Licenciado en Química en 1978 por la Universidad de Zaragoza, se doctoró en Bioquímica en la misma institución y realizó estancias posdoctorales en Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) antes de su paso a la Universidad de Tufts. Los hallazgos de este científico han confirmado la estrecha relación que hay entre nutrición, genes y aparición de enfermedades. También, incluso, como explica en esta entrevista, cómo la alimentación podría hacernos más resistentes a los virus, el enemigo biológico de moda.

Es obligado preguntarle a un experto en bioquímica por el Covid-19. ¿Qué características de este coronavirus

Primero quiero recalcar que no soy un especialista en la materia, y por lo tanto mis opiniones son las de un investigador biomédico curioso, con la perspectiva histórica de bastantes décadas. Respondiendo a la pregunta, es acertado emplear el plural: Características. Algo así no se debe a una sola, sino a un conjunto. La primera es el hecho fundamental de que este virus es una obra de arte de ingeniería genética. Sería difícil para los humanos recrear la astucia de este nuevo virus que nos asuela a la hora de infectar y de propagarse. Además, su dispersión asintomática y su relativamente larga incubación da lugar a que cuando cierras las puertas de la ciudad y te atrincheras tras sus murallas, el enemigo ya está dentro. Se ha infiltrado -es decir, infectado- utilizando mecanismos biológicos esenciales en las células afectadas, casi podemos pensar en este virus como un sofisticado caballo de Troya. Si a esto añadimos los otros ingredientes de la receta, cocinamos el desastre actual, que nos va a dejar un mal sabor de boca por años: un posible retraso en hacer sonar la alarma en origen (provincia de Wuhan), la movilidad del ser humano contemporáneo, la aparente desidia en la reacción de los países más afectados a pesar de poder haber aprendido de los errores de los anteriores. En este caso no se ha practicado el viejo refrán español de "cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar". Añádase a lo anterior la carencia de armamento específico para luchar (vacunas) y la actitud de un número sustancial de miembros de la sociedad que no se lo han tomado en serio y han servido de guerrilleros colaboradores del virus al desoír los consejos preventivos.

No cita como característica destacada del virus su letalidad...

Es cierto que dentro de lo malo podría haber sido peor y que tuviera la letalidad de los ya pasados SARS o MERS, pero es precisamente esa menor letalidad también la que le permite expandirse más y más rápido y al final infectar y matar a más gente en comparación con virus más letales. Como comentaba anteriormente, si el virus fuera un jugador de ajedrez, sería difícil batirlo; parece que tuviera calculadas las jugadas de los humanos en respuesta a sus movimientos. No deja de asombrarme que esto lo consiga un organismo cuya secuencia revela menos de 30.000 nucleótidos (podríamos decir, letras en su abecedario genético), en comparación con los 3.000.000.000 de pares de nucleótidos con que cuenta el genoma humano.

¿Cómo se explica desde un punto de vista científico que los arsenales biológicos de la humanidad no estuvieran preparados para combatir a este enemigo?

Otra pregunta muy relevante. Hay una explicación científica y otra social, y el problema surge de la intersección de ambas. La científica es que la relación entre los microorganismos patógenos y el ser humano ha sido por centenares de miles de años una carrera bélica que se ha ido acelerando en tiempos recientes. Cada vez que el ser humano ha encontrado una contramedida contra las armas conocidas, los microorganismos desarrollan una desconocida que nos coge por sorpresa, como bien se ha manifestado en esta y tantas otras ocasiones anteriores. Incluso con la conocida y familiar gripe tenemos que ir adivinando qué vacuna desarrollar cada año; como resultado, la eficacia viene a ser de un 50% si tenemos un año de suerte. La social es la falta de inversión de los países en investigación. Pensemos en los miles de millones que podríamos haber salvado de esta catástrofe económica por cada millón que se hubiera invertido en investigación científica. Curiosamente, varios de los trucos de este virus ya eran bien conocidos en los círculos científicos hace más de 10 años, pero la falta de financiación ha impedido tratar de predecir los próximos movimientos en esa partida de ajedrez mortal que estamos jugando contra los microorganismos, y más específicamente los virus. Pero haciendo uso de nuevo del sabio refranero español, solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. La reacción nos la sabemos: los humanos, a diferencia de los virus, somos tremendamente predecibles. Como está tronando, y fuerte, los gobiernos apropiarán aprisa y corriendo fondos, unos pocos fondos, para la investigación, que con la precipitación darán en mal uso de parte de los mismos; y cuando salgamos de esto, nos olvidaremos de nuevo de la investigación y de los investigadores y si te he visto no me acuerdo.

