Pulsar la opinión de un grupo de canarios en Madrid equivale a encontrar un denominador común: el deseo de volver estos días a las islas para escapar del violento repunte del coronavirus. EL DÍA dialogó con estudiantes y trabajadores para conocer sus historias personales. Algunos han vuelto ya y se informarán desde aquí, otros lo han intentado y no han podido por diversas circunstancias. Son gaviotas que puntualmente huyen -o quieren huir- de su vida cotidiana en la capital.

Iru Díaz García. 23 años, de La Laguna. Estudia Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Vive en Alcorcón, al Sur de la ciudad. Piensa que "nos afecta más a los canarios porque sólo podemos ir a casa en avión. Si ya son caros los pasajes, en medio de una crisis y obligado a sacarlos de un día para otro, se convierten en prohibitivos y no puedo pasar estas dos semanas con mi familia". Cree que la situación está bastante controlada y suspender las clases una medida más bien política. "La gente ha reaccionado con calma y no ha caído en el pánico", valora. Sí considera que ha habido cierta histeria pero a partir de lo que cuentan los medios de comunicación y, sobre todo, las redes sociales. Aunque, dice, "siempre hay grupos con psicosis y tendencia a reproducirla pero no es algo generalizado". Iru reflexiona: "El cierre de centros educativos genera problemas a padres y abuelos. El trabajo telemático no tiene todavía mucho desarrollo y, además, los mayores son el grupo de más riesgo". No ha visto desabastecimiento y al no poder irse a la isla "estaré en casa sin recluirme".

Pedro Pérez Mejías. Estudia Ciencias Políticas en la Complutense. Grancanario, de Telde, tiene 20 años. Para él, "la situación general es de incertidumbre ante el cierre de universidades y colegios y la recomendación de no salir de casa". Observa que mucha gente compra productos básicos por sí pasan un par de semanas sin salir. Admite "un poco de nervios" pero no cree que se trate de psicosis aunque percibe "cierta situación apocalíptica y la paranoia por no infectarse desde que alguien estornuda". No hay desabastecimiento aunque "se compra de más, sobre todo arroz y leche. He visto a una mujer que se llevaba 24 bricks de leche. El problema será reponerlo en los supermercados". Concluye: "Lo que voy a hacer es volver a Canarias y tomar las medidas recomendadas"-

Raquel Rodríguez Munguía. De La Laguna. Hace un Máster en Producción y Realización en Radio y Televisión. Ha vuelto a Tenerife. Se ve como afectada porque paga un alquiler en Madrid que no va a poder disfrutar. No sabe si recuperará las dos semanas de clase y critica a su universidad, la privada Francisco de Vitoria, por no contactar oficialmente con sus alumnos. La situación en Madrid, la califica de "un poco confusa". En el sentido de que hay gente tranquila ante el coronavirus que sigue con su rutina normal pero también "personas histéricas y alarmadas" con mascarillas básicas, "que no sirven para nada", y guantes. Piensa que sí existe psicosis y bastante alarmismo "innecesario" y que "la situación se les ha ido de las manos". También desabastecimiento en los supermercados. Resume su posición: "Ahora mismo mi intención es quedarme en Tenerife estas dos semanas y ponerme en contacto con la coordinadora del máster para saber si estas se recuperarán".

Samarah González Rodríguez. De Tenerife, vive en Hortaleza y trabaja para una gestoría bancaria. Ha recibido un correo de la guardería de su hija que anuncia la suspensión de clases hasta el día 26. Explica: "Los dos padres trabajamos y a ver cómo lo gestionamos para estar en casa con ella". Ninguno tiene familia en Madrid y es él quien ha pedido permiso para el teletrabajo. Ella es administrativa y tiene más complicado trabajar desde casa. Aprecia que desde la tarde del lunes calles y autopistas aparecen mucho mas vacías pero, apostilla, "usé el metro la noche del lunes y no noté nada anormal". Eso sí, añade, "todo el mundo habla de eso y está pendiente de los estornudos". La vida en su entorno es normal, aunque en algún supermercado la gente ha arrasado con todo desde la tarde del lunes. En su trabajo la han confinado en su puesto, en la planta 0 y, por ejemplo, no puede subir a la cafetería, en la 3. "No sabemos qué hacer pero va a ser un lío lo del niño porque tengo que informar a la empresa" finaliza.

