Iron-Man no podría salvar al mundo sin su sofisticado supertraje. Los sanitarios no podrán controlar al villano invisible del Covid-19 si no hay material suficiente para que se protejan. Y en Canarias este recurso es cada vez más escaso, cuando no nulo. Aunque de manera general los profesionales de las Unidades de Cuidados Intensivos y los de Urgencias cuentan con los EPI suficientes -aunque justos-, esta situación no es extensible al resto de servicios que también están expuestos permanentemente al Covid-19 y que son los que más pueden ayudar al Sars-Cov2 a propagarse. El Gobierno de Canarias, junto al Estado central, consciente de la situación ha programado un abastecimiento continuo de material para las próximas ocho semanas.

Les hemos reiterado que son nuestros héroes, aunque han afirmado que solo hacen lo que les manda la profesión a la que han consagrado su vida: salvar vidas. Sin embargo, reclaman a la gestión gubernamental más medios, pues las buenas palabras y la glorificación no les va a salvar del Covid-19. En estos días han recibido mascarillas caducadas en 2001 desde China, han estado atendiendo a pacientes infectados con material protector que no es adecuada, han reutilizado material fungible tantas veces que dudan ya de su eficacia y han estado, en general, trabajando a golpe de "parches".

El pasado martes llegó a las islas un avión militar con más de 120.000 mascarillas y otro material desde el Estado. Pero con un solo desembarco no es suficiente, las Islas requieren un suministro continuo de este material para poder afrontar el pico más alto del brote en Canarias. En este sentido, todos están de acuerdo en que las próximas dos semanas son definitivas. El día 29 se cumplirán dos semanas de la declaración del Estado de Alarma, justo el tiempo en el que tarda en incubar el Covid-19. Para poder combatirlo les hace falta primero material y luego recursos humanos. Pero sobre todo, que los recursos humanos existentes no caigan ante el incendio.

Hasta ahora en Canarias se han contagiado de este coronavirus 150 sanitarios. Esto significa que dos de cada diez infecciones se han producido en estos profesionales en las Islas, un porcentaje mucho mayor que el que se maneja a nivel nacional, que es del 12,3%. El miedo se ha convertido en una sensación generalizada y así lo representa una encuesta realizada por el sindicato Asaca a la que en tan solo 24 horas respondieron 900 profesionales canarios. Siete de cada diez sanitarios afirmaron que se encontraban inseguros en su puesto de trabajo y el 90% concretó que siente miedo por volver a su casa y poder contagiar a su familia. También nueve de cada diez afirmó que los recursos con los que contaban en su centro de trabajo eran totalmente insuficientes.

En los pasillos de los hospitales el miedo se respira: "cuando nos cruzamos con nuestros compañeros en los pasillos vemos sus miradas de miedo", afirma Jesús (nombre ficticio porque prefiere no desvelar su identidad). Jesús es enfermero en uno de los hospitales de Tenerife y narra lo que ha visto en los últimos días en las dos "zonas calientes" de los centros hospitalarios: UVI y Urgencias. "Esto es una guerra", señala e indica que en las ocasiones en las que se cruza con sus compañeros por los pasillos los ve "demacrados, solos y con un visible miedo en los ojos".

Pero aún asustados y nerviosos, los profesionales de los hospitales, los centros de salud, de las ambulancias, de lavandería, de limpieza, de cocina, celadores y seguridad, entre muchos otros, son conscientes de la importante labor que tienen entre manos y buscan la fuerza de donde puedan. "Tenemos fe, sabemos que lo vamos a sacar adelante y que lo conseguiremos junto al apoyo de la ciudadanía", remarca José (nombre ficticio para proteger su identidad), médico del Servicio Canario de Salud (SCS). Además, día a día, los que están al pie del cañón intentan tener la cabeza fría, hacer uso del humor y tratar de mantener la calma. Pero sobre todo, mirar la situación con positividad: "ya hay varios tratamientos y vacunas preparadas para salir", explica Jesús, por lo que considera con la fuerza de todos será posible dar el último empujón y acabar con esa amenaza invisible que ha trastocado nuestra sociedad.