¿Tiene la percepción de que se pudo haber pecado de un exceso de confianza?

Creo que sí, pero volviendo al tema de la pluralidad de efectos... Ese exceso de confianza se tradujo en la falta de dotación de los hospitales y del sistema sanitario en general ante tal alud de enfermos, todos necesitando lo mismo; y la falta de preparación en vista del maremoto que se aproximaba en parte debida a que quienes tenían que poner la cabeza en ello y centrarse han acabado, paradójicamente, corriendo como pollos sin cabeza.

¿Cree que desde China se ocultó información valiosa en un primer momento que hubiera podido facilitar la toma de decisiones en otros países?

Es probable, pero no tengo la inteligencia que los gobiernos tienen para enterarse de esas cosas incluso cuando se quieren ocultar, o lo contrario; es decir, fabricar la existencia de problemas que no existen. Pero vuelvo a incidir en lo mismo, Italia no ocultó, creo, el problema que tenía. ¿Aprendió España de ello? ¿Se controlaron las aglomeraciones de personas por lo que pudiera pasar? ¡Pues no!

¿Existe algún método de prevención contra los virus o estamos condenados cada equis años a sufrir una epidemia: gripe aviar, gripe porcina, ébola, SARS??

En el momento actual hay que reconocer con humildad, y la historia así lo demuestra, que estamos condenados a sufrir estas crisis de una manera periódica y más o menos intensa. Sin embargo, volviendo a la investigación, si ponemos todos nuestros cerebros y recursos a trabajar llegaremos a crear 'algo' diferente a lo que tenemos ahora, no será una mejora de algo que tenemos ya, sino algo revolucionario, similar a la que ya hubo con los antibióticos, que será capaz de parar los pies a los agentes infecciosos tan pronto como aparezcan. Además, tenemos no solo nuestros cerebros para ello, sino también la inteligencia artificial de los ordenadores para ayudarnos en el desarrolo de estas tareas.

¿Es la globalización el factor acelerante de la propagación de las epidemias víricas? Quiero decir: ¿las infecciones masivas del pasado fueron menos virulentas porque la gente viajaba menos?

Por supuesto que la mayor movilidad contribuye en gran manera. Lo que no suscribo es que las infecciones masivas del pasado fueran menos virulentas. Por ejemplo, la plaga bubónica, también conocida como la muerte negra, que tuvo lugar en Europa entre 1347 y 1351 eliminó a 200 millones de personas (aproximadamente el 40% de la población europea) y pasaron 200 años hasta que el continente se recuperó. Si avanzamos en el tiempo, llegamos a la epidemia de viruela de 1520, que acabó con 56 millones. Más recientemente, la mal llamada gripe española (entre 1918 y 1919) se cobró entre 40 y 50 millones de vidas. Las más remotas en el tiempo son la plaga antonina, entre los años 165 y 168, con una estimación de cinco millones de muertos, y la plaga justiniana (541-542), que se calcula que causó también entre 30 y 50 millones de muertes, lo que supuso la desaparición de la mitad del Imperio Romano. Comparadas con estas cifras, las aproximadamente 215.000 muertes que se ha cobrado oficialmente el Covid-19 a nivel mundial son modestas, y muestra que la virulencia y la movilidad de la gente no siguen un camino paralelo. Pero no podemos comparar la sociedad medieval con la actual en términos de cuidados médicos, avances científicos y capacidad de comunicación, entre otros factores.

¿Qué opinión tiene de la respuesta sanitaria que se ha dado en España a la pandemia?

Mi opinión, desde la lejanía, pero seguida muy de cerca, acerca de la respuesta sanitaria, o mejor dicho de los sanitarios, es que ha sido heroica. Me honra tener muchos amigos entre ellos y su comportamiento ha sido heroico en las áreas mas afectadas, y de alerta y preparación por lo que pudiera pasar en las menos afectadas. Siempre con la consabida falta de recursos en nuestro país, que era un problema del que ellos no eran responsables.

¿Y en Estados Unidos? La percepción desde España es que en ese país puede ser catastrófico el impacto en términos de vidas por circunstancias como la no universalización del sistema sanitario y la dejadez política?

