Trabajadores de la funeraria municipal de Madrid se encuentran estos días ante el momento profesional más complicado que les ha tocado afrontar, con una media de más de 160 servicios al día en los picos más altos de la pandemia de Covid-19, una situación que les hace empatizar tanto con los familiares, en un contexto tan duro, que acaban "llorando con ellos".

Así lo ha manifestado en declaraciones a Europa Press David Pérez Serrano, asistente comercial de la funeraria con 23 años de experiencia en la empresa, que contacta en primer lugar con las familias para contratar los servicios funerarios. Para Pérez lo más duro en estos días es tener que transmitir a las familias las limitaciones a las que tienen que hacer frente en esta situación, pues "no pueden ver al fallecido por última vez y en algunos casos no pueden ni despedirse".

Ante este hecho, Servicios Funerarios de Madrid está poniendo a disposición de las familias una serie de servicios especiales con los que ofrecer a las familias recursos para mitigar su dolor y especialmente para atender y escuchar sus emociones.

De esta manera, las familias pueden solicitar apoyo psicológico a través de expertos profesionales para ofrecer diferentes alternativas de escucha y despedida. Igualmente pueden realizar una ceremonia de despedida totalmente personalizada a través de videoconferencia con la participación de varios asistentes en la que compartir momentos vividos, recuerdos, leer un poema especial o compartir una canción.

Además, en cuanto los féretros llegan al tanatorio, se coloca una rosa como señal de acompañamiento a esa persona fallecida.

"No medimos tiempo"

Desconoce Pérez el número de horas que realizan todos los trabajadores con esta pandemia, pero sí reconoce que se están prolongando jornadas para "poder dar el mayor servicio a las familias y poder atenderles a la mayor brevedad". "No medimos tiempos", ha indicado, consciente de lo excepcional de la situación.

Ha puesto en valor que reciben "agradecimientos por la gestión al finalizar el servicio". Cree que se debe a la "empatía" con la que realizan su trabajo, algo que lleva a los familiares a "confiar en ellos", pues perciben "apoyo y ayuda".

"Hubo un hombre que, al finalizar el servicio, me llamó para agradecerme toda la ayuda y se puso a llorar; al final, empatizas tanto, que acabas llorando con ellos. Cada mensaje de agradecimiento que recibes es un momento reseñable que te da fuerzas y ánimos para seguir", ha expresado.