Paula Pimentel, inmigrante dominicana desde hace más de dos décadas en la isla -"no por razones económicas sino porque mi vida estaba en peligro"- y activista del feminismo, empieza sin dar su nombre como "voz de las sin voz y sin nombre que nunca estarán aquí, en la primera línea porque trabajan dentro de las casas". Se refiere a las que califica de "mujeres migrantes y racializadas invisibles como las colombianas, filipinas, cubanas, bolivianas, africanas, asiáticas... Ni están ni pueden estar". Sus condiciones de precariedad laboral no se lo permiten. "Una cosa es que te inviten a empoderarte y otra cosa es la realidad" añade quien defiende que es el momento que se estudien las verdaderas políticas de integración para trabajar con todas las mujeres. También las que están "encerradas en una casa trabajando" y no participarán en los actos del 8 de Marzo "aunque quisieran". Pimentel incluso recuerda por un momento el papel de Rosa Parks en la Alabama de los años 50 por los derechos civiles de los negros y las mujeres. Reconoce que es muy difícil ponerle voz a ellas porque incluso son invisibles para los propios colectivos de mujeres. Sentencia: "Aquí ninguna migrante y racializada será portavoz de ningún colectivo". Ella es la excepción. "Ya está bueno de que entre nosotras también haya una pared, un muro", denuncia quien por esa misma razón ha decidido participar: para poner voz a todas esas mujeres con sus "colores, sabores y olores". Aunque, insiste, "no son, no somos, sólo folclore y gastronomía, sino mucho más". Apela para concluir a la unidad de acción en el 8 de Marzo y razona que por eso, para defender los derechos y la igualdad, apoya la iniciativa de la Plataforma Feminista de Tenerife.