En la tarde de ayer Gran Canaria tenía su propio caso de coronavirus protagonizado por una italiana de 61 años que no presentaba síntomas. Ahora misma se encuentra aislada en el interior de una vivienda vacacional de Arinaga (Agüimes). En otro apartamento del mismo complejo están sus tres amigas, a las que localizaron y retuvieron en el momento que subían a un avión para regresar a su país. Aquí comienza una sucesión de episodios que bien podrían formar parte de un tragicómico relato con los caseros de la vivienda vacacional como coprotagonistas.

Este viernes, 6 de marzo, las cuatro mujeres se encuentran aisladas en los dos apartamentos de la vivienda vacacional de Arinaga , una casa terrera de tres plantas. Hasta lo que se conocen, en buen estado y bien atendidas, ya que hasta una de ellas pudo cenar anoche "la mejor ropa vieja del mundo". La preparó su casero, el que de sopetón se encontró con cuatro personas encerradas en su propiedad.

Su propia historia comenzó cuando durante la tarde de ayer recibió la noticia de que una de sus huéspedes se había convertido en el primer caso de Covid-19 en la Isla. En ese momento, sus tres amigas se encontraban en el aeropuerto de Gran Canaria con la intención de volver a sus casas en Bérgamo. Mientras allí comenzaba la sigilosa operación para localizar a las personas más cercanas a la italiana con positivo en coronavirus, el propietario del edificio y su pareja se preocupaban por lo que se vivía dos plantas más arriba. Ella acudía a un supermercado y hacía una compra de 50 euros para que a la mujer no le faltara de nada. "Zumos, galletas, pan de molde, huevos, chocolatinas, magdalenas, leche...", decía, era parte de la lista de la compra. Él se afanaba en la cocina, nervioso por la situación en la que se había visto metido sin comérselo ni bebérselo. Al fuego, preparaba una ropa vieja con sus garbanzos, sus papas fritas "del país, de Santa Lucía tiernitas", su verdura y sus trozos de carne para la cena de la huésped, que seguía sumida en el interior de un apartamento a oscuras. "Estoy hecho un cocinitas", bromeaba para quitarle importancia al asunto. "Lo hago por humanidad, no podemos dejarla ahí sin nada", comentaba mientras metía la comida en un táper que, poco después, su pareja posaba en la entrada de la primera planta, que abandonaba poco después de tocar la puerta. "Baja", le insistía su novio sin saber muy bien ante lo que se enfrentan ni cómo actuar puesto que se quejaban de falta de información por parte de la Consejería de Sanidad.

Aseguraban que habían tenido que llamar al 112 para que les orientaran sobre qué tenía que hacer ante la confirmación de que en su negocio había una mujer con coronavirus. De las pocas indicaciones que le habían proporcionado, según su versión, era que se tomara la temperatura corporal dos veces al día para comprobar que no tenía fiebre. "36,8 grados" señaló el termómetro cuando se la tomó por última vez, comentaba, para después agregar que apenas había mantenido contacto con las mujeres, "sólo en el momento de la llegada cuando se registraron".

Sanidad, sin embargo, apuntó que el Servicio de Urgencias Canario había estado en contacto en todo momento con el dueño de la vivienda vacacional y que lo habían llamado en varias ocasiones, la última de ellas poco antes de las nueve de la noche. Era para informarle de que tenía que volver a dar cobijo a las tres italianas que se habían ido sin despedirse y que, ahora, tendrán que esperar aisladas unos días para volver a sus casas.

El propietario veía ojiplático cómo los sanitarios llegaban desde la terminal de salidas con trajes y mascarillas para evitar el contagio

El dueño se encargó de recibirlas. Eran las 20.45 horas cuando la ambulancia hizo acto de presencia. Contaba que sólo uno de los sanitarios bajó del vehículo inmerso en un traje que le cubría todo el cuerpo para impedir estar en contacto con las dos ciudadanas italianas. Él, sin protección alguna, le dio como pudo las llaves para que abriera la puerta de uno de los apartamentos. Fue cuestión de minutos. Entraron y la ambulancia volvió a abandonar el lugar. "Era como si tuvieran la peste", describía. En la calle se personaron también agentes de la Guardia Civil , que custodian la zona.

Todas quedaron hospedadas bajo arresto domiciliario en un apartamento diferente al de la mujer que había dado positivo por Covid-19. Esta última se encuentra completamente aislada y sólo mantiene contacto con sus familiares a través del teléfono. Entre ellos se encuentra su hijo, quien anoche también acudió para proporcionarle más alimentos.

Hasta entonces, la pareja de la vivienda vacacional vive en una nube. "Estoy sorprendido, estoy flipando", apuntaba el hombre, que se mostraba además molestos con tres de las cuatro mujeres porque, declaraba, abandonaron las habitaciones sin despedirse, "sin decirnos nada de lo que pasaba". Y se preguntaba hasta cuando va a tener un "hospital ambulante" sobre sus cabezas, quiénes se van a hacer cargo de los gastos y, sobre todo, quién les quita el disgusto que tienen encima desde la tarde de ayer.

Los servicios médicos acudirán en el día de hoy a la vivienda para tomar la temperatura corporal a las cuatro mujeres a la espera de nuevos resultados. En cualquier caso, Sanidad destacó que la turista que dio positivo está asintomática, es decir, que ha contraído el virus pero que no tiene tos, ni tampoco fiebre ni dificultades para respirar, por lo que se encuentran a la espera de nuevas pruebas para decidir si le dan el alta.

9 casos activos

Actualmente Canarias presenta nueve casos positivos en activo, seis turistas italianos que se hospedaban en el hotel H10 Costa Adeje Palace y que están ingresados y aislados en el Hospital de La Candelaria, las dos personas de La Laguna y una turista italiana que se encuentra en aislamiento en una vivienda vacacional en Agüimes (Gran Canaria).

Además, la Guardia Civil localizó a tres compañeras de viaje cuando pretendían tomar un avión para volver a Italia y han sido derivadas a la vivienda vacacional para realizar el aislamiento correspondiente