¿Cómo hemos podido los humanos convertir en epidemia enfermedades que no son transmisibles?

Enfermedades como la diabetes hace 50 años no existían, eran rarísimas. Una de las claves está en la dieta. Por todos lados hay una oferta de alimentos procesados con mucho azúcar, grasa y sal. Desde la OMS hicimos un estudio de la composición nutricional de la comida para bebés en 15 países. Lo que hallamos fue que más del 30% tienen más de un tercio de calorías que vienen del azúcar. Eso significa que a bebés de siete meses, se les está suministrando una cantidad de azúcar enorme. Además, las madres y los padres van al supermercado y la compran pensando que es buena, cuando la realidad es que esa comida es peor que el equivalente para adultos.

Aquí en Canarias tenemos un problema bastante grande con la diabetes, ¿qué tenemos que hacer para que este tipo de enfermedades no nos afecten tanto?

La diabetes es una enfermedad en ciernes que está aumentando en casi todos los países de Europa, especialmente en los países del sur como España, Portugal, Italia, Grecia y Malta. Esta enfermedad está íntimamente relacionada con la obesidad y, la obesidad con la dieta, la alimentación y el consumo de azúcar. Lo que tendríamos que hacer es prevenirla, y para ello, lo más importante es empezar desde muy temprano. En opinión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inversión debería dirigirse a la prevención de la obesidad infantil. La obesidad infantil en casi todos los países del sur de Europa y la zona próxima al Mediterráneo sobrepasa el 30%. Es una situación muy complicada, y creo que en Canarias, comparando con el total de España, la obesidad infantil es muy prevalente.

De hecho, en Canarias tenemos el peor indicador de toda Europa, ¿qué hemos hecho mal?

El problema es que para prevenir la obesidad infantil hay que promover tanto una dieta saludable como la actividad física. Los niños del sur de Europa normalmente hacen menos actividad física, a lo que se suma a una dieta muy occidentalizada. Por la influencia del Mediterráneo en estos países se tiende a pensar que tienen una manera de comer muy saludable, pero desafortunadamente todo eso se ha perdido. Los niños siguen dietas muy calóricas en las que, además, integran alimentos procesados con muchos azúcares y grasas. Esto no es ciencia espacial, y está claro que si combinamos poca actividad física con una mala dieta, tenemos un problema.

Hablamos de que tenemos una mala alimentación, pero, por otro lado, se mezcla con la dieta mediterránea que nos han inculcado que es muy buena.

Se debe recordar que dieta mediterránea tradicional cuenta con muchas calorías, necesarias para aportar energía a toda la gente trabajaba en el monte. La dieta mediterránea es muy buena, pero tiene que adaptarse. Lo ideal sería que aumentáramos el consumo de frutas y verduras, pero eso no está pasando en los países del sur. En estas regiones, la mayoría de la gente no consume las porciones de frutas y verduras necesarias. Esto afecta especialmente a los niños. Y lo más importante es que hay una brecha social enorme, porque son los niños con padres de educación más baja son los que corren un mayor riesgo de estar afectados por la obesidad infantil.

En ese aspecto también entra en juego que la comida sana es más cara.

Es mucho más cara. Por eso hay que trabajar con las escuelas y proporcionarles recomendaciones que puedan seguir tanto ellas como las instituciones enfocadas a la salud. Pero ocurre otra cosa y es que en muchos países del sur vas a un hospital o a un centro de salud y está lleno de máquinas de vending que ofrecen alimentos insanos. Y los profesionales se ven en la tesitura de tener que recomendar una serie de pautas saludables cuando a diez metros hay una máquina. También se bebe mucho en estos países, y lo que la gente no suele recordar es que estas bebidas son responsables, en una parte muy importante, de la mortalidad precoz de enfermedades cardiovasculares así como con los casos de cáncer. Cuando eres adulto se puede beber moderadamente. Es verdad que, con si tomas una cerveza de vez en cuando, el riesgo puede ser mínimo, pero si no bebe nada, el riesgo es cero.

Y el tabaco, me imagino.

El tabaco es lo peor de todo. Tenemos un problema muy complicado con los productos nuevos que ofrecen las tabacaleras, como los vapeadores. Son productos que han demostrado tener repercusiones negativas en la salud y que no son la manera óptima de dejar de fumar. Las autoridades tienen que mantener una posición muy fuertes frente al tabaco, porque mata a mucha gente de cáncer.

La industria tabacalera siempre intenta adelantase a las autoridades sanitarias para tratar de evadirlas

La OMS es muy clara en esto: no debe haber ninguna conversación con la industria del tabaco. Es el enemigo público de la salud.

Por lo que comenta, parece que, a parte de la industria tabacalera, el otro enemigo público de la salud es la propia industria alimentaria.

