Jonay quería inculcar la solidaridad a su hija Lucía, pero su pequeño proyecto personal ha crecido hasta convertir la vieja furgoneta de la familia en un recurso para ayudar a los sectores más necesitados y vulnerables de la sociedad tinerfeña. Además de educar en valores a la niña, de 6 años, Yaiza, la esposa de Jonay, completa el triángulo familiar de este ejemplo de grupo humano solidario.

Jonay Cuesta se dedica a pintar y a las pequeñas reparaciones, aunque este manitas valora que "cuando no hay trabajo o el día está flojo lo aprovechamos para ir a pescar -tiene un barquito con su hermano en la Dársena- y lo que cojamos lo repartimos también".

"Quise -subraya- que mi hija viera que todos los niños no son tan afortunados como ella. Desde la humildad de una familia normal tiene su desayuno diario, su comida y su ropa. Pretendía involucrarla y creo que lo he logrado. Ahora está entusiasmada".

Jonay no se nutre para su actividad como ONG de las habituales derivaciones de los trabajadores sociales ni de la comida que distribuye el Banco de Alimentos. Su modelo es otro y lo explica: "Donamos lo que a su vez nos donan. En nuestra página de Facebook -creada en marzo de 2019, el mes que viene hará un año- tenemos más de 3.000 personas involucradas en la cadena de aportar a los demás y recibir de ellos".

Jonay comprueba siempre personalmente la situación de las personas que solicitan su ayuda antes de ejercerla, Su entorno, la vivienda, etcétera. Lo hace "para evitar la picaresca que también existe". Se fía de su instinto y de la primera impresión.

"Me centro mucho en los niños y en la situación que viven, normalmente junto a sus madres", apunta, para añadir: "Cada día vemos chicas jóvenes que viven solas con sus hijos. En muchas ocasiones han sido maltratadas. Con ellas se ha terminado la solidaridad familiar, aunque la tengan, que era determinante en Canarias para aliviar situaciones tan duras",

No olvida mencionar a otro colectivo en dificultades en la pirámide social: los mayores y su soledad cronificada. Como Doña Trini, una señora "encantadora" del Camino del Hierro que, explica, "sólo come verdura, fruta y el pescado que le llevamos".

Y asimismo, a los indigentes que viven en la calle. Es frecuente verle en los cajeros del Área Metropolitana cuando los ocupa alguna persona para pasar la noche. Les pregunta y se interesa. Así comenzó todo, con el reparto de bocadillos a quienes están en exclusión social. Jonay reparte de todo, pero, apostilla, "lo fundamental ante la necesidad es la comida".

En marzo de 2019 nuestro protagonista crea un página en Facebook. "Fue la bomba y tuvo una gran respuesta", valora. Algo más tarde legaliza la asociación: "Superamos muchas críticas y en ocasiones las ganas de tirar las toalla".

Ahora el objetivo inmediato es donar carritos, cunas y otros productos infantiles a un grupo de chicas que serán mamás en unos meses. Porque, insiste Jonay, "me da igual la raza, el sexo o el color. Son personas necesitadas". Destacar también la situación de una familia de San Matías "a la que hemos llevado recientemente una nevera y una lavadora".

Valora la campaña de reparto de juguetes y alimentos congelados de la pasada Navidad. Gracias a una donación de 500 euros, trasladaron regalos por valor de 250 y cestas de alimentos congelados con los otros 250. Recuerda: "El 5 de enero recorrimos media Isla. No fuimos ni a la Cabalgata de Reyes. Desde Icod de los Vinos o Los Realejos a Candelaria y El Porís".

Jonay explica el nombre de la ONG: "La furgoneta -modelo Renault Trafic- ha sido todo estos últimos cinco años. Almacén -ahora tiene la mercancía en una vivienda vacía de Barrio Nuevo, la zona de Santa Cruz donde reside-; clave en el reparto y parte fundamental de nuestro ocio el fin de semana por la práctica del camping. De ahí viene el nombre".

Agradece su colaboración a Nelson Concepción y los voluntarios de Sonrisas del Suroeste. "Nos han apoyado y aconsejado desde el primer minuto", resume. Y destaca la buena sintonía con Marta Arocha, concejala de Atención Social de Santa Cruz, y su equipo.

"Mi mayor satisfacción es dejar un juguete a un niño y ver cómo la madre te abraza llorando. Eso no tiene precio y hace que todo valga la pena", subraya.

Los meses actuales son "de mucha demanda y poca oferta porque nos faltan alimentos". Hace un llamamiento "a las empresas solidarias para que nos ayuden".