En el siglo XXI ya no se escapa de prisión, sino de los hospitales. Los fugados ya no visten monos a rayas sino batas y camisones. No son criminales, sino enfermos. Como resultado no se incumple una condena sino una prescripción médica en plena pandemia mundial del coronavirus. Cuidado, paciente a la fuga.

Aunque al final en ambos casos te persiguen los mismos, la Policía, que desde que se decretó el estado de alarma el 14 de marzo le ha surgido una nueva forma delincuencial adaptada a los tiempos que corren. Se trata de pacientes ingresado por COVID-19 que abandonan los hospitales a hurtadillas sin tener el alta médica.

Se han dado casos en Madrid, Ceuta, Benidorm, Málaga y un "falso paciente" en Oviedo, según informan a Efe fuentes policiales.

No hay un modus operandi establecido, eso queda al albur y a la imaginación de cada fugado. Unos lo han hecho a pie mientras que otros han optado por ir más cómodos en taxis. Y si por el camino se les antojaba parar en una tienda, por qué no. Muchos se excusan en que solo tienen un resfriado o que mejor están en casa (semi) confinados, ya que luego se los encuentran paseando.

Lo que ocurre es que una vez son detenidos en lugar de llevarles al calabozo por incumplir la ley, se les devuelve al hospital, aunque quien sabe por cuanto tiempo porque los hay que van cogiendo experiencia al haber huido ya hasta de dos hospitales, con lo que en apenas días ya presumen del agravante de la reincidencia.

Desde las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado les tildan de "bastante irresponsables", si bien las redes elevan más el tono hacia ellos, por el riesgo y la imprudencia de contagiar a otros ya que por el camino se han podido cobrar varias víctimas.

El peligro de contagiar a otro durante su huida

Las fuente explican que el problema no está en localizarles sino en analizar su recorrido desde que escapan para ver si han contactado con otras personas y ponerlas en cuarentena. Y eso exige logística y recursos. Como sucedió en Benidorm el 23 de marzo.

Un octogenario convertido en un peligro público porque, con todos los síntomas y a la espera de los resultados, salió del Hospital IMED Levante de Benidorm y se montó en taxi. Por el camino a su casa, le dio tiempo incluso a parar en una tienda.

Unas horas después, la Policía llamó a su puerta y regresó en ambulancia pero la cosa no terminó ahí. Había que buscar al taxista, aislarle y conocer las carreras que hizo después. Ahora el conductor ya no trabaja, está en cuarentena y su vehículo desinfectado.

Un "falso paciente" en bata y camisón por Oviedo

Fueron las redes las que dieron cuenta del ejemplo más surrealista, encumbrado en la categoría de lo viral y que luego no resultó ser tan veraz. El pasado martes, un joven de 16 años en pijama, bata y zapatillas huía montado en una bicicleta de dos patrullas en Oviedo.

Inicialmente se pensó que se había escapado del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) pero luego se supo que se había fugado de un centro de menores, aunque las redes ya se encargaron de santificar la primera hipótesis.

Fue detenido cerca del hospital. Por estar cerca de atropellar a varias personas, por saltarse el confinamiento y por mentir a los agentes haciéndose pasar por su hermano, ahora está internado.

De un hospital madrileño a la costa del sol

Ocurrió el lunes aunque la secuencia arrancó días antes en Madrid. Un hombre con coronavirus prefirió irse a la Costa del Sol que continuar en el Hospital de la Paz donde estaba siendo atendido y a punto de trasladarse a un centro psiquiátrico.

Pero un familiar preocupado dio el aviso. Fue localizado a 510 kilómetros de Madrid, en la localidad veraniega de Nerja (Málaga) para alojarse en la casa de otro familiar.

Pero puesto a desoír las instrucciones sanitarias, el enfermo se fue a dar un paseo en lugar de confinarse y así fue interceptado a las 14.00 horas en una céntrica plaza (inmediatamente desinfectada). Nueve agentes, dos coches patrulla y una ambulancia, todo para él. Ahora está en el Hospital de la Axarquía, en Vélez-Málaga.

En la categoría de los huidos, los reincidentes están en otra liga. Es el caso de un madrileño de 29 años detenido tras escapar del Hospital Regional de Málaga después de haber hecho lo mismo en un centro en Madrid, por coronavirus.

Fue hallado el pasado lunes y devuelto al hospital. Le interrumpieron en pleno paseo nocturno, a las 01.55 de la madrugada.

Dos agentes de Policía Local le preguntaron qué hacía caminando a esas horas. Su excusa fue que se dirigía al hospital a recoger su medicación para un tratamiento psiquiátrico. A los agentes les chirrió esta situación y se percataron de que su descripción coincidía con la de un paciente fugado hacia dos días.

Cuatro casos hubo en el Severo Ochoa de Leganés (Madrid) el fin de semana del 20 al 22 de marzo, cuando las urgencias colapsaron. Tres salieron corriendo del hospital sin esperar a saber el resultado de una segunda prueba, pero fueron localizados rápidamente en sus domicilios. El cuarto era un anciano desorientado.

Desde entonces, existe un control policial para vigilar las salidas y evitar sorpresas. Todos volvieron al hospital, aunque hay casos en que el destino no es una cama, sino una celda.

¿Vuelta al hospital o ingreso en prisión?

Es lo que le ocurrió a un hombre de 56 años en Ceuta. El 28 de marzo dio negativo en la prueba del Covid-19 aunque fue diagnosticado con neumonía, pero por si acaso huyó del hospital. Fue hallado poco después en los alrededores del centro.

Su médico alertó de que podría convertirse en caso de contraer la enfermedad "en un grave vector de contagio" y era "extremadamente importante" encontrarle por sus incumplimientos de confinamiento, el último nada más ser conducido a su domicilio por la Policía, que al rato de dejarle allí se le volvió a encontrar caminando por el centro y menos colaborador que de costumbre. Ahora está en prisión.

Lo normal es que a los fugados se les imponga su correspondiente sanción administrativa de acuerdo al artículo 7 del real decreto que introdujo el estado de alarma en el país, por el que se limita la libertad de circulación de los ciudadanos, con multas de entre 601 y 30.000 euros de acuerdo a la Ley de Seguridad Ciudadana.

Pese a que el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, habló de dar cuenta a Fiscalía, las fuentes consultadas precisan que a los fugados no se les suele imputar una responsabilidad penal salvo que se resistan a los agentes o reincidan. Más que delincuentes, dicen las fuentes, lo que son es unos irresponsables.