La angustia es estos días el visitante más frecuente en los despachos de los 38 especialistas que trabajan en el gabinete que dirige en Madrid esta psicóloga, la imagen misma de la calma. "Vemos a personas angustiadas, con la creencia de que tienen alguno de los síntomas -relata-. Están tan angustiados que prácticamente los tienen, se los provocan, y piensan que van a contagiar a sus hijos, a sus padres mayores... Ese tipo de pensamientos que te llevan a una situación casi imposible".

El miedo infundado es compañero de la irracionalidad, y esto preocupa a esta especialista en psicología de la conducta y del trabajo. Lo ve en quienes le llegan creyéndose acosadas por el coronavirus: "Desarrollan una sintomatología propia: hiperventilación, aceleración del ritmo cardiaco, sudoración, dolor muscular... Y disparando el sistema nervioso autónomo, sus funciones intelectuales se ralentizan, su concentración, su memoria, trabajan peor, no rinden...", explica la autora de uno de los más famosos libros de psicología, 'La inutilidad del sufrimiento', que ha superado las 60 ediciones.

- ¿Qué sufrimiento es inútil en esta situación?

- Aquel que nos debilita, ese sufrimiento que cada día va mermando nuestra fuerza y nuestra moral y nos hace enfrentarnos a esta situación tan complicada con lo peor que llevamos dentro: nuestros miedos.

- ¿Se puede instalar entre nuestra clase dirigente política, policial, sanitaria, económica€ una angustia inútil? Ángela Merkel le anunció a su pueblo que el 70% se contagiaría...

- Cuando lo dijo, probablemente fue por un impulso de sinceridad. Puede haber especialistas que barajan cifras parecidas, pero hay que tener cuidado. Me asusta que prevalezca más la parte "política", y lo entrecomillo, que la parte más científica. A mí me gustaría que nuestros dirigentes tuvieran muy claro que quienes deben disponer medidas son los expertos. Hace unas semanas, no todos los médicos sentían que se les estuviera escuchando demasiado. Yo este tema prefiero que lo dirijan los científicos, no los políticos.

- Pero ese liderazgo de los técnicos sobre los políticos, ¿no choca con los usos de una democracia?

- Cuando reivindico el liderazgo de los técnicos reivindico que tengan autonomía en el ámbito de sus decisiones. A veces puedes tener la sensación de que están mediatizados o condicionados, o lo han podido estar, para no tomar las medidas que ellos libremente sí que hubieran tomado.

- ¿Es que ha visto algún tipo de desliz político que haya ido en detrimento de lo técnico en esta epidemia?

- Lo que he visto es que en la población se ha producido lo que nosotros llamamos una incongruencia. Y eso ha generado miedo. Si tienes un país al que estás diciendo continuamente que no pasa nada, que es como una gripe, que esté tranquilo, que puede asistir a los sitios que quiera, y un lunes por la tarde de repente le dices que tiene que tomar medidas muy drásticas y difíciles, en la mente de cualquiera sale: "¿Pero qué está ocurriendo aquí? Esta mañana todo era controlable y esta tarde hay que tomar medidas tan drásticas? Puede que no fuera verdad lo que nos decían hasta ahora". Se crea en la mente de la persona la idea de que esto no es coherente. Es preferible no tratar a la gente como si fuera inmadura. A la gente hay que darle información veraz y completa, con rigor científico. Y si se produce una situación extraña, que se explique racionalmente.

- ¿Qué situación, por ejemplo?

- Que se explique por qué lo que han venido diciendo estos días sigue siendo válido, que no ha habido ningún ocultamiento. Porque puede haber gente que se pregunte cómo es posible que el sábado se podía ir a una manifestación o a un partido de fútbol y ahora ya no. Eso hay que contarlo muy bien, o se pierde la credibilidad. Y si se pierde la credibilidad, ya no generas confianza. Y si lo que generamos es incertidumbre, se desata el miedo, y actitudes egoístas.

- Y también conductas miserables. ¿Cómo explicarnos esa inclinación de algunos a difundir mentiras?

- Hay gente que disfruta con eso, que con tal de tener cierta notoriedad son capaces de decir cualquier cosa. Hay personas que disfrutan infundiendo pánico o viendo a la gente muy preocupada, desgraciadamente es así. Lo hacen por diversión o por estímulo, porque se sienten bien haciéndolo. Es una conducta muy patológica. Ante eso, hay otra gente que entra en fase de miedo, y te va a un supermercado o a una farmacia y... Ayer mismo tuve aquí a una madre angustiada porque fue a por papilla para su hija pequeña y no había. Y me contó: "A mi lado había una persona llevándose cinco paquetes. Le dije que si me daba uno, y me dijo que no, que se los llevaba todos". Esas conductas insolidarias son lo peor que podemos hacer, y es lo que ocurre cuando la gente tiene miedo.

- El recelo, el egoísmo e incluso el comportamiento miserable, ¿son recursos naturales de la psique humana?

