María tiene 26 años y es graduada en Medicina, en enero aprobó el examen para acceder a la formación de especialistas médicos -el MIR- y en aquel momento no se imaginaba que su primer trabajo iba a ser en un hotel medicalizado de Madrid y atendiendo a pacientes a causa de una pandemia. Ante la necesidad de reforzar la plantilla de sanitarios para asistir a los pacientes con coronavirus, el Gobierno permitió la contratación de manera extraordinaria de, entre otros, estudiantes de Medicina y de MIR que no tuvieran plaza.

María (Plasencia, Cáceres) se ofreció voluntaria a la Consejería de Sanidad de Madrid, consciente de que había que "echar una mano". Tras terminar la carrera en 2019, la médica pasó siete meses "encerrada" preparando el MIR. Al poco tiempo de aprobarlo, el 4 de marzo, se fue con sus compañeros de viaje a Filipinas, un descanso que se truncó dos semanas antes de lo previsto debido a la pandemia de la Covid-19.

La crisis sanitaria hizo que el 14 de marzo María estuviese de vuelta en Plasencia, pero que cuatro días más tarde la llamasen desde Madrid para incorporarse en 24 horas al primer hotel medicalizado que se habilitó en la región, el Ayre Gran Hotel Colón, que funciona como una "extensión" del hospital Gregorio Marañón y también alivia a otros centros.

Insólito

"En el hotel, los (sanitarios) mayores dicen que esto es algo insólito, nunca se ha medicalizado un hotel. Hemos ido aprendiendo todos un poco y ahora funciona prácticamente como un hospital", explica la joven, que precisa que la diferencia es que estos establecimientos son para pacientes leves con coronavirus y no pueden pasar la enfermedad en sus casas por diversas causas.

A los MIR se les ha empezado a apodar en el hotel como los R-0 (médicos residentes de año cero), comenta María, quien afirma que todos se han convertido en médicos "especialistas en coronavirus" durante las últimas seis semanas. Como el resto de sus compañeros, trabaja en turnos de 12 horas por días alternos, durante los que se dedica a asegurar que la evolución de la enfermedad de sus pacientes va por el buen camino y, en el caso de que así sea y salgan negativos en el test, darles la alta médica.

Situación hostil

Concreta que "es como si los pacientes estuviesen en sus casas", ya que los médicos no les van a ver todos los días como en un hospital, aunque sí lo hacen otros sanitarios que tienen que controlar sus constantes, darles su medicación o que les llevan su comida a las habitaciones. Si es necesario, también cuentan con atención psicológica, que también está a disposición de los sanitarios, ya que, como afirma la joven médica, "la situación es hostil para todos".

Para María, los más duro del trabajo en el céntrico hotel ubicado en la capital es no tener "contacto físico" con los pacientes, lo que genera "empatía" y hace que los enfermos se sientan "mejor" -esto ya lo aprendió durante la carrera, en sus prácticas en hospital-.

La situación de esta médica es especialmente complicada, porque su familia vive en Plasencia y, mientras otros compañeros pueden ir a sus hogares al terminar la jornada, ella pasa sus ratos libres y de descanso en uno de los hoteles que puso a disposición la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid para casos como el suyo, el Room Mate Mario, cercano al hotel medicalizado donde desarrolla su trabajo.

"He pasado siete meses encerrada para aprobar el MIR, no me imaginaba que después iba a estar encerrada en un hotel", comenta la joven, que comparte estancia con unos cuarenta sanitarios en su misma situación, aunque solo les ve en las horas de las comidas, pero manteniendo las distancias recomendadas. Tiene claro cuáles son sus momentos favoritos: el breve recorrido que hace para ir de su coche al hotel medicalizado y el de los aplausos a los sanitarios a las ocho de la tarde. Este último le "emociona mucho" aunque piensa que debe ir dirigido a "todo el mundo", porque "todos lo están haciendo muy bien".

Familia

"También pienso en mi familia, en mi abuela, y me enorgullece mucho que la gente esté aguantando tan bien", añade. María es de las que piensa que un día más "es un día menos", y, aunque es positiva y se "enorgullece" del comportamiento de la gente durante la crisis, cuando escucha los aplausos piensa que "ojalá también se acuerden en seis meses, cuando estén enfadados por esperar un poco más en la consulta".