Si algo tienen claro los expertos es que es necesario establecer una ley que proteja el cielo de Canarias. En este sentido, ya se han dado pasos para tratar de llevarla a cabo, trasladándola al Observatorio de Cambio Climático. Si finalmente sale a delante, como insistió la directora de la Fundación Starlight e investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Antonia Varela, conseguirá dar respuesta a una de las principales reivindicaciones de los investigadores de la cúpula celeste: luchar por proteger este patrimonio natural e histórico.

Así lo afirmó durante el foro de debate Los cielos de Canarias. Su infinito potencial organizado por EL DÍA en el Museo de las Ciencias y el Cosmos de La Laguna, en el que también participaron Juan José Díaz, profesor del departamento de Economía, Contabilidad y Dirección de Empresas de la Universidad de La Laguna (ULL); Garik Israelian, astrofísico del IAC y director creativo del Festival Starmus; José Antonio Paris, presidente de la Asociación de Guías Starlight, e Ignacio Sabaté, gerente de Volcano Teide Experience. Todos ellos coincidieron en la necesidad de proteger el cielo nocturno, ya que el Archipiélago -a pesar de haber "inspirado" a otras regiones- aún no cuenta con una ley que proteja toda la cúpula celeste.

Protección única a La Palma

A día de hoy, siendo pioneros, tan solo la isla de La Palma y la diagonal de Tenerife que mira hacia ella, se encuentran bajo la jurisdicción de la Ley del Cielo, de 1988 y conocida también como la Declaración de La Palma. "Tenemos un cielo excepcional pero, respecto a su protección, aún hay mucho que hacer", lamentó José Antonio Paris, que hizo hincapié en que hay muchas malas praxis, como el alumbrado de grandes monumentos que "machacan al cielo". Una situación a la que se suma una falta de recursos humanos en la Oficina de Protección del Cielo. De hecho, tanto él como Varela coincidieron en que su personal "no da abasto" para poder hacer seguimiento "de las infracciones que se cometen".

Porque el poder ver las estrellas con total nitidez desde nuestras islas no solo es un valor incalculable desde el punto de vista científico y cultural, "es un recurso económico de primer nivel", insistió, por su parte Juan José Díaz, quien también ha sido el encargado de realizar varios estudios de impacto del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en la sociedad isleña. "El cuidado del cielo es un negocio rentable no solo para la ciencia, sino para la sociedad en su conjunto", remarcó el economista. Sin embargo, para que se solicite su cuidado activamente, la sociedad debe "imbuirse" en esa necesidad de preservar los cielos porque "es importante establecer normas, pero también que exista esa demanda por parte de los ciudadanos", concluyó Sabaté.

Compromiso ciudadano

De hecho, una falta de compromiso ciudadano puede repercutir tan negativamente en la conservación del cielo como que los políticos no se pongan de acuerdo para sacar adelante una ley específica que los proteja. Y, como destacó el economista de la ULL, si ambas figuras no se alinean "todo va a quedar en una buena intención y el daño lo vamos a percibir nosotros". Un perjuicio que, "además de dificultar la ciencia", puede tener un impacto económico "claramente negativo", ya que el cielo podría perder la notoriedad que tiene.

¿Pero cuál es la fórmula del éxito para atraer la atención de la población? Los expertos lo tienen claro: es necesaria más divulgación y educación. Sin embargo, no vale cualquier tipo, porque la clave del éxito, como remarcó Garik Israelian, está en hacerlo "tocando el corazón de la gente". "Si la gente entendiera que no se protege el cielo por el Telescopio de Treinta Metros (TMT) sino porque sin cielo perdemos muchísimo, cualquier entenderá por qué necesitamos una Ley del Cielo", afirmó. En este sentido, para Israelian, es indispensable que Canarias cuente, de nuevo, con un macroevento de divulgación como lo fue el Starmus. "Es muy importante inspirar a la gente, sin eso no hay nada", resaltó. La capacidad económica del cielo canario se ha empezado a visibilizar a través del astroturismo, una práctica que, según los expertos, ha experimentado un crecimiento en los últimos años. Los expertos coincidieron en que este tipo de actividad se aleja del tradicional turismo de masas y llama la atención de un público más selecto. Como ejemplo, Sabaté afirmó que en el último año unos 18.000 turistas demandaron una actividad relacionada con las estrellas en grupos pequeños con Volcano Teide Experience y otros 4.000 niños visitaron las instalaciones del IAC. Este boom es también la razón por la que los expertos insistieron en la necesidad de que "se sofistique la oferta" y, además, se descentralice para evitar acumulaciones masivas de turistas en enclaves protegidos, como el Parque Nacional del Teide. "El cielo proporciona calidad al turismo, pero también hay mucha novelería", insistió José Antonio Paris que mostró reticencias a que el interés por este tipo de actividades crezca descontroladamente. De hecho, explicó que el crecimiento y demanda de esta actividad ya ha generado que las visitas a lugares protegidos, como el Parque Nacional del Teide, se incrementen y, por ende, los ruidos y las luces. Con él estuvieron de acuerdo el resto de ponentes que abogaron por establecer una gestión y regulación de visitas que recibe este enclave. Asimismo, hizo hincapié en el intrusismo laboral, ya que hay algunas empresas que están haciendo visitas guiadas sin haber recibido una certificación previa, aunque como insistió "no es la mayoría". "Al margen de las cifras, el astroturismo es sostenible, emergente e innovador", explicó Varela, que insistió que, a largo plazo, puede empoderar al territorio formando "custodios de los cielos" que tenderán a solicitar a los gobiernos esas ansiadas medidas de conservación.