Portugal no ha imitado en la crisis del coronavirus ni a España, el vizinho afastado, ni a Inglaterra, o mais antigo aliado. Se ha mantenido lejos de las cifras de devastación de los dos países que mayor presencia han tenido en su pasado histórico. Mientras que el vecino ibérico ha alcanzado las 18.000 muertes y los 170.000 contagios, unos registros que superan por habitante los de cualquier otro lugar del mundo, y el Reino Unido se acerca a los 94.000 infectados y ha rebasado ya las 12.000 víctimas mortales, el número de muertes en Portugal era ayer de 567 con poco más de 17.000 contagiados por el Covid-19. Mayor prevención y cautela, además de una menor exposición al riesgo en los días que marcaron el inicio de la curva más peligrosa del virus, son posibles factores de la "inmunidad" portuguesa.

La baja letalidad no se pude atribuir simplemente al pequeño número de habitantes. Países Bajos, con apenas siete millones más y se supone que una mejor infraestructura sanitaria, ronda los 3.000 muertos y los 28.000 casos por contagios. En el oeste de Europa, solo Irlanda mejora los resultados portugueses. En Portugal mientras prosigue el estado de alarma, la salud se encuentra, sin embargo, en cuarentena. El diario lisboeta Público destacaba ayer una encuesta de la Universidad Católica para RTP que refleja que del 70 por ciento de los portugueses tiene miedo de acudir a hospitales y centros de salud. El temor habitual se ha acrecentado durante la pandemia, el 26 por ciento de los encuestados dicen que debido al nuevo coronavirus ha dejado de usar los servicios médicos para evitar el riesgo de contaminarse. Las salas de espera vacías se han convertido en un denominador común para hospitales, centros sanitarios y consultorios. La estampida se produce al mismo tiempo que el 23 por ciento de la población confiesa que su estado general de salud es peor que antes de que la emergencia les obligara a encerrarse en sus casas. Al contrario de lo que se pudiera pensar, no son los ancianos los que declaran sentirse peor que antes. Entre los jóvenes de 18 a 24 años se concentra el mayor porcentaje, 33 por ciento, de que acusan un deterioro físico. En cambio, entre los que superan los 65 años, la proporción cae al 17 por ciento.

Público se hace eco, además, de la mala idea que, a estas alturas, supone buscar la inmunidad del rebaño a través de los contagios masivos. Y de que en las conversaciones fuera y dentro haya surgido como estrategia las llamadas "fiestas del coronavirus" en las que las personas sanas se mezclan con las infectadas para obtener un certificado de inmunidad, poder despachar el virus y así obtener una rápida salida del aislamiento social impuesto por varios gobiernos de todo el mundo.

La epidemióloga Greta Bauer firmó la pasada semana un artículo en The New York Times para advertir de los riesgos de la infección deliberada. El mismo periódico, según recuerda Público, había informado del bloqueo por parte de Twitter de un sitio web conservador que promovía un programa de "infección voluntaria" entre jóvenes. "Desafortunadamente, muchas personas desconocen lo que no saben. Han retenido información sobre las muertes, pero no están capacitadas para razonar sobre posibilidades de inmunidad a corto plazo, tampoco sobre las reservas donde el virus permanece latente, puede resurgir o dejar secuelas en los órganos. Además, somos muy malos para percibir el riesgo y los porcentajes del uno o del tres por ciento hasta que los multiplicamos", dice la profesora canadiense. Las "fiestas del coronavirus", inspiradas en la era previa de las vacunas contra la rubéola o la varicela, no son la mejor de las soluciones con sistemas de salud sobrecargados. "Cualquier persona que se infecte intencionadamente y requiera hospitalización está ocupando una cama de alguien que no ha podido desgraciadamente prevenirla", explica Bauer. El presidente de la Asociación Nacional de Médicos de Salud Pública de Portugal, Ricardo Mexia, recuerda que la estrategia no resulta, además, tan sencilla como parece y que, por contra, es muy difícil mantener una exposición hermética. "Siempre habrá personas que no estén directamente involucradas en los contactos voluntarios y que terminen siendo víctimas de la enfermedad".

También en el país vecino, Diário de Notícias destaca de modo optimista las oportunidades que ofrece la pandemia y cómo el primer ministro socialista António Costa se reunirá mediante una videoconferencia con economistas para informarse y perfilar una estrategia. Todos coinciden, como resulta obvio pensar en estos momentos, que el sector más dañado será el del turismo, que tendrá que hacer un replanteamiento de su actividad o dedicarse a otra cosa.

Pero para algunos, la crisis puede representar la ocasión de desengancharse de las cadenas exteriores de abastecimiento y de la dependencia económica de países como China e India. La globalización ha dejado una fuerte huella de sus riesgos. No se trata de apelar a un "nacionalismo europeo" pero sí de convencerse de la capacidad interna. Apelan a una especie de "proteccionismo inteligente". Dependerá en gran medida de la duración de la crisis y de la forma en que los gobiernos decidan lidiar con las nuevas oportunidades, resalta DN.