Hay varios modelos al respecto y cada uno con predicciones bastante diferentes. Efectivamente, mientras que en España ya se empieza a ver la luz, en Estados Unidos todavía es difícil definir hasta dónde llegaremos. Una vez se admitió, por parte del presidente, que efectivamente la pandemia existía se empezaron a barajar cifras en los cientos de miles. En estos momentos nos encontramos en unos 115.000. Espero que no lleguemos a los números calculados.

¿Qué grado de optimismo tiene sobre la pronta puesta en el mercado de una vacuna eficaz?

Soy optimista sobre la pronta puesta en el mercado de una vacuna, pero ser optimista significa que estará disponible para la próxima temporada viral, es decir, hacia final de año, en lo que podríamos llamar COVID-20. Esto será gracias a los cientos de millones de dólares que Bill y Melinda Gates y otras fundaciones e instituciones, incluyendo compañías, han puesto sobre la mesa para este propósito. De manera similar y también respaldado en gran medida por la Fundación Gates se ha constituido un acelerador de terapias contra el Covid-19 que seguramente serán encontradas, ya que cuenta con investigadores de diferentes campos del saber y con respaldo económico para que trabajen de una manera colaborativa y con recursos. Esto no tiene nada que ver con las drogas milagrosas proclamadas por algún líder político mundial, y que son causa de desinformación y de falsas esperanzas.

Cuando las curvas de infectados concluyan su caída (España parece haber entrado en esa fase) y toquen suelo, ¿qué va a pasar el día después?

Hay una frase que se atribuye al físico danés Niels Bohr: Es difícil hacer predicciones, especialmente del futuro. Concurro enteramente con él. Hemos visto cómo en nuestro pulso milenario entre la humanidad y las plagas, habremos tardado 200 años o unos meses, pero al final nos hemos recuperado. Ciertamente, los que estamos vivos hoy en día no hemos experimentado una situación tan, llamémosla, extraña en tiempos de paz. Por supuesto, no podemos bajar la guardia e inmediatamente pensar en volver a la vida habitual, ya que eso llevaría a que aquellos que no han desarrollado inmunidad pudieran ser parte de una segunda ola. Pero no solo es lo que pasa con el virus y la enfermedad, sino lo que pasará con el mercado bursátil y cómo eso va a afectar mentalmente a los individuos, cómo se van a recuperar, si lo hacen, los negocios afectados. También se han barajado ya cifras de cómo el confinamiento en los domicilios, con la limitada movilidad que eso supone, va a deparar un aumento generalizado de varios kilos de peso, con las consecuencias médicas que eso tiene. Así que no sabemos realmente qué va a pasar. La recuperación social es tan importante o más que la de la salud física. Si esto no ocurre, vamos a tener un problema más grave que la propia pandemia.

Usted es experto en nutrición, ¿existe algún tipo de alimentos que fortalezca nuestro organismo contra el ataque de virus?

Ese es un tema que, naturalmente, sigo con atención. Una buena alimentación promueve un sistema inmunitario robusto y esto es indispensable en estos momentos. No estamos hablando solo de comer suficientes calorías, sino, muy importante, de lo que llamamos micronutrientes, como son las vitaminas, los minerales, etcétera. Sin un aporte adecuado nos encontramos con un sistema inmunitario débil. ¿Qué ocurre de manera habitual? Que no nos alimentamos bien, que en un mundo de exceso calórico existen deficiencias de algunos de esos nutrientes y estas deficiencias se agravan por diferentes razones en las personas mayores, incluyendo aquellas que están institucionalizadas. No es ninguna sorpresa que el virus haya hecho semejantes estragos entre las personas mayores y por varias razones, más todavía en las residencias. La cacofonía acerca de alimentos y remedios contra el virus es lamentable, y no voy a añadir más ruido al ya existente. Seguir las recomendaciones habituales de las sociedades de nutrición, practicar esa dieta mediterránea, de la que pienso que Canarias forma parte también; y si no, pues llamémosla atlántica, pero que al fin y al cabo tiene el mismo espíritu. Aunque en la nutrición recomendamos el uso de alimentos para una nutrición sana, en una situación de excepción como en la que nos encontramos, pues si hay que tomar suplementos (de una manera racional), pues se toman. Pero como he dicho anteriormente, nuestra primera línea de defensa contra la enfermedad, sea crónica o infecciosa, es una nutrición equilibrada, que con la sabiduría de Grande Covián se resumía en comer de todo en plato de postre.