"En el espacio faltan semáforos, no hay reglas de tráfico". Así visibiliza el investigador Héctor Socas un problema que lleva tiempo afectando a uno de los únicos patrimonios que aún nos conecta a nuestros antepasados: la cúpula celeste. Porque cada vez son más las empresas que, como SpaceX, se están sumando a enviar satélites a girar alrededor de la Tierra para lograr avances tecnológicos. "Cuando solo eran dos agencias espaciales, la estadounidense y la rusa, bastaba con que ellos se pusieran de acuerdo", explica el investigador, pero cada vez son más actores los que se unen a esta singular carrera por el espacio orbital terrestre. Por esta razón, considera que es necesario establecer una regulación que evite posibles colisiones y la acumulación de basura espacial en nuestro entorno, así como la saturación de los telescopios terrestre durante la observación astronómica. De hecho, un estudio de la Unión Astronómica Internacional (IAU) publicado este 12 de febrero precisó que los satélites artificiales instalados en el espacio por el hombre están provocando graves efectos en la contaminación lumínica, "lo que a la larga afectará a la misma exploración del universo". Socas considera que cada vez se hace más notoria la necesidad de que entre en juego una autoridad mundial que tenga poder de control y sanción en las prácticas que puedan llegar a ser nocivas para el entorno natural. "Se nos está yendo de las manos", afirmó Socas que resaltó la importancia de preservar "el patrimonio mundial e histórico" que emana de nuestros cielos.