"Me han llamado de varios canales de televisión de mi país, pero yo tengo que estar concentrado en mi trabajo. Estos días hay mucho con tanta gente aquí dentro. Prefiero hablar con ustedes y que el testimonio salga en Tenerife, este paraíso con sol todo el año en el que vivo y trabajo". Lo asegura Leandro Peña Rojas, ciudadano argentino y camarero en el hotel H10 Costa Adeje Palace. El escenario de la cuarentena, en principio durante catorce días, de más de 1.000 personas entre clientes y plantilla de trabajadores a consecuencia del protocolo sanitario contra el coronavirus.

EL DÍA habla con Leandro cuando está justamente distribuyendo los carritos del desayuno por las habitaciones. Valora: "Hay mucha tarea que hacer siempre pero en esta situación excepcional, todavía más". Respecto a su salud y la de quienes comparten con él este escenario de inusual confinamiento comenta: "Estamos bien, en general, nos toman dos veces al día la temperatura y no hay nadie con síntomas relacionados con el coronavirus ".

Eric Cumini es compatriota de Leandro. Ayer, tras dos días retenido, pudo volver a su casa. El empleado destaca, a su salida, que la situación en el hotel es de absoluta tranquilidad. "No se ve ningún tipo de tensión", afirma Cumini, quien resalta que en los últimos días ha imperado la colaboración entre compañeros para lograr que los clientes se sintieran bien y pudieran disponer de todos los recursos de primera necesidad como toallas, sábanas y alimentos.

Con él, otros trabajadores pudieron volver a sus casas gracias al relevo de otros compañeros. Insiste en que todos están "fuera de peligro". "Dentro no hay nadie con sintomatología y simplemente estamos siguiendo un protocolo que hay que respetar por seguridad", remarcó.

Cumini explica: "Tenemos muchísimo trabajo y esta situación nos sorprendió de golpe. Había poco personal dentro, porque de noche trabaja menos gente". El lunes por la mañana, continúa, "llegamos algunos como fue mi caso. Nos dijeron que o nos quedábamos dentro o regresábamos. Decidí permanecer en el hotel porque consideré que era lo más oportuno". Incide en que "desde el director o el jefe de departamento hasta el último compañero se organizaron para cubrir el servicio con la atención de las primeras necesidades. Entre ellas, por supuesto, la comida".

Cumini reflexiona: "No se ve ninguna tensión, los clientes colaboraron en ese momento y los pocos que había se adaptaron de manera maravillosa. Sin importar su puesto o posición todos ayudamos desde la plantilla para que estuvieran bien". El trabajador concluye: "Conmigo salieron otros dos compañeros que quisieron regresar a casa. Estamos fuera de peligro, dentro no hay nadie con síntomas y el protocolo hay que respetarlo por seguridad".