Los insectos, el grupo seres vivos más diverso, supera el millón de especies conocidas y representa el 70% de todos los organismos vivos. Sin embargo, está sufriendo actualmente tal pérdida de especies en todo el mundo que ya se habla del 'Apocalipsis de los insectos', afirma Eduardo Galante, catedrático de Zoología de la Universidad de Alicante y ex director del Instituto Iberoamericano de la Biodiversidad. "El cambio global que las actividades humanas han imprimido a nuestro planeta ha conllevado bruscos cambios de usos del suelo, fragmentación y destrucción de hábitats, impacto de infraestructuras, disminución de actividades agroganaderas tradicionales y una creciente intensificación agrícola que ha supuesto elevadas dosis de plaguicidas, herbicidas y fitosanitarios. Todo ello ha contaminado suelos, agua y aire, además de las actividades industriales y transportes que arrojan a la atmósfera ingentes cantidades de gases invernadero", subraya Galante.

Este proceso "ha impulsado un profundo cambio climático que afecta directamente a los insectos, debido a las alteraciones de temperatura y regímenes de lluvias, y la necesidad o bien de adaptar sus ciclos biológicos a las nuevas condiciones o huir a nuevas áreas donde puedan vivir", matiza.

Especies acosadas

Hay especies de mariposas que han adelantado en más de dos semanas su periodo de vuelo, y podemos verlas incluso a finales del invierno, mientras que otras muchas se han desplazando más de 250 kilómetros hacia el norte en el continente europeo, llegando a criar en aquellos países. Pero no todas las especies pueden huir, como ocurre con la Parnassius apollo, que vive en las cotas altas de las montañas, sin poder emigrar a otros lugares y viéndose por ello abocada a la extinción local.

Los cambios temporales de la actividad biológica tienen una consecuencia muy negativa en las relaciones entre organismos. Se producen desajustes en la sincronización de periodos de actividad de los insectos y el momento de desarrollo de las plantas que les sirven de alimento. Si el periodo de aparición de una mariposa, himenóptero o cualquier otro insecto no coincide con la floración, estos insectos se verán privados de alimento, la planta no será polinizada y no dará frutos, recuerda Galante. Si la aparición de orugas de una mariposa, o la llegada de pulgones o chinches de campo, se produce en una época temprana del año, cuando la planta empieza a crecer y echar hojas, el insecto tendrá menos alimento y la planta en crecimiento se verá gravemente dañada. "Esta desincronización producirá en nuestros cultivos graves daños directos y la rápida transmisión de virus", alerta este experto.

El cambio climático provoca la penetración de especies exóticas que afectan al medio natural y los cultivos. No sólo es el caso del picudo rojo, que está arrasando las palmeras. También las especies transmisoras de enfermedades parasitarias a personas y animales están colonizando nuevas áreas. El incremento de temperaturas acorta el ciclo biológico y acelera la multiplicación de los insectos vectores de enfermedades como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla. "Nuestro modo de vida y modelos de desarrollo, de espaldas al resto de seres vivos, tiene también la culpa. Hemos buscado nuestro bienestar manteniendo una sociedad globalizada con conductas insolidarias para con nuestros semejantes y el resto de seres vivos que nos acompañan en esta aventura de la vida", afirma.