Paula es una de la treintena de voluntarios de Cruz Roja que participan en el programa Cruz Roja Responde y que, en su caso particular, es testigo de excepción desde el primer eslabón -la llamada que se recibe o realiza para conocer el caso del interlocutor- hasta cuando la demanda de auxilio concluye llevando a cada domicilio una caja de alimentos o de medicamentos. Son funciones diferentes dentro de la cadena de asistencia en la que está organizada la organización no gubernamental en la provincia, pero en su caso, tan pronto está al otro lado del teléfono como repartiendo la ayuda.

A sus 22 años, esta estudiante de tercero de Enfermería en la Universidad de La Laguna estaba haciendo prácticas en la UCI del Hospital General de La Palma cuando se decretó la alarma, por lo que se trasladó a Tenerife, donde tiene su domicilio familiar. Paula González de la Cruz ya ha estado vinculada a proyectos de ONG como Médicos del Mundo, pues siempre ha tenido clara su vocación como cooperante internacional. Junto a esa necesidad innata de ayudar al prójimo, tampoco es ajena al sector sanitario, pues su abuelo, el recordado Amado de la Cruz, era dentista en la época en la que los odontólogos cursaban Medicina; también su hermana ejerce la misma profesión que don Amado. De familia de procedencia palmera, Paula reconoce que se le esponja el corazón cuando algunas personas mayores con las que ha tratado en la Isla Bonita recuerdan la entrega de su abuelo.

Esta estudiante de Enfermería se dio de alta como voluntaria en La Palma hace un año. Nada hacía adivinar entonces que en estos momentos sería una de las personas que atienden el centro de llamadas de San Lucas, en la sede de Cruz Roja Provincial. Ahí se localizan tres estancias a modos de locutorios. La sala de informática, donde se había preparado todo para el Sorteo del Oro -que supone el ingreso más importante de Cruz Roja al año-, se habilitó para la recepción de llamadas, así como otra estancia de la primera planta desde la que se llama a los socios de la ONG para conocer su situación y si necesitan algo. Hay un tercer espacio reservado al programa de colaboración que presta Cruz Roja al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para personas mayores de 60 años que demandan auxilio. Los tres call center de San Lucas están operativos desde las 8:00 horas hasta las 20:00 horas y el personal que trabaja en ellos se distribuye en dos turnos en función de la disponibilidad de cada voluntario. Entre los colaboradores, de edades comprendidas entre los 18 y los 55 hay alumnos y profesionales de Enfermería y médicos, entre otras profesiones.

"Hacemos un poquito de todo", desvela casi de forma confidencial Paula, que cuanto está en La Palma es también la responsable de la organización de la actividad de Juventud de esta ONG. "Cuando atendemos las llamadas hacemos un poquito de investigadores, pues tenemos que averiguar en qué situación se encuentra la persona y si se encuentra en el estado en el que cuenta. En función de la situación, la derivamos al servicio que demanda una vez se verifica que precisa el servicio". "Esta crisis sanitaria y el tiempo de cuarentena ha provocado la vulnerabilidad de mayores que llaman porque están solos y se les han acabado medicamentos y no tienen cómo salir a adquirirlos, o familiares que no tienen alimentos".

"El tiempo máximo que se tarda en dar respuesta a las demandas que nos plantean es de una semana como mucho; en la actualidad estamos al día", precisa. Por lo general suele ser cuestión de uno o dos días desde que se verifica que la petición de ayuda es real. Aunque también existe la picaresca, y alguno "intenta probar suerte" y llama antes de una semana para pedir más.

"Aquí se te rompen todos los esquemas cuando recibes las llamadas porque te das cuenta de que cualquier persona puede verse afectada por la vulnerabilidad". Cuando se le pregunta si tiene miedo al contagio, es contundente: "No tengo miedo. No es un problema de contagio sino de carga viral". Mientras presta el servicio a los demás, la procesión va por dentro. A Paula también le preocupa el futuro inmediato de los estudios, con la suspensión de las clases, una docencia virtual que no llega a todos o las becas... Seguramente a esta hora estará acudiendo con la caja de alimentos o el kit de medicamentos que alguien pidió por teléfono.