Le prometieron que su vida en España cambiaría pero le robaron la documentación, le dieron carteles falsos como estos y lo pusieron a mendigar en el barrio de Gracia, en Barcelona. Desde el 2016, durante años, todos los días, le obligaron a dormir. Le negaron la comida y la bebida, en condiciones lamentables de higiene y salud y con jornadas interminables de entre 5 y 18 horas.

A veces incluso vivía en un banco con unos colchones. Una explotación inhumana que obligó a amputarle una pierna y acabar en silla de ruedas. En todo momento era controlado por un clan familiar rumano, que al final del día, a veces incluso con violencia, le pedían el dinero que conseguía: entre 300 y 500 euros. Lo derrochaban jugando a un juego de dados típico de Rumanía o comprar propiedades. Aunque dos huyeron a su país fueron detenidos y extraditados. Junto a una tercera persona ingresarán en prisión.