No diría que es el enemigo, pero la industria alimentaria tiene que mejorar mucho y regularse mucho mejor, eso es indudable. Nosotros recomendamos establecer reglas que limiten la cantidad de azúcares, grasas y sal incluidas en los productos para niños. Hay países que han implementado una tasa sobre los refrescos y ha tenido muy buenos resultados. Ejemplo de ellos son Chile o Portugal, donde gracias a esta medida se ha reducido el azúcar muchísimo.

Pero como comentábamos antes, el problema no solo está en la cantidad de azúcares que contienen estos alimentos, si no también, lo baratos que son.

Son muy baratos y, si lo bebiera únicamente una vez a la semana, no habría problema. Sin embargo, hay niños que toman refrescos cada día. Hemos hecho estudios sobre las compras de madres con menor nivel educativo y la cantidad de refrescos que toman sus hijos es enorme.

Cada vez vivimos más, ¿pero nos estamos cuidando adecuadamente para llegar ahí?

Justamente uno de los problemas que tenemos en los países del sur, como España, es que, aunque la gente viva mucho más, la calidad de vida se reduce mucho en los últimos 10 años de vida, más si la comparamos con la de los ciudadanos que viven en países en Suecia o Dinamarca. Los 10 últimos años se pueden mejorar mucho si empezamos previniendo mejor las enfermedades crónicas no transmisibles.

Parece que los últimos 10 años de nuestra vida el servicio sanitario es el que nos mantiene con vida.

Las personas más activas físicamente viven mucho mejor después de los 70. De ahí la importancia de hacer hincapié en la prevención. Es fundamental y con ella vamos a vivir mucho mejor, gastaremos mucho menos. Se debe tener en cuenta que la gente vive más tiempo y ya tiene un coste adicional por sus necesidades farmacéuticas y de atención.

Lo que está claro es que ya tenemos un problema. Sin olvidar que debemos hacer prevención para las generaciones futuras, pero ¿qué podemos ahora?

Siempre puede mejorar. Si bebo demasiado y voy al médico del centro de salud porque tengo un poco de hipertensión, puede que el médico de Atención Primaria me diga que con reducción de la sal y las bebidas alcohólicas no necesite tomar medicamentos. Normalmente si tienes un poco de sobrepeso, con perder cuatro o cinco kilos y beber menos, puede ser suficiente para mejorar tu vida muchísimo. No es que sea un gran cambio, se puede hacer mucho con prevención, pero la gente quiere un comprimido mágico que solucione todo. Eso no puede ser, por eso lo más importante es trabajar en la prevención.

¿Cree que en los últimos años ha mejorado la visión que tiene la población sobre la alimentación?

Claro que el consumidor está más concienciado y es más exigente, pero la calidad de la oferta alimentaria no ha mejorado. Sin embargo, esa concienciación empieza en la población que tiene una educación superior, lo que produce, de nueva, una brecha con los más pobres. Ahí es donde las autoridades de salud deben contribuir porque los programas de prevención no solo pueden hacerse desde Atención Primaria, hospitales y centros de salud. En este sentido, es muy importante la legislación que, además, no siempre tiene que estar relacionada con la salud. Hay muchas vertientes en las que se puede legislar como el comercio, la actividad física o las escuelas y todo tiene que casar funcionando como un único engranaje.

Hay mucha información sobre salud que aparece en Internet y redes sociales, y este medio se ha convertido en un foco de información tanto verídica como falsa. ¿Cómo podemos combatir la desinformación?

Estamos muy preocupados con la desinformación en internet y redes sociales. Por eso, la OMS tiene una presencia muy fuerte en redes sociales, con una buena marca, credibilidad y emitiendo mensajes sencillos. Somos conscientes de que en las redes sociales hay muchas falsedades. Por eso, estamos trabajando en desarrollo de una iniciativa para que la gente pueda comprobar la veracidad de esos mensajes que se vierten en el mundo digital. En este sentido, también quiero hacer hincapié en la publicidad. Porque en la televisión, la radio y los periódicos está regulada, pero no ocurre lo mismo en las redes sociales donde, en muchas ocasiones, se pueden encontrar promociones de productos que son nocivos para la salud. Por esta razón, debemos ayudar a desarrollar herramientas que ayuden los gobiernos y las autoridades públicas a controlar estos aspectos en las redes sociales. Creemos que, en un futuro, esto va a mejorar.

En este sentido, otro de los problemas lo encontramos en la promoción de productos o los consejos que dan algunos influencers

Eso se tiene que regular en todos los sentidos. Hay países en los que estos influencers reciben pagos de diferentes sitios y no pagan impuestos. Es muy preocupante. Hay países que obligan a estos creadores de contenido a registrarse para establecer un control sobre lo que pueden o no decir. Es un proceso difícil, pero hay que empezar porque es un problema de salud pública.