- Son comportamientos que ocurren cuando las personas creen que están viviendo una situación límite. El pensamiento es previo a la emoción. Si crees que estás viviendo una situación, la sientes. Y los pensamientos muy distorsionados provocan ese tipo de situaciones.

- ¿El miedo está hoy más instalado€ entre qué edades y qué clases sociales?

- El miedo no distingue clases. No es un producto exclusivo de las personas con un nivel educativo más bajo. El miedo es irracional si proviene de un pensamiento ilógico. Está más instalado entre las personas mayores, sin duda, pero también entre las personas que han tenido algún tipo de enfermedad más o menos seria reciente, pacientes oncológicos... Y en los padres, porque entre sus preocupaciones está la de proteger a los hijos, y en aquellos hijos que se preocupan de sus padres.

- También hay gente que en estas circunstancias celebra, sale, incumple el confinamiento€ ¿por qué?

- Por tres factores: uno es la pura irresponsabilidad. El otro es de agentes que ganan con esa conducta, esos dueños de discoteca que estaban ofreciendo fiestas... El tercer punto es la atracción del peligro. El peligro entre personas jóvenes es muy atractivo.

- Otro mecanismo psicológico que comentar: la búsqueda de culpables.

- En la sociedad española quizá sea una de las cosas que más nos definen. Es importantísimo aprender a perdonarnos y aprender a perdonar. Casi siempre buscamos culpables, como para quitarnos nuestro propio malestar, en lugar de poner el foco en qué podemos hacer. Es una cosa que hacemos desde pequeños. A los niños les reñimos cuando hacen algo mal, y eso lo hacemos más que reforzarles cuando hacen algo bien. Es un mecanismo que no tenemos aún bien instalado.

- En la psique de un contagiado español se va a desatar la culpabilidad, el miedo... ¿y algún fenómeno más?

- Sí, la incredulidad cuando le dan el diagnóstico. Mucha gente pensará: "Es una tontería, a mí no me puede pasar, no me lo puedo permitir en este momento..." E internamente se intentan convencer de que el diagnóstico es erróneo y que no les pasa nada. La racionalidad y la calma ayudan a nuestras defensas, está comprobado.

- Ya hay mucha gente aislada por haberse contagiado o en prevención. ¿Cuál debe ser su actitud?

- Esas personas se pueden sentir agobiadas, fastidiadas, tristes, con ansiedad€ incluso enfadadas con la propia situación. Y pueden sentir que sufren una soledad enorme que ellos no han buscado. En esa situación deben decirse: "Este es un periodo largo, de dos semanas; vamos a organizarnos". Y también: "A ver, tómatelo como si fuera el retiro de tu vida. ¿Qué cosas siempre dices que te encantaría hacer y no puedes hacer? Vamos a organizar los hábitos y las rutinas: periodos de sueño, de comida, pequeños ejercicios... Y sobre todo distráete con aquello con lo que mejor te puedas sentir. La mejor medicación en ese momento es la terapia ocupacional. En la medida que se pueda, estar haciendo algo que pueda ilusionar.

- Días de encierro con los niños chillando en el salón y viendo a la pareja más de la cuenta. ¿Va a aumentar el número de separaciones después de la epidemia?

- Van a aumentar las tensiones. Sin duda. Estamos todos muy planificados, y todo lo que rompa la rutina genera incertidumbre. Y si los niños, que lo miran todo, detectan que lo que pasa no es normal, se pueden poner muy pesados. Y más si conviene que no salgan mucho. Ahí la gente tiende a improvisar, cuando lo que tiene que hacer es una buena planificación, organizar bien el día.

- Claves para llevarlo bien con la pareja estos días.

- Muchísima creatividad. Un autor decía que los tres principales componentes de la felicidad son humor, amor y creatividad. Pues yo diría esas tres cosas en este momento. Es decir: intentar por encima de todo buscar acuerdos, intentar repartirnos de una manera consensuada las tareas, pero intentar sobre todo vivirlas con buen ánimo. No es el momento de reproches; es el momento de la generosidad.

- ¿Qué hacer para sobrellevar el teletrabajo con los niños en casa?

- No es fácil, porque lo primero que tenemos que hacer es adaptarnos a una situación nueva, que significa nuevos hábitos que tienes que establecer, y hacerlo en un ambiente en el que no lo mires como "qué gran esfuerzo", sino como "tengo una oportunidad". Tengo una oportunidad de estar con mis hijos, a los que les tengo que poner una serie de tareas, a los que tengo que escuchar, que van a estar muy extrañados, y que es importante que me vean bien. Y tengo que darme instrucciones en positivo: Esto que estoy haciendo está bien, lo estamos llevando adelante, lo podemos solucionar, perfecto...

- Para una familia estos días, ¿cuál es el peor compañero del coronavirus?

- El peor compañero del coronavirus es el miedo, el miedo, porque el miedo realmente nos impide razonar en ese momento, y en situaciones de crisis necesitamos que nuestra mente funcione con el cien por cien.