Mediados de marzo, una temperatura que ronda los 23 grados centígrados y la amenaza de una pandemia como marco de fondo. La escena vivida ayer en las playas del sur de Tenerife no era la habitual. La presencia de transeúntes y bañistas en los principales núcleos de concentración turística en los municipios de Adeje, Arona y Granadilla de Abona no se correspondía con la normalidad. Zonas como Torviscas, El Duque, Las Vistas, Los Cristianos y El Médano la evidencia más fidedigna, el silencio y poca algarabía que se percibía. Pero ni mucho menos estaban despobladas, como el resto de la Isla.

Pocos eran los que se aventuraban a darse un chapuzón, y no porque precisamente la climatología no invitara a ello. Aún, las playas del sur de la Isla registran una afluencia notoria, sobre todo de extranjeros que, aparentemente, disfrutan de sus vacaciones con normalidad. Otros, también foráneos, aunque residentes en esas zonas, siguen su rutina diaria que, inminentemente, pasa por la playa. Tomar el sol, leer un libro, rellenar pasatiempos y socializar a través de redes. Como suele ser habitual en las estaciones más frías, ayer eran pocos los que se aventuraban a meterse en el agua. Eso sí, algunos de ellos lo hicieron, incluso, con bandera roja. Fue el caso de la zona de playa del Duque que linda con el castillo homónimo.

Después de tumbarse en la arena y tomar un poco de sol, muchos de los allí presentes optaban, sorprendentemente, por tomarse un aperitivo en las terrazas de bares y restaurantes ubicadas en primera línea de playa. Si bien es cierto que la cantidad de bañistas se situaba algo por debajo de lo que suele ser habitual en esta época del año en las principales zonas turísticas sureñas, la profusión de clientes en las terrazas llamaba poderosamente la atención.

Falsa tranquilidad

En medio de la vorágine, y prácticamente sin presencia de canarios, un silencio que venía a corroborar una falsa tranquilidad. El bullicio, la música en directo y la habitual jarana en enclaves turísticos, ausente en el Sur. Pese al volumen de turistas que frecuentaban los paseos limítrofes a las playas, se podía apreciar el ruido de las olas en su contacto con la orilla. El muteo nada tenía que ver con la presencia de mascarillas en los rostros de los transeúntes, ya que apenas de veían en ellos.

En El Médano

A unos 100 metros de la playa de El Médano, y desde diferentes edificios y balcones, tres jóvenes hablan de cómo van a pasar estos días. Afirman que respetarán la medida de quedarse en casa y que, en ese tiempo, intentarán pasarse los más de veinte videojuegos que se han descargado para sus consolas. "Hay uno de dardos que está tremendo", subraya uno. Ahora, es cuestión de que la sociedad dé en la diana y facilite frenar la pandemia.

Paula Martínez y Pepa -su perra-, naturales de Zaragoza y residentes en Granadilla, vuelven de camino a casa tras un paseo por la costa de El Médano. Asegura estar haciendo vida "normal", pero siempre evitando sitios con "aglomeraciones de gente". Por su parte, indica que permanecerá en su casa, salvo para lo "esencial y pasear al perro", asevera.

Jugando a las palas

Francisco Muñoz, asiduo en la playa de Las Vistas, juega a las palas con un amigo. Asegura que, en sus días libres, siempre marida "playa y casa" evitando grandes aglomeraciones de gente, ahora más que nunca. Por otra parte, denuncia la "falta de información" a la que se está viendo sometida la sociedad ante el coronavirus.

Por encima de cualquier cosa, Juan Gabriel González, encargado de uno de los restaurantes más reconocidos en el pasaje que une Torviscas con El Duque, destaca la "naturalidad" con la que los turistas viven esta coyuntura. "Hay mucha psicosis con el coronavirus. Le hemos preguntado a los extranjeros qué hacen aquí con lo que está pasando, y ellos están mucho más tranquilos que nosotros; son ellos los que nos transmiten sosiego. De hecho, ayer (por el viernes) vino una familia a saludarnos y aseguraron estar tranquilos porque, en caso de pasar algo, en la Isla los tratarán muy bien, como siempre", relata.

No obstante, eso parece no ser suficiente para muchos. "De un día para otro ha bajado nuestra actividad en un 50%", afirma González que, por otro lado, apunta a haber tenido presagios peores: "A inicios de semana pronosticaba que en cinco días no haríamos casi nada; sin embargo, la gente sigue viniendo. No sé si es porque este es un local al aire libre".

Muy pocos residentes

Entre los pocos residentes que se aventuran a salir a la calle y hacer vida normal entre los viandantes foráneos, Fernando Huertos y Diego Blanch -empresario de Tenerife Ribs-. Ambos se muestran reticentes ante el estado de alarma decretado: "Es una vergüenza. No sé por qué se han disparatado y nos han metido en este lío", empieza diciendo el primero. Mientras, el responsable del franquiciado Tony Roma's, señala a que no ven a "nadie nacional" y sí a "muchos extranjeros". "La crisis se ha creado a nivel nacional", apostilla.

Ambos se cuestionan el oscurantismo que existe en cuanto a datos precisos. "¿Por qué no usan las estadísticas ahora? no sabemos las edades de los fallecidos, ni la comparativa de estos con los de la gripe común", comentan. "Están creando una crisis bestial. No han reparado en que, dentro de un mes, no habrá dinero para pagar los sueldos", advierte el empresario Blanch.

Como posible vía alternativa, apuntan hacia las medidas que ha tomado "Reino Unido. Allí abogan porque se contagien y, en caso de gravedad, que vayan a los hospitales"; no obstante, en medio del argumento, sí que apuntan a la diferencia de consciencia entre sociedades. "La situación de los supermercados es una muestra; parece que se acaba el mundo. La reacción ante este virus va a repercutir muy negativamente sobre el Archipiélago", exponen.

El sector del taxi ya sufre las graves consecuencias del desplome del sector turístico en el Sur. "Está la gente asustada, no quieren salir. Creo que estamos rondando un 70% menos de actividad; hemos pasado de ganar dinero a no hacer nada. Está la cosa muy floja", aduce uno de los profesionales del gremio."Se han cargado el sector"

Entre los argumentos que esgrime, las "doce horas" que tarda en hacer 50 o 60 euros, cantidad que antes hacía "en nada" en el enclave del parque acuático Siam Park. Para concluir, el taxista lanza una frase lapidaria: "El coronavirus se ha cargado el sector turístico en Canarias".