Lidia González Arias. De Candelaria. Estudia en la Universidad Francisco de Vitoria un Máster en Realización y Producción en Radio y Televisión. Asegura que del máster no saben decir si recuperarán las clases prácticas en circuito cerrado suspendidas. Ve la situación "complicada y a peor cada día. Un poco caótica, cogemos el metro y se nota menos gente que está algo asustada". Para Lidia "hay cierta psicosis, en la realidad y en redes sociales. Hay que tenerle respeto al virus pero no creo que sea para tanto". Lo que no ha notado es el supuesto desabastecimiento. Está descontenta con la universidad por la falta de información. Y sentencia: "He vuelto a la isla y me quedo aquí por ahora. No tengo pasaje de vuelta".

Ana Lorenzo. De Santa Cruz de Tenerife. Reside en el centro de Madrid. Estudiante de doctorado en la Complutense. El cierre de la universidad retrasa su investigación. Mejor que nadie analiza la posible psicosis porque "me dedico a estudiar a la gente y las últimas semanas los participantes han cancelado citas por supuesto miedo al contagio". Hace vida normal pero critica la gestión de la crisis con "información muy de golpe". Sentencia en este sentido: "Cerrar todo y lanzar el teletrabajo -que ella practica ahora- de un día para otro aumenta esa psicosis". Ha visto grandes colas en los supermercados y toma las medidas que plantea Sanidad. Tenía un viaje previsto para dentro de unos días a Tenerife "y espero poder ir".

Alba Bacallado Sastre. De Tenerife. En Madrid hace prácticas de Magisterio en un colegio y trabaja en las actividades extraescolares de otro. Cree que podría alargarse el año escolar incluso hasta julio. Afirma que "todo estaba tranquilo hasta el lunes, pero con la suspensión de las clases se ha alarmado todo el mundo y se nota en las calles". Cree que no se han tomado antes medidas que hubieran evitado la expansión. Valora que a la gente le preocupa la fuerza del virus y no su expansión, la clave, y de ahí la importancia de resguardarse en casa. Considera que se genera "psicosis" con supermercados vacíos y colas kilométricas. "Estos 15 días voy a estar en casa, aquí en Madrid porque se trata de parar el virus a base de reducir las salidas y evitar las aglomeraciones", anuncia Alba.

Juan Galarza López. 18 años, Santa Cruz de Tenerife. Estudia Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III. Ve normalidad pero hay amigos suyos que han presenciado escenas peculiares en supermercados con gente histérica en una hipotética situación apocalíptica y algunos alimentos básicos -y otros productos que no tanto- a punto de escasear. "Nos lo tomamos con cierto sentido del humor", revela aunque "hay que se lo hace de forma exagerada". Pese a la petición de evitar, en lo posible, los desplazamientos, Juan dice que "la gran parte de mis conocidos van a aprovechar para irse". También él: "Voy a volver durante estos 15 días a Tenerife y seguiré desde ahí las noticias".

Evelyn Chodnikiewicz San. 24 años. Terminó Farmacia en la ULL y cursa el Máster de Virología en la UAM. Suspenden las clasesy el laboratorio, un retraso en sus estudios. Considera "alarmante" la situación en Madrid desde el lunes, cree que la población la gestiona mal por el pánico y aprecia "bastante psicosis". Las medidas son las habituales "aunque la coordinadora de mi máster ha tomado la de poner una silla en medio de cada estudiante", desvela. Ha pensado en irse a Tenerife, pero se queda de momento para ver cómo evoluciona la situación.

Elena Velázquez Navarro. 24 años. Ingeniera electrónica especialista en Robótica. Acabó el Máster en Madrid y trabaja en la misma universidad donde lo terminó, la Carlos III. Señala que "la gente estaba más o menos tranquila hasta el lunes". Divertida, apunta. "La gestión de la enfermedad es ir al Mercadona. Depende de las personas pero hay cierta psicosis". Las medidas que toma son las habituales y aconsejadas. De momento, "en el supermercado de Leganés, no hay desabastecimiento". Termina de nuevo ocurrente: "¿Qué pienso hacer? Lavarme mucho las manos".