentros en la mezquita". En las jornadas nocturnas, después de que se lleve a cabo el último rezo, se desarrolla la charla de algún "sabio" llegado de otro lugar. En estas disertaciones, con contenidos de carácter educativo, religioso, cultural o social, "uno aprende mucho", en palabras del representante de la Federación Islámica en el Archipiélago. Estos actos tienen lugar cuando se rompe el ayuno de cada jornada y se pueden prolongar, de media, unos 40 o 50 minutos.

Pero, además, están las reuniones con otros miembros de cada comunidad, bien sean conocidos, o bien amigos o familiares lejanos, "a quienes casi no ves durante el año", pues la actividad laboral o empresarial de cada uno se lo impide. Las conversaciones que se prolongan hasta más allá de la medianoche en algunas ocasiones provocan que se genere un ambiente especial para fieles que acuden a cada templo.

50.000 musulmanes

Hamed Al-Lal estima que en la comunidad autónoma de Canarias pueden residir unos 50.000 musulmanes o más, de diferentes procedencias. Buena parte de ellos, unos 20.000 de forma aproximada, están asentados en Tenerife. El 90 por ciento de estos últimos viven en diferentes municipios del Sur de la Isla, donde se concentra el mayor destino turístico del territorio insular y en el que también se mantienen otros sectores económicos, como el agrario.

Se trata de personas llegadas de países muy distantes y diferentes entre sí, como Marruecos, Líbano, Pakistán, Bangladesh, Argelia, Senegal o Palestina, por ejemplo. La mezquita más grande de Tenerife se encuentra en el núcleo de Los Cristianos. De hecho, en esta localidad costera de Arona que a mediados del siglo XX vio nacer el germen del turismo de masas en la comarca sureña, funcionan dos templos para los creyentes musulmanes. El más relevante está situado en los bajos del edificio Comodoro, en la avenida Juan Carlos I. La comunidad islámica consta registrada en dicho enclave desde hace 30 años. La otra se halla en el complejo de edificios Andalucía, frente al pabellón polideportivo. En las últimas décadas han proliferado templos por otros enclaves del Sur de la Isla en los que existe una significativa presencia de practicantes de esta religión, como El Fraile, Adeje, San Isidro, Guía de Isora, Playa San Juan, Alcalá, Guargacho o Guaza, por ejemplo.

Pero también existen espacios de oración y encuentro en el Puerto de la Cruz o Santa Cruz de Tenerife. Con la llegada de la Fase I de la desescalada, se pueden abrir con ciertas limitaciones los lugares de culto religioso. No obstante, el presidente de la Federación Islámica de Canarias asegura que "colaboramos para que haya prevención y seguridad". De hecho, explica que los templos situados en Tenerife no abrirán sus puestas hasta la llegada de la Fase II. El motivo es que no tienen la certeza de poder cumplir con las directrices fijadas por las autoridades para el actual periodo.

Al-Lal nació en Melilla, tiene nacionalidad española y lleva en Tenerife más de 42 años. Aquí reside la inmensa mayoría de sus familiares, como hermanos, hijos y hasta nietos.

Respeto e integración

En su comunidad religiosa tienen cabida personas de muchas procedencias. La mayoría son hispanomusulmanes, aunque también existen numerosos marroquíes, así como paquistaníes o bangladeshíes. El lugar de procedencia, según el representante de la FIDC, deja de tener relevancia cuando se llega a la mezquita y "todos formamos una familia, conocemos a las personas". Hasta tal punto es así que Hamed manifiesta que Canarias es un lugar "único en el mundo", pues ciudadanos musulmanes de orígenes muy diferentes "conviven en paz, armonía, con respeto y con integración social".

Reconoce que esa situación se produce en un territorio en el que la actividad turística y el fenómeno de la inmigración son muy importantes. Apunta que "una de las cosas fundamentales es la relación social" e insiste en que la buena sintonía con las autoridades "es ejemplar".