Mujeres que nunca obtuvieron reconocimiento por la ciencia que hicieron. Canarias cuyas investigaciones quedaron relegadas al nombre de su hermano, su compañero sentimental o cualquier hombre que integrara su grupo de investigación. "Siempre hemos estado en la ciencia, pero invisibilizadas a la sombra de un equipo liderado por hombres", resume Dolores Serrano, doctora en Filología y directora del Máster de Políticas de Género de la Universidad de La Laguna (ULL).

Apellidos como el de Betencourt y Molina son más conocidos por Agustín o José que por su hermana, María del Carmen. Pero la realejera forma parte del conjunto de mujeres que trataron en su época de romper los esquemas predeterminados y a los que otras, como la recientemente fallecida Catalina Ruiz, deben el haber podido consagrar su vida a una rama de la ciencia y poder obtener reconocimiento por ello.

  • María del Carmen Betancourt y Molina (1758-1824). De origen realejero, se aficionó desde muy pequeña a la investigación. Junto a sus hermanos, Agustín y José, elaboró una máquina epicilíndrica para entorchar seda. Una invención que mostró ante la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife con tan solo 20 años. Su investigación tuvo un papel clave en la modernización de la industria de la seda, ya que contaba con un extenso conocimiento sobre los gusanos de seda. El programa de apoyo a la investigación de Canarias lleva su nombre.
  • Pilar de la Rosa Olivera (1907-1997). Lagunera, Pilar de la Rosa Olivera marcó un hito al ser una de las dos primeras mujeres de la primera promoción de química Universidad de La Laguna (ULL). Tras licenciarse, se integró en la plantilla de la universidad como profesora y permaneció en la institución hasta 1949. Gracias a la Cruz Roja, consiguió salir a Francia durante la Guerra Civil y de allí pasar a la España franquista y regresar a Canarias. En 1949 abandonó la docencia para contraer matrimonio, pero tras enviudar, regresó a La Laguna en 1956 y dio clases en el colegio de las Dominicas hasta su jubilación.
  • Carlota de la Quintana y López de Arroyave (1910-2011). Nacida en Artenara (en Gran Canaria), Carlota de la Quintana es conocida por ser la primera médico especialista de Canarias y la tercera de España. La otorrinolaringóloga era conocida como "la doctora de los pobres", por ayudar a personas sin recursos. En 1930 accedió a una carrera universitaria colmada de hombres gracias a haber nacido en una familia donde las niñas no eran privadas de la educación de excelencia.
  • María Rosa Alonso (1909-2011). Nacida en Tacoronte, Maria Rosa Alonso dedicó su vida tanto a escribir artículos periodísticos como a centrarse en la investigación de filología. Entre 1942 y 1953 fue profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna, doctorándose en la Universidad Central de Madrid en 1948 con una tesis titulada El Poema de Viana, Estudio histórico-literario de un poema épico del siglo XVII. Continúa tiempo después con su labor investigadora, publicando diversos trabajos y artículos. Debido a la afiliación republicana de su familia por el régimen de Franco debido a la filiación republicana de su familia, cuando inició los trámites para presentarse a cátedra de la Universidad, se le comunicó extraoficialmente, pero con mucha claridad, que jamás conseguiría ser catedrática. En ese momento, renuncia a la docencia y emigra a Venezuela en 1953.
  • Catalina Ruiz Pérez (1957-2019). La catedrática en Física Aplicada de la Universidad de La Laguna (ULL) fue una investigadora de gran renombre, con un vasto currículo investigador y un sinfín de publicaciones científicas de alto impacto. Defendió la investigación de calidad en todos los ámbitos, uno de los motivos que le llevó a ser la única mujer reconocida en 2017 con el Premio Canarias de Investigación e Innovación Científica. Falleció el pasado año tras un año de lucha contra el cáncer. El Gobierno de Canarias ha creado un programa de contratos posdoctorales con su nombre.
  • Marisa Tejedor Salguero (1949-). La catedrática en Edafología y Química Agrícola nació en Burgos, pero ha vivido en Tenerife desde muy pequeña. Su línea de investigación se ha centrado en el estudio de los recursos de suelos y aguas, degradación y rehabilitación de suelos, desertificación, y sistemas agrícolas tradicionales. Entre 1990 y 1995 se convirtió en la tercera rectora de una universidad española y la primera de la Universidad de La Laguna (ULL). Entre sus principales logros, destaca su papel en la consecución de la declaración de Anaga como Reserva Mundial de la Biosfera en 2015 por parte de la Unesco. Además, debido al protagonismo que tuvo como rectora en la Universidad, tiene una calle con su nombre en el municipio de La Laguna. Durante su tiempo en el cargo, amplió el actual Campus de Guajara.
  • Carolina Martínez Pulido (1950-). Carolina Martínez se licenció en Biología por la Universidad de La Laguna (ULL) en 1976, y una década más tarde se doctoró. Desde 1990 ejerció como profesora de Biología Vegetal en la Facultad de Farmacia de la ULL y combinó las horas de docencia con su carrera investigadora en el área de biología. Fue invitada en 1988 y 1990 a la Universidad de Calgary, en Canadá, donde llevó sus proyectos de regeneración del pino canario. En paralelo a su labor científica, Martínez ha dedicado parte de su trabajo a resaltar el protagonismo de la mujer en la ciencias biológicas. De ahí que, en 2003 publicara un libro titulado El Papel de la Mujeres en la Evolución Human a. Ha formado parte del Instituto Universitario de la Mujer de la ULL y es miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). En el año 2000 recibió el Premio de Investigación del Instituto Canario de la Mujer, y en 2017 el Premio Carmen de Burgos de Divulgación Feminista.