Talleres Quintana es una empresa que se aproxima ya al siglo de existencia -fue fundada en 1925- y que se sitúa en la Dársena Pesquera del Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Allí recaló Nerea López hace un año, después de completar su formación a través de la Federación de Empresas del Metal y las Nuevas Tecnologías de Santa Cruz de Tenerife (Femete), y no tiene intenciones de moverse. "Me siento muy cómoda porque me han tratado como uno más. Entré y desde el principio no hubo diferencias con otros compañeros. Nunca han dicho no hagas esto porque pesa mucho y eres chica", explica.

Al oficio de soldadora llegó esta joven después de haber probado fortuna en la mecánica de coches. Cursó un ciclo de grado medio en esta última especialidad, hizo sus prácticas en una empresa -en la que también se sintió bien tratada-, pero después en el mercado laboral no le sonrió la suerte. En el sector de las reparaciones de automóviles encontró algunas miradas de incredulidad cuando entregaba su currículo -"se ríen, como si pensaran ay, la pobre"-, una experiencia muy distinta de la que luego ha vivido en las actividades navales.

A la vista de las dificultades para encontrar un empleo como mecánica de coches y pese a su desconocimiento inicial del sector -"no sabía ni lo que era un electrodo", confiesa-, puso la solicitud para la formación en soldadura naval en Femete y, tras quedar en lista de reserva, se hizo con un puesto. El curso le resultó "muy dinámico", con una clara orientación práctica. Los resultados de su paso por esa formación son evidentes: trabaja, se siente plenamente comprometida con su profesión y no sabe lo que es la rutina. "Lo bueno de esto es que un día estás haciendo una estructura para la refinería, otro una baranda... Aprendes de todo", cuenta.

Nerea López está convencida de que, con el tiempo, cada vez más mujeres se incorporarán a estos trabajos. De hecho, tuvo algunas compañeras durante su etapa formativa en las instalaciones de Femete y tiene constancia de que al menos una de ellas está trabajando en la actualidad.

En el sector en el que desempeña su trabajo no ha detectado machismo. Cuando mira un poco fuera, percibe algo que podría parecer paradójico. "En los jóvenes sí puede haber un poco de machismo. Lo primero que hacen los chicos de veintipocos cuando te ven trabajando aquí es reírse. Luego me topo con gente mayor y reaccionan orgullosos y contentos y se interesan por tu trabajo", explica Nerea, que atribuye ese comportamiento de los más jóvenes a que se encuentran en "la edad de la bobería".

Cuando se le pregunta si ha presenciado comportamientos machistas hacia otras mujeres de su edad, la respuesta es afirmativa. "Sí, pero a veces la mujer lo permite y no le molesta. Cosas como no voy a salir con mis amigos porque él me dijo que no o que quedara con él. ¿Y por qué sí puede él quedar con sus amigos por la mañana? Yo me pregunto cómo es posible, pero ahí no me meto", explica.

Aunque no tiene planes de ser madre -está tan comprometida con su profesión que piensa que la maternidad puede disminuir su capacidad física para el trabajo-, está segura de que en su empresa no tendría problemas si lo fuera. No entiende que otros empresarios pongan trabas a las empleadas que se quedan o pretenden quedarse embarazadas. "No debería ser así", sentencia.