La emergencia por el coronavirus llevó a que el rezo dominical del ángelus del papa fuera transmitido ayer en vídeo por varias pantallas gigantes colocadas en la plaza de San Pedro de Roma en lugar de en persona, cuando el pontífice se asoma a la ventana del palacio pontificio, aunque algunos cientos de turistas y fieles no dudaron en acercarse.

"Es un poco rara esta oración del ángelus con el papa enjaulado en la Biblioteca pero yo os veo y os soy cercano", dijo Francisco sentado en el centro de la sala donde normalmente recibe a los jefes de Estado. Explicó Francisco, que aparecía con buen aspecto después del fuerte resfriado que le obligó a cancelar algunas audiencias y los ejercicios espirituales, que esta decisión de que el ángelus fuese emitido en "streaming" fue para "evitar las congregaciones de personas, lo que puede transmitir el virus".

Italia ha suspendido todos los eventos y manifestaciones públicas para intentar limitar la difusión del virus que ha causado ya 366 fallecidos y 6.387 infectados. También un caso positivo se ha detectado en la Ciudad del Vaticano. En la plaza de San Pedro, que normalmente está abarrotada los domingos con miles de fieles, esta vez solo se podían contar varios cientos entre fieles y turistas para, esta vez, no ver pero sí escuchar al papa en las pantallas gigantes que fueron colocadas en la plaza.

Mientras que por el contrario, sí que miles de personas esperaban en una larga fila su turno, hasta 45 minutos, para entrar en la basílica de San Pedro, aunque con medidas de separación a la hora de pasar los controles policiales. A pesar de la difusión del coronavirus, la tranquilidad reinaba en la plaza con turistas, familias con niños, ancianos y muy pocas personas que optaron por ponerse una mascarilla.

Marco y Janet, una pareja de turistas procedentes de Colombia y Ecuador, esperaban tranquilamente su turno "sin ningún miedo" por el coronavirus y con ganas de seguir su gira por Europa. Mientras que un grupo de profesores y estudiantes latinoamericanos que han venido a un curso en Roma explicaban que aunque sabían que el papa no se asomaría a la ventana quisieron igualmente venir a rezar el ángelus con él ante una de estas pantallas.

Algún que otro despistados, sobre todo turistas no italianos, esperaban mirando al tercer piso del palacio apostólico que se asomase el pontífice, algo que las pantallas de plasma evitaron.