¿Cree haberse contagiado en el ejercicio de su profesión médica?

Es difícil de contestar. Cuando yo empecé con los síntomas ya había mucha población de Madrid contagiada y ya estaba declarada como zona comunitaria de contagio. Además, cojo el metro. De todas formas, lo más probable es que haya sido en el contexto del trabajo. Hace dos semanas nos reorganizamos en el centro de salud y hemos empezado a separar pacientes por motivo de consulta. Si vienen por problemas respiratorios ya los comenzamos a mandar a un ala diferente con los médicos que llevan EPI, trajes para evitar la infección, además de mascarillas y guantes. Por otro lado del centro, se envía a los pacientes que vienen por otras causas. Pero antes de tomar estas medidas había pacientes que subían a la consulta con los síntomas y lo más probable es que me haya contagiado durante ese periodo.

¿Cómo se encuentra ahora tras dos semanas superando la enfermedad?

Me encuentro bien. Soy de los casos afortunados con una sintomatología un poco más leve. Tengo 40 años, en principio no es una edad de riesgo, pero en España ya han fallecido tres médicos de familia, entre ellos una chica de 28 años.

¿Y se quiere usted reincorporar al trabajo?

Sí, espero que sea hoy, cuando cumplo 14 días. Además ya no tengo síntomas, pero nos han de realizar un test para comprobar que doy negativo e impedir que pueda infectar a compañeros o a pacientes.

¿Qué juicio le merece la carencia de equipos de autoprotección con que están trabajando, en general, los sanitarios de Madrid y los de todo el país?

Es muy triste ver a sanitarios y gente que trabaja en el entorno, como auxiliares o personal de cocina y limpieza, sin protección. Antes, lo que más me preocupaba era la sensación de impotencia porque queremos ayudar y cuidar a los demás, pero no son aceptables estas condiciones de trabajo y a las que se exponen los compañeros. Hay que invertir y poner en marcha toda la maquinaria posible para proteger a los cuidadores.

En tiempos de absoluta normalidad, ¿es posible tener siempre a punto un dispositivo sanitario y social como el que exigen estas pandemias?

En los últimos años ha habido una saturación en urgencias para cualquier patología sin contar los sanitarios con las mejores condiciones. En una consulta de atención primaria, muchas veces, se nos juntan 50 o 60 pacientes y no tenemos casi ni tiempo para tomar decisiones adecuadas. Lo que sacamos en claro de esta pandemia es la necesidad de tener una buena sanidad pública y de tener suficientes sanitarios para atender adecuadamente a la población. Ahora se aprecian más las carencias del sistema. Mis compañeros de urgencias tienen que estar desbordados y en la UCI también.

Como médico de familia, ¿ha recibido muchos casos de pacientes con coronavirus?

Cada día nos dábamos cuenta de que venían más pacientes de los que sospechábamos coronavirus, pero no podíamos realizarles el test por no contar con ellos para la población. Al realizarles un seguimiento sí comprobé que muchos daban positivo. Venían, desde niños, a gente joven y mayores, pero sobre todo, personas entre los 40 y 50 años. Atendemos también a domicilio y al detectar un caso del virus sabíamos ya del contagio del resto de la familia que convive con el enfermo.

¿Ha querido en algún momento regresar a Canarias y estar con su familia?

Mi trabajo radica en Madrid, de modo que me quedo en la capital. Hace poco que he visto a mi familia, de todas formas. Tras la cuarentena me habría gustado visitarla, pero no lo hago por mi empleo. Durante la enfermedad ni me lo he planteado por pura responsabilidad, claro.

En Madrid y Barcelona se están dando las peores cifras de contagio y muerte. ¿Es por causa de la mayor población, o también influyen las condiciones medioambientales?

Madrid es muy grande, con una gran población con mucho movimiento de norte a sur de la ciudad donde es difícil frenar los contagios.

Nadie niega la necesidad del confinamiento domiciliario pero, ¿qué puede ocurrir si después de un mes de psicosis hubiera que prolongarlo?

Hay que crear una buena rutina diaria. De todas formas, no soy psicóloga y también me está costando quedarme en casa, pero resulta necesario para frenar el ritmo de contagios. No nos damos cuenta, pero es como un enemigo invisible donde se producen casos muy poco sintomáticos que pueden estar contagiando al resto de la población. No sé hasta cuándo va a durar el confinamiento porque no soy epidemióloga, pero en China duró unos dos meses. Creo que en España se prolongará más de un mes.

En función de las cifras, más o menos rigurosas, que nos dan a diario, ¿tienen credibilidad quienes dicen que la enfermedad está entrando en fase de estabilización para decaer a renglón seguido?

Nos queda más de una semana seguro, al menos hasta finales de abril. Estamos en plena escalada. Creo que no se ha alcanzado el pico. Quizá sea Madrid la primera comunidad que llegue por tener más casos. Nos queda aún tiempo de confinamiento para luego ver los resultados.

¿Qué diría al diario 'New York Times' cuando habla de sanitarios kamikazes de España?

Le diría que es muy difícil no atender pacientes porque es nuestro trabajo aunque sé que no debería prestarse en las condiciones en que nos encontramos y poniéndonos en riesgo, pero es muy complicado no ayudar a un enfermo. No hace falta llamarnos ni héroes ni kamikazes, pero sí es verdad que en el espíritu médico o de enfermería y del resto de trabajadores sanitarios existe un componente importante de responsabilidad, que nos mueve a atender a los pacientes, lo cual no quita que seamos humanos y tengamos también miedo a ser contagiados o a infectar a los familiares y gente más cercana. Yo, durante la enfermedad, hasta no haber visto que ha pasado la primera semana y que realmente estoy bien, como afectada, pasé mis momentos de cierto miedo porque nos enfrentamos a un virus que aún estamos conociendo. Sentía temor de no evolucionar bien o de pasar a una neumonía. Los sanitarios nos merecemos una buena protección y no tener esa incertidumbre a la hora de trabajar.