Las medidas de distanciamiento social no se acabarán con el fin del confinamiento. Tampoco en seis meses ni un año. La posibilidad de un segundo brote ya es una realidad a la que han hecho alusión los expertos españoles. Y un reciente estudio publicado en la revista Science alerta de que el tener que llevar mascarilla en cualquier lugar, guardar la distancia de seguridad, lavarse las manos con frecuencia, los test masivos a la población, el confinamiento de los casos nuevos y la vigilancia epidemiológica masiva podrían ser parte del día a día de todos los ciudadanos del mundo hasta al menos 2022; a no ser que se halle una vacuna antes, que la capacidad de las UCI aumente o que exista un tratamiento eficaz para hacer frente a la Covid-19.

Son las principales conclusiones a las que ha llegado grupo de inmunólogos y epidemiólogos, liderado por Stephen Kissler, de la Universidad de Harvard que, a partir del desarrollo de un modelo matemático, han tratado de arrojar luz sobre cómo debe ser la desescalada del confinamiento. Sin vacuna ni tratamiento y aún sin conocer exactamente si el virus va a regresar de forma cíclica cada invierno o si la protección de los curados será duradera, los investigadores concluyen que "para mitigar la posibilidad de que resurja la infección, se podrán requerir periodos prolongados o intermitentes de distanciamiento social".

En este sentido también se han manifestado recientemente un grupo de investigadores alemanes -de la Universidad de Berlín y el Instituto Robert Koch- que afirman que "las estrategias de mitigación en la población susceptible e inducir cambios de comportamiento en el fin del proceso de transmisión, pueden ser muy efectivos para contener la epidemia". Además insisten en la importancia de "desarrollar estrategias de contención" ante los posibles segundos brotes que están al acecho.

Estas medidas deben aprovecharse al máximo. Los investigadores señalan que hay que tener en mente que el confinamiento más severo y el distanciamiento de seguridad son necesarios para reducir el riesgo de saturación de los sistemas sanitarios en lo que tarda en surgir un tratamiento efectivo o una vacuna. Por tanto la redución del número de contagios será fundamental para dar tiempo a científicos y sanitarios a lograr respuestas adecuadas. Concretamente, los científicos consideran que lo "ideal" sería reducirla un 70% con respecto a su potencial de contagio si no se hiciera nada. Cabe recordar que el número reproductivo básico del SARS-CoV-2 (R0) se sitúa en el 2,6 aproximadamente, por lo que los investigadores apuestan por mantener este número en el 0,78. En Canarias, con los datos aportados, se está situando en el 0,51 y es el más bajo de España.

Los investigadores señalan que "la capacidad de las UCI puede excederse en muchas ocasiones si las medidas de distanciamiento no se implementan lo suficiente rápido ni con la suficiente firmeza". Para aliviar estos problemas venideros en las UCI proponen que se realicen ampliaciones de los hospitales y se incremente la manufacturación y distribución de respiradores.

El modelo matemático tiene en cuenta variables como el tipo de protección frente a la reinfección y cuánto durará, el comportamiento estacional de otros coronavirus (los que provocan los resfriados comunes), y el tiempo y dureza de las medidas de distanciamiento social. En todos los modelos se acaba constatando que la única forma de evitar una nueva ola epidémica en pocos meses es continuar aplicando estas medidas de seguridad de forma indefinida.

La inmunidad es, por tanto, una pieza clave. Los investigadores hablan de cinco tipos de defensas que nuestro cuerpo puede crear contra este patógeno: una que dure nueve meses, otra que lo haga durante dos años, una que tan solo dependa de la variación estacional, otra que provoque una inmunidad a largo plazo y una última que produzca una inmunidad cruzada con los coronavirus más leves en circulación, lo que se conoce como infección potenciada por anticuerpo o efecto ADE.

En este sentido, los estudios serológicos longitudinales -con test de inmunoglobulinas o test rápidos- serán necesarios para determinar la extensión y la duración de la protección al SARS-CoV-2, ya que las PCR no permiten saber qué persona se ha inmunizado.

