La batalla contra el Covid-19 ha puesto en primera línea del frente sanitario a los médicos internos residentes (MIR), jóvenes para lo que lo peor de esta pandemia ha sido ver morir a muchos pacientes sin el consuelo familiar y temer el propio contagio. Sandra, Agustín y María son tres médicos residentes en diferentes hospitales públicos de España a los que, en estas tres últimas semanas, la pandemia ha cambiado su formación como especialistas. Lo cuentan a Efe. Algunos ven como se ha reforzado su vocación y piden que, cuando todo pase, nadie olvide el esfuerzo. Sandra, residente de tercer año de Cirugía de un gran hospital de Madrid, afirma que lo peor es ver morir a gente "a la que todavía no le tocaba".

Para su especialización como cirujana, esta crisis sanitaria no ha sido de gran aportación y, como médico, ha hecho "lo que se ha podido" porque aún no hay evidencia científica de cómo tratar este virus. "He aprendido lo que se aprende en los momentos de batalla", afirma Sandra, quien asegura que, además de ver morir a mucha gente, ha vivido situaciones terribles como comunicar a las familias el fallecimiento de su ser querido. "Todos los familiares preguntan si han sufrido y no, no lo han hecho, porque para eso estábamos ahí", señala.

Reconoce que el miedo a contagiarse es continuo. "Vas a trabajar con una ansiedad extra y te empiezas a encontrar con síntomas que no tenías", reconoce esta MIR, que no descarta haber pasado la enfermedad. Muestra su admiración ante cómo se ha respetado en España, salvo pocas excepciones, el confinamiento y asegura que quien va al hospital en estas circunstancias es porque realmente lo necesita. Por contra, teme que, cuando pase la pandemia, aumente la morbilidad debido a otras patologías que no se han podido tratar adecuadamente y considera que la lección más importante que se deberá sacar de esta pandemia "es que no estamos preparados ante una situación producida por un virus que supuestamente tiene menos mortalidad que otros como el ébola".

También Agustín, residente de cuarto año de una especialidad quirúrgica en un hospital de Canarias, afirma que el sistema sanitario no estaba preparado para una pandemia. "Hemos utilizado durante una semana mascarillas que son para uso diario. En muchas ocasiones hemos estado vendidos". Lleva tres semanas sin poder estar con su familia ni con su novia por temor a contagiarles y también ha tenido miedo. "Entras en el hospital y te pones tenso, como si estuvieras contrariado". Pero pese a esta circunstancia cree que esta situación le ha reforzado como médico: "Me he dado cuenta que estoy enamorado de mi profesión". Relata que el momento más conmovedor de estas semanas lo tuvo cuando ayudó a un amigo a ponerse en contacto con su abuela que estaba aislada. "Me emocioné cuando vi a mi amigo llorar. Es triste ver en el hospital a las personas mayores solas".

María es residente de primer año en una especialidad clínica en un hospital de Barcelona y afirma que, justo cuando comenzaba a desenvolverse con más soltura después de los primeros siete meses de aprendizaje, aparece el virus "y te obliga a asumir cambios rápidamente y a trabajar con una enfermedad que nadie conoce bien". "Ha sido como empezar de nuevo", añade esta residente canaria que afirma que en el hospital se conoce la peor parte de la enfermedad y se teme también por los familiares.