Nuevo varapalo al turismo en Canarias. El consejo dado ayer por el Gobierno central a la población española de no hacer viajes por el país salvo que sean necesarios, como consecuencia del agravamiento de los brotes de coronavirus, afecta de lleno al turismo en las Islas en plena temporada alta. Esta advertencia, que no obligación, pone todavía más obstáculos a los ya existentes en un mercado turístico, primera actividad económica de las Islas, azotado por los problemas derivados del Covid-19, que mantuvo hasta anoche en cuarentena a todo un hotel con cerca de un millar de personas dentro -H10 Costa Adeje Palace- tras detectarse entre sus más de 700 huéspedes dos casos de este virus correspondientes a una pareja italiana que había venido a Tenerife a pasar unos días de descanso hace dos semanas.

Este aviso lanzado ayer por el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se produce en un momento en el que las administraciones canarias, las patronales hoteleras de las dos provincias y las empresas buscan fórmulas para acabar con las suspensiones de reservas, que según las primeras estimaciones podrían superar el 20% para Semana Santa y verano. Hay que recordar que esto se suma a que el 23 de septiembre se materializó la quiebra de Thomas Cook, que traía a las Islas a más de dos millones de turistas cada año. El 6% del PIB regional quedaba en el aire. Luego llegó Ryanair, el cierre sus bases en los aeropuertos canarios y la cancelación de rutas. La ralentización de la economía alemana, el segundo principal mercado emisor de turistas, resta además más de 400.000 visitantes germanos a la región. Para colmo, la inminencia del brex it se hace notar y el turismo británico pierde más de 60.000 pasajeros. Canarias estaba en plena lucha para recuperar toda la conectividad, que ahora se encuentra también con el hándicap de la cuestionada viabilidad de Norwegian, clave para el mercado escandinavo y que programó entre invierno y verano un total de 700.000 plazas, cuando encima ha llegado este anuncio estatal relacionado directamente con el coronavirus.

Cuatro de cada diez ocupados de Canarias desarrollan su labor directa o indirectamente en el ámbito turístico. Los primeros afectados serán los eventuales, cuyos empleos dependen del volumen de clientela. El mercado peninsular arrancó este año con un descenso del -11,3% (14.937 viajeros menos) con respecto a enero de 2019. La patronal alojativa señaló a la pérdida de conectividad por la marcha de Ryanair y el encarecimiento de los precios de los billetes como causas de esa caída.

La recomendación del ministro Illa supuso un jarro de agua fría para quienes -pocos- aún confiaban en poder revertir la situación de cara a la Semana Santa, fechas en las que hoteles y apartamentos hacen caja antes de entrar en el páramo de la primavera que da paso a un verano en el que las llegadas vuelven a repuntar. La esperanza de los hoteleros está puesta ahora en que la situación no se prolongue por mucho tiempo y se cumpla el pronóstico de los expertos que dan escasas posibilidades de sobrevivir al coronavirus cuando el calor se adueñe de toda Europa.

Hasta comprobar si el vaticinio se cumple, no cabe pensar en que otros mercados cubran el hueco que dejarán los españoles, El más claro ejemplo es Italia, cuyo Gobierno adoptó ayer la decisión de aislar a la totalidad del país. El pasado año llegaron a Canarias 455.383 italianos. No obstante, pararse en nacionalidades tampoco tiene sentido. Viajar, a cualquier lugar y desde cualquier punto, se ha convertido en una actividad que conlleva el riesgo de no poder retornar en la fecha prevista a casa.

El "cambio a peor" de la situación por el Covid-19, con más de 1.200 casos, llevó ayer al endurecimiento de las medidas en las zonas de "transmisión comunitaria alta", que son la Comunidad de Madrid, Vitoria y Labastida (Álava), donde se cerrarán los centros educativos -incluidos los universitarios- y se recomienda el teletrabajo. Los más 1.200 casos positivos en España, el doble de ayer, de los que 28 han fallecido y 74 están la UCI, hicieron que el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas acordaran un cambio de escenario en España que hasta ayer se encontraba en una fase de contención y ahora pasa a la de "contención reforzada".

Este cambio comporta medidas "de distanciamiento" en el ámbito educativo que suponen la suspensión durante 14 días de las clases en todos los centros, también de las actividades complementarias, en las tres zonas de transmisión alta, una medida que ya anunció el País Vasco esta mañana (y que se hará efectiva a partir de mañana) y la Comunidad de Madrid, que comenzará el miércoles. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, que compareció ayer tarde ante los medios tras reunirse con las comunidades por videoconferencia, reconoció que son medidas que "implican una alteración de la actividad ordinaria", pero apeló a la comprensión porque son medidas que consideran necesarias y que se toman en función del criterio de los expertos y de la evidencia científica.