En una entrevista a The New York Times, el epidemiólogo Marc Lipstich explicó que, si este virus fuera similar a los coronavirus más banales, la protección podría durar hasta un año. Pero a los investigadores les preocupa el efecto ADE pues "puede afectar y mucho al éxito de las vacunas por inmunidad activa que se están diseñado", según el virólogo de la Universidad de La Laguna, Agustín Valenzuela. "No es deseable que este efecto ocurra, porque podría favorecer la infección", insistió. Y es que, los pacientes que han estado expuestos a otros coronavirus podrían generar cuadros clínicos más graves y además, se "complicaría el desarrollo de vacunas, ya que los anticuerpos generados por estas podrían favorecer la infección", insistió.

Y es que hasta que no exista una vacuna, "no vamos a estar razonablemente tranquilos", como afirmó el jefe de la sección de epidemiología de la Dirección de Salud Pública, Amós García Rojas. Aunque el especialista ve lejana a Canarias en este modelo predictivo realizado en Estados Unidos, asume que el virus va a tener ya un comportamiento estacional, como el de la gripe u otros coronavirus leves. Además, García Rojas muestra cautela ante el desconfinamiento porque los buenos resultados que está teniendo Canarias en relación a la pandemia no significa que haya que bajar la guardia pues no descarta un rebrote. Si no se logra nada de esto, e incluso en un escenario que la inmunidad generada hacia el patógeno sea eficaz y bastante duradera, habrá que mantenerse alerta, pues los investigadores no descartan que se produzca un nuevo pico epidémico en 2024.

Se duplican las PCR. Canarias ha conseguido aumentar un poco más del doble la capacidad diagnóstica del Covid-19. Gracias al incremento de la velocidad de la obtención de resultados de las PCR, por una investigación realizada en el Hospital de La Candelaria, se están realizando unos 1.700 test al día, cuando antes se realizaban entre 800 y 1.000. En toda España se están haciendo entre 40.000 y 47.000 diarias, lo que suma 930.230 PCR desde el 13 de abril, según el Ministerio de Sanidad.

Superada la barrera de los 2.000 casos. Canarias constató ayer 2.009 casos positivos acumulados de Covid-19, de ellos 802 personas han requerido hospitalización, y de ellos 156 lo han hecho en UCI. Además, en el día de ayer se produjo el fallecimiento de cuatro personas más, sumando ya 111 fallecidos en las Islas. Mientras, 730 se han recuperado, lo que supone un incremento del 8,5%. Por islas, la que más casos acumulados tiene es Tenerife que cuenta con 1268 casos; le sigue Gran Canaria con 510 casos; La Palma, 83 casos; Lanzarote, 76 casos; Fuerteventura, 38 casos; La Gomera, 10 casos y El Hierro, 3 casos.

Cribado en las residencias. La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias ha cribado en 2.200 personas (entre residentes y trabajadores) de centros de mayores en toda la región. Se han detectado solo 6 positivos asintomáticos, de ellos dos en trabajadores. Cuatro casos se han detectado en el Centro Sociosanitario El Pino en Gran Canaria (dos residentes y dos trabajadores) y otros dos mujeres residentes en Santa Rita (Tenerife).

536 sanitarios y farmacéuticos afectados. Mientras continúa aumentando el número de profesionales sanitarios afectados, ya son 492, el Consejo General de Farmacéuticos ha alertado de que en las Islas ya son 44 los profesionales de esta categoría infectados, del total de 493 en España. Esto supone que haya 536 profesionales de la salud contagiados.

Casi un millón de mascarillas. El Ministerio de Sanidad ha repartido desde marzo y hasta ahora 968.506 mascarillas en Canarias. Los equipos de protección enviados incluyen, además de mascarillas, guantes de nitrilo, gafas de protección, buzos, batas desechables, soluciones hidroalcohólicas y complementos como calzas, gorros y delantales.