En lucha canaria "resultará perdedor el luchador que primero toque el suelo con cualquier parte del cuerpo que no sea la planta de los pies", es decir, quien primero pierda el equilibrio. Una cuestión matemática. El equilibrio de un objeto depende de que la proyección de su centro de masas caiga en la superficie que contiene su base de sustentación, en este caso el área entre sus pies. No vamos a entrar en la definición del centro de masas, pues nos vale con saber que explica por qué permanecemos en pie. El luchador es conocedor de ello, aunque sea de forma inconsciente. La colocación de sus pies o la flexión de sus rodillas están condicionadas por la posición de su centro de masas. Es más, para desequilibrar al contrario necesita ejercer un par de fuerzas, es decir, dos fuerzas actuando en sentido contrario. Esto no es tan evidente porque la atención se fija normalmente en un punto, como por ejemplo el pie al trabar un garabato, pero el empuje del hombro realiza la segunda fuerza del par. Aquí está la esencia. Toda contra se basa en anular una de las fuerzas del par, o aún mejor, aprovechar el empuje del contrario en beneficio propio. Pero además, el terrero está lleno de matemáticas: La salida a silla, el tiempo de cada agarrada, el control del marcador o el propio sistema de lucha. Me corresponde el honor (o soy el culpable, según se mire) de haber propuesto el sistema vigente: "resultará vencedor el luchador que obtenga ventaja al finalizar la segunda agarrada", alternativo al tradicional (tres agarradas) y al de lucha corrida (una). Tan sencillo como contar 1, 2 y 3, pero provino de visualizar todos los aspectos que rodean la lucha canaria y su espectáculo desde un punto de vista estrictamente matemático.