El coronavirus (Covid-19) alteró esta semana el calendario escolar del colegio salesiano San Isidro, en La Orotava. El positivo de un maestro, que el centro confirmó a las familias el domingo 8, generó el lunes 9 más de un 50% de absentismo y obligó a la dirección, en coordinación con las Consejerías de Educación y Sanidad del Gobierno de Canarias, a tomar la decisión de suspender la actividad escolar desde el martes 10 hasta el lunes 16, fecha en la que está previsto el regreso a las aulas. Esta suspensión dejó a mil alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria sin clases y obligó a sus familias a recurrir a abuelos y abuelas que, como Marisela Lapido Pazos, entienden que toca arrimar el hombro "por responsabilidad" y para frenar la expansión del virus.

"Hay que colaborar"

Su hijo Pedro Luis Pérez Lapido y su nuera Yasmina Expósito del Pino trabajan, así que en este periodo de forzadas vacaciones escolares, Marisela Lapido tiene claro que "toca ser responsables y colaborar", pero no sólo con la familia, sino con el resto de la sociedad: "Esto hay que afrontarlo desde la responsabilidad como individuos. Más allá de que el virus pueda alarmar o causar miedo, lo más importante es que es muy contagioso y puede generar un pico excesivo de casos que afecten al funcionamiento de los centros hospitalarios. Por ese riesgo debemos actuar con sentido común y colaborar todos".

"Como ciudadanos debemos regirnos por nuestro sentido común. No se trata de encerrarte en casa, pero como es innecesario ir a ver un partido de fútbol o un concierto, lo podemos posponer y centrarnos en que ese pico de contagios sea lo más plano posible para no desbaratar los hospitales", plantea esta abuela de La Orotava.

Respecto al cuidado de los nietos en estas circunstancias, lo asume tranquila: "Estamos ante una emergencia sanitaria y debemos ser responsables. No es momento de decir si el abuelo o la abuela son los más adecuados para cuidar a los niños; es el momento de colaborar y arrimar el hombro". "El virus no tiene una dimensión terrible, pero hay que evitar sus efectos masivos. No es lo mismo que terminemos padeciéndolo el 80% en un periodo largo de tiempo que lo suframos todos a la vez", subraya.

Marisela Lapido fue maestra durante muchos años y no recuerda ninguna situación similar a la que se vive con el coronavirus: "No es necesario que sucedan este tipo de cosas para crecer como personas, pero ya que pasan, vamos a aprovecharlas para eso, para sacar lo mejor de nosotros mismos. Y eso implica colaborar y no cuestionar ahora cosas que no vienen a cuento".

Esta abuela prefiere no pensar ahora si cuidar a sus nietos en casa es un factor de riesgo extra para sufrir un contagio: "Eso no me lo planteo. Priorizo. Lo prioritario es ahora colaborar y si eso tiene consecuencias, ya se verá". Respecto a la suspensión de las clases, Lapido se muestra comprensiva con el colegio salesiano: "Lo entiendo, creo que ha sido la decisión correcta. Cerrar un colegio implica gestionar muchas otras cosas. Las empresas y organismos públicos también deberían dar una respuesta más adecuada y facilitar a los trabajadores el cuidado de los niños. Lo prioritario ahora no es el trabajo, sino atender a los niños si se tienen que quedarse en casa unos días". Ante la posibilidad de que las clases no se retomen el lunes 16, tal y como espera el centro escolar, esta abuela aboga por "entender que estamos en una situación que cambia cada día y hay que adaptarse".

El testimonio de Daniel

Daniel tiene 12 años y es alumno de primero de ESO. Reconoce que estar una semana sin clases, "obviamente le parece bien a cualquier niño". Su hermana Martina, de 8 años de edad y estudiante tercero de primaria, matiza que le gusta "estar de vacaciones una semana", pero que también disfruta del colegio porque en casa de los abuelos se aburre "un poco".

Daniel y Martina sí acudieron a clase el lunes 9, cuando el diagnóstico positivo de un docente por coronavirus dejó en casa a la mitad de los alumnos. "Faltaron muchos niños y los profesores estaban alerta, contándonos todo lo que había que hacer por el coronavirus", recuerda Daniel. Para Martina, ese lunes tampoco fue un día habitual: "Faltaron 13 compañeros de clase y no fue como siempre".

Martina da una lección de sentido común a muchos adultos: "Es un virus, no es uno normal y corriente, es un poco diferente, pero tampoco hay que asustarse. Si en China o Italia han sido capaces, aquí también podemos". Su hermano mayor completa el mensaje: "Hay que cumplir lo que nos dicen los profesionales y la Consejería de Sanidad, pero tampoco hay que alarmarse tanto. No es necesario quedarse en casa encerrado".