El mes de febrero de 2020 ha batido récords históricos de temperatura en todas Canarias. El calor que se ha instaurado en las Islas ha provocado que sus principales estaciones meteorológicas hayan registrado las temperaturas más altas de los últimos 40 años. Una situación que, unida a la escasa lluvia del mes dentro del ya de por sí balance hidrológico negativo que arrastra desde hace meses el territorio, han agravado la sequía que va en camino de convertirse en la quinta del siglo en las Islas.

En algunas de las estaciones no se había constatado una temperatura tan alta desde la década de los 80. Es el caso del aeropuerto de Lanzarote, donde la temperatura máxima diaria superó en 0,4 grados centígrados la del 27 de febrero de 1987, o el de la Vega de San Mateo (Gran Canaria), en el que las mínimas, usualmente por debajo de los 6 grados centígrados, alcanzaron los 8 grados centígrados.

El Atlántico más caliente

Esa anomalía térmica, que se ha visto reflejada en un aumento de la temperatura media por encima de los 2,3 grados en las Islas, ha tenido una repercusiones también el mar. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en su resumen climatológico de febrero, la temperatura superficial del mar -que usualmente se encuentra entre los 18 y lo 20 grados centígrados-, también "estuvo por encima de los valores normales en el Atlántico".

Y a estas temperaturas tan altas para un mes de febrero, se unió también la escasez de precipitaciones. Durante estos 30 días, las perturbaciones atmosféricas que pudieran provocar lluvias apenas han transitado la latitud canaria. De hecho, tan solo pasaron por Canarias dos fenómenos que inestabilizaron la atmósfera, aunque lo hicieron dejando bastante poca lluvia. La primera fue una vaguada -depresión alargada que se ubica entre dos anticiclones- que pasó por la Islas los días 4 y 5 de febrero y que "apenas dejó precipitaciones". A dicha vaguada se unió una depresión aislada en niveles altos (Dana) que permaneció a su lado hasta el día 19, cuando se separó y empezó a conseguir algo de fuerza. Sin embargo, la Dana, que se dirigía a Canarias desde el sureste peninsular, adquirió un "movimiento retrógrado". Esta circulación de la bolsa de aire alojada en lo más alto de la atmósfera es justamente una de las situaciones que provocó la "extraordinaria intrusión de calima", la más intensa del registro. Junto a la gran cantidad de polvo en suspensión que se coló en Canarias entre el 22 y el 25 de febrero, también hubo una pequeña precipitación que básicamente dejó "barro" en el Archipiélago.

El único episodio de cierta relevancia se originó el día 9 gracias a la acción del alisio. Ese día llovió de manera "poco abundante" y tan solo en el 20% de las estaciones. La precipitación registrada en Teror, unos escasos 7,6 milímetros, fue la acumulación diaria más elevada de un mes muy seco que acentuó todavía más el ya de por sí notable déficit de precipitaciones del año hidrológico.

Importantes temporales

Ambas perturbaciones apenas dejaron precipitaciones, pero sí desplazaron hacia las Islas "dos importantes temporales de viento" que, por otro lado, "no son nada infrecuentes en febrero". El más importante, el que afectó a Canarias los días 22 y 23, que es considerado por la Aemet como "uno de los temporales de mayor magnitud de los diez últimos febrero", junto a los de 2010, 2017 y 2018. Se registraron rachas muy fuertes en casi siete de cada diez estaciones.

También estos fuertes vientos desencadenaron una extraordinaria intrusión de polvo sahariano que redujo de forma "acusada" la visibilidad por debajo de los 10 kilómetros, una situación sin precedentes en Canarias. Hay registros de ocho intrusiones de semejantes características desde 1981, tres de ellas en meses de febrero (1989, 2000 y 2020) y, aunque algunas duraron más tiempo, "ninguna de ellas se produjo una reducción de la visibilidad tan acusada como en esta".