El coronavirus es el primer virus de la nueva era viral. El planeta entero, dotado de un inmenso sistema nervioso digital, reacciona al instante como un único organismo vivo a cualquier agente agresor. Este virus biológico a encontrado millones de réplicas digitales. A consecuencia de la epidemia del Covid-19, la información y los bulos saltan de una punta a otra del planeta en cuestión de segundos por internet. Esta sobrecarga de datos, verdaderos o falsos, ha quedado bautizada como infodemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los últimos días, los expertos sanitarios de Naciones Unidas han dedicado parte de su trabajo al desmentido ante la dificultad de los ciudadanos de "encontrar fuentes fidedignas y consejos fiables cuando los necesitan".

El SARS y el MERS, el ébola o el Zika ya causaron pánico a nivel global, pero nada que ver con la magnitud mediática del coronavirus, nacido en la era de las redes sociales y su coladero de mentiras. "En la OMS no sólo estamos luchando contra el virus; también lo hacemos contra los troles y los teóricos de la conspiración que impulsan la desinformación y socavan la respuesta al brote", apuntó el director general de la organización, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, al inicio del brote de desinformación. El organismo mantuvo una reunión a mediados de febrero con representantes de Facebook, Twitter, Amazon y Google para advertir de la propagación de noticias falsas en sus comunidades. "Twitter, YouTube y otras redes sociales están inundados de información errónea", explicó el representante de la agencia de la ONU, Andy Pattison, quien acuñó el término infodemia o "epidemia de información errónea".

La OMS intenta trabajar de la mano de las redes. Con Facebook ha llegado a un acuerdo para utilizar su sistema de personalización de audiencias y dirigir mensajes específicos a las poblaciones más afectadas. Google ha accedido a colocar la información de la OMS en los primeros resultados de búsqueda. También han hablado con influencers asiáticos para controlar la desinformación. La aplicación de mensajería WeChat, muy popular en China, tuvo que tomar medidas sobre la marcha para evitar la propagación de noticias falsas. Lo mismo le ocurrió a la red social Tik Tok. Aún así, todos los esfuerzos son pocos para eliminar tanto ruido que desemboca en pánico.

En las últimas semanas, el mundo ha visto vídeos falsos sobre el foco de infección del coronavirus -como el supuesto mercado de animales exóticos de Wuhan o los tejados repletos de murciélagos- e imágenes de gente fulminada en el suelo por la enfermedad. Ninguna era verdadera. Más allá de la mentira, las redes sociales también han sido un nido de contenido xenófobo y memes racistas.

Las redes sociales han sido un foco de infección informativa, pero también sirven de canal para que periodistas de todo el mundo ayuden a entender la situación y aportar una visión más enfocada. "Se extiende más el alarmismo que los datos". Son palabras del periodista Lorenzo Milá, reportero de TVE en Italia, esta última semana. Su mensaje de tranquilidad sobre "un tipo de gripe del que se curan la mayoría de las personas que se han infectado" conquistó a seguidores y compañeros de profesión.